30 años del Mercosur: ¿el vaso está medio lleno o medio vacío?
El Mercosur cumple 30 años de existencia, en medio de retrocesos, paralización y, también, algunos avances. ¿Cuál es el saldo? ¿Positivo o negativo?
La respuesta a esta sencilla pregunta es múltiple, dependiendo su sentido de quién la responde, a qué sector pertenece, qué intereses representa y qué experiencias ha sufrido o disfrutado.
Primero, digamos que el Mercosur es indudablemente un hecho. Está allí, nos guste o no, y ese simple hecho ya es positivo. Existe y se mantiene vivo, lo que no es poca cosa, luego de 30 años. Hay instituciones que luego de menos tiempo, o similar, desaparecen. Desapareció –o entró en un largo letargo– la Unión de Naciones Suramericanas, UNASUR, si bien debería revivir con más fuerza; desaparecieron, o dejaron de ser transcendentes, la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC) y la Asociación Latinoamericana de Integración, ALADI. Ha perdido protagonismo visiblemente la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).
A diferencia de todos los ejemplos arriba citados, el Mercosur continúa viviendo, con sus avances y retrocesos, con sus consensos y conflictos; existe con un vigor que quizás no es el ideal, pero nadie puede negar que se trata de un organismo vivo.
La Unión Europea (UE), por ejemplo, negocia con el Mercosur un acuerdo de integración, y si no se concretó tal acuerdo es más por problemas dentro de la UE antes que por un mal funcionamiento del Mercosur. Este bloque ha suscrito acuerdos de diverso tipo con varios países, por lo que no se puede decir que esté en retroceso, ni mucho menos en proceso de desaparición, como son varios de los casos arriba citados.
El Mercosur y la Unión Europea llevan dos décadas negociando un acuerdo comercial. Fuente INTA.
Segundo, todos reconocen que el Mercosur mantiene un dinamismo de integración económica, con un arancel externo común vigente, si bien con muchos conflictos y excepciones, para beneficio principalmente de las grandes empresas, es cierto, pero con una vigencia que nadie la puede negar. Muchos querríamos un mayor avance en el proceso de integración económica, con beneficios concretos para los pequeños y medianos productores, limitándonos a opinar, hasta aquí, tan sólo en lo estrictamente económico.
Hace falta que se agregue mucho más valor en la región, que se fortalezcan las cadenas productivas y que se sustituyan en forma mucho más masiva las importaciones de extrazona. Hay conflictos y limitaciones en la integración económica dentro del Mercosur; no hay una planificación conjunta ni políticas económicas o productivas coordinadas.
Falta todo eso, pero nadie puede negar que la unión aduanera imperfecta, que es el Mercosur, está allí, vigente, y que ello permite desarrollar actividades con mayor valor agregado con cierta previsibilidad. En el caso del Paraguay, por ejemplo, es a otros países del Mercosur donde exportamos productos con mayor valor agregado, como no podemos hacerlo a otros países, en rubros tales como confecciones y autopiezas. Este hecho, extraordinariamente positivo, muchas veces es ignorado por quienes quieren minimizar al Mercosur.
Tercero, donde no hemos podido avanzar es en lo político y social, por mencionar dos variables en las que se verifica un claro estancamiento, o incluso retrocesos.
Hubo un intento serio para llegar a un “Mercosur social” y algo se avanzó (cumbres sociales del Mercosur), pero, desde hace unos años y hasta ahora, hay un claro retroceso en cuanto a la integración social.
La pandemia del COVID-19 ha demostrado la nula integración en materia sanitaria, de salud pública. Mientras que con UNASUR existía una coordinación de los ministerios de Salud Pública de nuestros países, años atrás, y se apostaba a una salud pública, universal y gratuita en la región, incluso con planes ambiciosos de fabricación de remedios genéricos por nosotros mismos, hoy rige un lamentable “sálvese quien pueda”, cada uno por su lado, sin atreverse el Mercosur a enfrentar a la dictadura de los 10 países más ricos del mundo que, como denunció el mismo Secretario General de las NNUU, y también lo hizo el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, acaparan el 75% de las vacunas contra el coronavirus1.
En lo político, se avanzó con el Parlasur (creado en el 2007), pero hace un par de años, el Parlasur fue cuestionado; los presidentes Bolsonaro, Macri, Abdo Benítez y Tabaré propusieron retroceder y no elegir más parlamentarios del Mercosur en forma directa, sino que sean los congresos los que los designen, con la excusa del ahorro; este argumento carece de toda seriedad, si se tiene en cuenta que el presupuesto del Parlasur en el Paraguay, por ejemplo, donde se eligieron directa y exclusivamente 18 parlamentarios, es menos del 0,01% del Presupuesto General de la Nación2.
Este retroceso político se revirtió en parte con el advenimiento del gobierno de Alberto Fernández en Argentina, quien anunció que tal país volvería a elegir en forma directa a sus parlamentarios del Mercosur, como también se hace en Paraguay y, con otra modalidad, en Bolivia3.
¿Es importante que el Mercosur avance en una mayor integración política? ¡Por supuesto que sí! Si no avanzamos en este crucial aspecto, el entendimiento comercial y económico, hasta ahora lo más trascendente, también corre el riesgo de fracasar.
Allí tenemos el ejemplo de la Unión Europea. El mayor entendimiento político ha posibilitado la mejor integración económica. A su vez, la falta de entendimiento político entre Gran Bretaña y el resto de Europa, ha provocado el denominado “Brexit”, o ruptura de Gran Bretaña en relación con Europa, con graves pérdidas y consecuencias económicas para ambas partes4.
Pongamos otro ejemplo: los EEUU de (norte)América. El buen entendimiento político entre los 50 Estados de Norteamérica es lo que ha permitido no sólo su integración económica sino construir una nación federal, los EEUU de América, y posibilitar que tales Estados, integrados económica y políticamente, sean hoy la primera potencia económica mundial a precios de mercado, o bien la segunda potencia económica a igualdad de poder adquisitivo. ¿Qué serían Kansas, Utah o Arksansas, como “países” o Estados independientes? Serían países periféricos, sin ninguna trascendencia mundial.
En cambio, América Latina y el Caribe, fragmentada en 33 países (¡ojo!, menos que los 50 Estados que componen los EEUU de América), tiene un desarrollo económico mucho más limitado, cuando hace 250 años no eran muchas las diferencias de desarrollo entre ambas regiones, Norte América por un lado y Centro y Sur América, México y el Caribe, por el otro.
Es la desunión política de los países del Mercosur, de América del Sur y de América Latina y el Caribe, la que ha motivado nuestro mayor atraso, no sólo económico y social, sino también científico y tecnológico.
De estar América Latina más avanzada que China en 1950 en todos los órdenes, por citar otro ejemplo, incluso a nivel científico y tecnológico, si lo medimos por la cantidad de inventos patentados, hoy nos hemos hundido en el atraso, mientras que China, ya sin pobreza extrema5, es la primera potencia económica del mundo a igual poder adquisitivo6 y, además, es la nación que más patentes registra en el mundo, el mejor índice de cuál es la capacidad de desarrollo presente y futuro de un país, superándonos, como América Latina, de lejos, abismalmente7.
Estampilla emitida por el gobierno paraguayo en el primer aniversario del Tratado de Asunción. Fuente Pinterest
Cuarto, falta un proyecto de integración económica y de infraestructura de envergadura, ausente en los últimos 30 años, en nuestra región. Parece como si el Mercosur fuera conducida por un “piloto automático”, es decir, sin ninguna orientación ni objetivo, expuesto a los avatares del destino y del mercado global, que nos tienen como un “patio trasero”, proveedor de commodities, para extraer las riquezas de nuestra región, sin generar desarrollo alguno, sino deuda, deterioro del ambiente y precariedad social.
¿Dónde están los proyectos para complementar procesos industriales regionales, de los que ya se hablaba a inicios de la década de 1990, e incluso mucho antes? ¿Dónde están los proyectos de integración física y energética? En los hechos, no hay nada.
A nivel energético, los grandes proyectos de integración, como unánimemente se reconoce en foros especializados como OLADE y CIER, son las centrales hidroeléctricas binacionales de Itaipú, Yacyretá y Salto Grande, a través de las cuales se realiza la mayor parte de la integración eléctrica regional. Estas entidades binacionales son proyectos concretados en las décadas de 1970 y 1980, cuando el Mercosur no existía.
¿Qué ha hecho, entonces, el Mercosur para ampliar la infraestructura eléctrica y reducir la quema de combustibles fósiles, y así reducir la emisión de gases de efecto invernadero? Nada. Lo que se hizo se concretó antes del Mercosur, no en los últimos 30 años.
Peor aún estamos a nivel de transporte ferroviario. Mientras vemos como en China y Europa crecen los proyectos de trenes de alta velocidad, aquí en la región se desmantelaron ferrovías y el transporte ferroviario se ha vuelto más precario. Todos reconocen la importancia de una ferrovía interoceánica entre el Atlántico y el Pacífico, entre Paranaguá (y el puerto de Santos), en el Brasil, y el puerto de Antofagasta, en Chile, pasando por Argentina y Paraguay. Pero, después de las alabanzas a tal proyecto, lo cierto es que en los últimos 30 años nada se concretó; eso sí, se sigue hablando del tema. Y, ¡ojo!, desde hace varios años está presente el proyecto de “la franja y la ruta”, o “la nueva ruta de la seda”, que impulsa China, y que está ansiosa por incorporar a América del Sur. Hay financiamiento, hay interesados, pero no, la ferrovía interoceánica no avanza.
Quinto, finalmente, falta avanzar en los nuevos desafíos de la integración, como es la preservación de ecosistemas y de riquezas naturales.
En el Parlasur se ha planteado la preservación del Acuífero Guaraní, una riqueza invalorable que involucra a los cuatro países fundantes del Mercosur, para que no se privatice y sea manejada sustentablemente por los Estados. Un planteamiento aprobado por unanimidad en el pleno del Parlasur, pero que ni siquiera ha sido considerado por los gobiernos, el denominado Consejo Mercado Común (CMC), al que le interesa más la extracción de riquezas antes que su uso racional y su preservación.
La producción y exportación agropecuaria (soja, granos, carne) del Mercosur, por otra parte, es una de las más importantes del planeta en su género, pero en lugar de avanzar hacia modelos planificados que preserven los ecosistemas nativos y desarrollen una producción que sea crecientemente sustentable, la región va en sentido opuesto, acelerando la destrucción de los ecosistemas nativos, como ocurre aceleradamente con el Chaco y la Amazonia.
Así puestas las cosas, ¿el Mercosur tiene futuro? ¿Servirá para un desarrollo sustentable, o apenas para maximizar la extracción de riquezas de nuestra región, con destino a países más desarrollados?
Estamos convencidos que la vía de un desarrollo sustentable para la región es la integración, no solamente entre los países que componemos el Mercosur, sino para América del Sur y para toda América Latina y el Caribe. Solos, desintegrados, terminaremos de hundirnos más rápidamente, como ha ocurrido en los dos últimos siglos, o al menos en los últimos 70 años, como las estadísticas especializadas lo registran.
Pero para que el Mercosur sea un instrumento válido para nuestro desarrollo sustentable, debemos potenciarlo en todos los aspectos económicos, sociales, políticos, culturales y ambientales, entre otros.
Lo cultural parece ser la variable menos trascendente aunque es, probablemente, nuestro mayor capital común. Tenemos una historia común y dos lenguas mayoritarias comunes, español y portugués, muy similares; tenemos una riquísima cultura indígena común multiétnica, que traspasa las fronteras nacionales, como la guaraní, que está presente en la mayoría de los países miembros y que resurge con fuerza, y una cultura afroamericana que también nos caracteriza y hermana. Países de Europa poseen menos aspectos culturales en común que los que poseemos en América Latina y el Caribe, y aún así han avanzado hacia una Unión Europea.
Tenemos desafíos comunes, como la grave dependencia que soportamos de las metrópolis, la angustiante pobreza extrema y la esperanza de un desarrollo sustentable. Éstos y otros desafíos los podemos enfrentar de mejor forma juntos, como hizo China –que posee más del doble de toda la población de nuestra región– en las últimas décadas; su insuperable desarrollo económico y social de los últimos 40 años ha demostrado que todos los obstáculos se pueden superar si es que se posee la mejor conducción política, una real integración y todo ello está basado en políticas, estrategia y objetivos comunes.
Con la desintegración de nuestros países, América Latina ha fracasado. ¿Por qué no avanzamos en una mayor y mejor integración, cuya base firme –al menos inicial– indudablemente es el Mercosur?
2. Ver http://bicameral.congreso.gov.py/application/files/1016/0543/2278/LEY.pdf.
3. En Bolivia se eligen parlamentarios supraestatales, que representan al pueblo boliviano en todos los parlamentos de integración de América y el mundo. Ver http://www.diputados.bo/publicaciones/informeanual-supraestatales.
4. Ver https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-55465027.
5. Ver https://www.latercera.com/earlyaccess/noticia/es-un-milagro-humano-que-quedara-en-la-historia-xi-refuerza-su-figura-tras-declarar-el-fin-de-la-pobreza-extrema-en-china/N3XR6MLCTNBZTL5H7KW3SLI46A/.
6. Ver https://www.estrategiaynegocios.net/lasclavesdeldia/756104-330/china-supera-a-eeuu-y-ya-es-primera-econom%C3%Ada-mundial.
7. Ver https://www.elespanol.com/omicrono/tecnologia/20200407/futuro-chino-primera-china-registra-patentes-eeuu/480703225_0.html.