EEUU-China: ¿Qué esconde la guerra comercial?
Asistimos a la finalización de la Era Trump en un contexto internacional donde se verifica un desplazamiento del dinamismo económico hacia la región de Asia Pacífico, motivado por el aceleramiento económico de China, principalmente.Diversos análisis dan cuenta de que nos encontramos en un momento de reconfiguración del orden mundial, con una China engrandecida que se consolida como potencia geopolíticay un Estados Unidos, adalid tradicional del multilateralismo y principal promotor del libre comercio, que ha desplegado conductas nacionalistas, proteccionistas, contra la globalización, de fuerte repliegue hacia sus límites fronterizos -respondiendo a intereses conservadores de su país- y abandonando organismos multilaterales, tales como el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, por sus siglas en inglés), el Acuerdo de París, del Tratado de Comercio de Armas y de la Organización Mundial de la Salud, en plena pandemia. Trump consolidó una forma unilateral en sus negociaciones, utilizando también las amenazas, las presiones y el chantaje no solo hacia los países rivales, sino también hacia sus aliados, debilitando las normas internacionales y la actuación de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
En este escenario, la estrategia de Xi Jinping ha sido la defensa de la globalización, al menos desde el discurso, de los organismos multilaterales y del libre comercio,llenando espacios a partir delvacío de liderazgo estadounidense en el concierto internacional. Es así que amplió su sistema de alianzas, ganó protagonismo en el sistema de libre comercio, y fue fortaleciendo su posición en el orden internacional.
Imagen satelital de la Tierra, donde se puede ver Asia. Fuente: Pixabay.
La rivalidad estratégica en la “guerra comercial”
En este marco de profundas transformaciones de orden global y durante los años de la administración de Donald Trump, la “guerra comercial” entre los Estados Unidos y China ocupó gran parte del debate internacional y se puede afirmar que la rivalidad estratégica entre ambas potencias se plasmó a través de los argumentos y alegatos que cada parte ha posicionado en el marco de esta disputa. Críticas, denuncias públicas, respuestas y contra respuestas caracterizaron los años de la era Trump, quien muy molesto por su desfavorecido saldo comercial en comparación con China, ha construido discursos y tomado medidas tendientes a descalificar, cuestionar y frenar la avanzada china.
Uno de los problemas denunciados ampliamente por Trump ha sido el “robo” de la propiedad intelectual y la transferencia tecnológica forzada, dado que las empresas de EEUU radicadas en China se ven obligadas a compartir su KnowHow. Argumento compartido por los países europeos. A este cuestionamiento, se suma la existencia de mano de obra barata y la consecuente política de seducción hacia las Inversiones Extranjeras Directas (IED). Por su parte China ha asumido los déficits en materia de propiedad intelectual de su país y ha establecido una serie de tribunales para dirimir la cuestión y, según alega, está en proceso de reformar la ley de patrones. Asimismo, ha establecido importantes incrementos en los salarios, un 15% anual entre 2000 y 2013.
Otro punto importante de los alegatos estadounidenses es el referido a las compras públicas, que indica que las empresas estadounidenses tienen obstáculos para acceder a las mismas en los gobiernos centrales, regionales y locales de China. El país asiático alega que igual situación se da con sus empresas en los EEUU.
El gigante del norte además, reclama a China la liberalización de su cuenta capital y la apertura del sector financiero. Este es uno de los aspectos más controversiales para China, quien aún no ha respondido cómo hará la reforma, pero está trabajando en ello de forma progresiva, demandando que se respeten sus tiempos.
La sobreproducción china de los sectores manufactureros claves tales como el aluminio, el acero, el cemento y vidrio también ha sido una de las principales preocupaciones para los EEUU, donde radica en parte el giro proteccionista, respondiendo a aquellos sectores sobre todos industriales que fueron los más castigados por la avanzada china y reclamabaneste giro1,a pesar de que las principales exportaciones de China en materia siderúrgica no tienen como destino a los EEUU.Asimismo, Washington demanda mayor apertura en el sector automotriz chino para acrecentar las exportaciones de vehículos estadounidenses, aunque no parece una demanda muy necesaria para las compañías de este rubro que ya operan en el gigante asiático y venden más en dicho mercado que en el estadounidense.
Por su parte China impulsa2 el reclamo de ser consideradauna economía de mercado, y no una economía en transición dado que desde que ingresó a la OMC en 2001 ha cumplimentado todas las reglas del organismo.Este reclamo está vinculado al hecho de que todavía se le pueden aplicar medidas antidumping a sus exportaciones, cuando esta posibilidad debería haber finalizado en 2016 y China esperaba desde ese momento que no se le aplicase un trato discriminatorio. Sin embargo, EEUU se negó a reconocerle el estatus de economía de mercado y es por ello que China pone como condición a los países o bloques con quienes negocia acuerdos de libre comercio, que la reconozcan en ese sentido y renuncien al trato discriminatorio en eventuales denuncias antidumping.
Respecto de la acusación de los EEUU de manipulación cambiaria, China argumenta que su moneda ha sido incorporada dentro del grupo de monedas que componen los Derechos Especiales de Giro del FMI, hecho que ratifica que su cotización responde a las fuerzas del mercado. Asimismo, según el FMI la moneda se ha apreciado respecto del dólar un 25% entre 2005 y 2015.
Para entender las dimensiones reales de esta disputa y los motivos por los cuales Trump rozó con cierta obsesión hacia China manifestando constantes críticas como las ya expuestas,es necesario no perder de vista cómo China ha alcanzado amplios logros en materia productivo comercial, que es la base donde se sustenta su dinamismo económico y su fortaleza y cuáles son las líneas principales de su política exterior.
Los logros de China y su proyección internacional
China tiene como principal objetivo afianzar su estrategia 2049 y alcanzar el Sueño Chino, vinculado al rejuvenecimiento de los objetivos centenarios y la vuelta al lugar histórico que le corresponde, es decir, el retorno a la normalidad histórica. Para ello ha desarrollado una política exterior basada en el desarrollo pacífico, que busca evitar conflictos con los Estados Unidos sin cerrar puertas a la negociación. Además,el gigante asiático busca reconocimiento y aceptación de una sola China, la República Popular China, vinculado a evitar dobles reconocimientos, principalmente en el caso de Taiwán. Asimismo, sostiene los principios de “Coexistencia Pacífica”,que demuestran claras diferencias con los comportamientos de los Estados Unidos en temas como la “no injerencia en asuntos internos” y el respeto por la soberanía y la integridad territorial.Otra característica de su política exterior tiene que ver con las relaciones o asociaciones estratégicas, que son menos rígidas que otras alianzas, habilitando la posibilidad de hacer acuerdos amplios con países de diversos regímenes políticos y distintos niveles de desarrollo económico.
Hoy dos iniciativas son fundamentales para alcanzar sus objetivos a largo plazo: el Made in China 2025 y la Belt and Road Iniciative (BRI).
La iniciativa Made in China 2025 busca incorporar la innovación tecnológica y construir los puentes entre la industrialización y la informatización para que, en el año 2049, se logre el liderazgo internacional enmateria tecnológica. Cabe mencionar que hoy por hoy la principal disputa se da en el terreno de las tecnologías que modifican sustancialmente las formas de comunicarnos, producir y consumir, vinculadas a internet, el big data, la inteligencia artificial, la robótica, la computación cuántica, energías renovables no convencionales, las biociencias, el aeroespacio, entre otras.
Fuente: Pixabay
En este sentido, es interesante aquí observar algunos datos que van consolidando la estrategia china. En 2015superó en inversión en I+D (investigación y desarrollo) a la Unión Europea, y en 2018 a EEUU en publicaciones científicas. Desde hace 5 años es el país que registra mayores números de patentes, en la actualidad lidera a nivel tecnológico en energía eólica-solar, y existen 1800 centros de I+D en China pertenecientes a empresas extranjeras3. También cuenta con el 50% de las transacciones de comercio electrónico a nivel global y le corresponden el 34% de las inversiones globales.
El caso del 5G es el corazón esta iniciativa y si Huawei no logra expandirse ni internacionalizarse, podrá poner en cuestión el liderazgo chino. Por ello Trump ha aglomerado sus esfuerzos en torno a esta disputa, debido a que quien logre encabezar este negocio podrá estar en mejores condiciones a futuro para el liderazgo en innovación tecnológica.Para ello, además de presionar aliados y poner en el tapete esta discusión, ha implementado barreras a la inversión china en empresas de origen estadounidense y el bloqueo a las exportaciones de altas tecnologías hacia China, alegando que hay límites difusos entre los ámbitos privado y público, dado el carácter estatal de las compañías chinas. Por su parte, la respuesta de China consiste en el derecho a invertir de manera irrestricta y sin límites en la potencia rival, aludiendo a los principios del libre comercio.
Como decíamos, la otra gran estrategia de este país es la iniciativa de la Franja y de la Ruta, la BRI (por sus siglas en inglés), que propone alternativas de financiamiento, sin condicionalidades para acceder, ni económicas ni políticas. Esta iniciativa consta de seis corredoresterrestres y dos marítimos y es un plan económico de alcance global.Para incorporarse a la iniciativa, el país que se sume solo debe firmar un documento muy flexible, que no tiene características de tratado, y que no comporta obligaciones. La BRI se implementa a través de empresas nacionales, municipales, regionales y bancos,sin existir una coordinación central, lo que le permite ir desarrollándose y adaptándose según los contextos. Esta iniciativa tiene sus raíces, en parte,en la necesidad de construir infraestructura para exportar la sobreproduccióngenerada post-2008, a partir de la cual, por ejemplo en el sector de acero y cemento se ha extendido y supera la demandaal interior de China. Asimismo, aporta a la política exterior de China en tanto proyecto integral para la región asiática y su océano central, generando las bases para la búsqueda de una “Asia autogobernada”4, contribuyendo a la materialización de su hegemonía en la región.
Los argumentos de los sectores detractores de la iniciativa esgrimen que esta ruta es una nueva forma de la trampa de la deuda, que además está inmersa en corrupción y tiene profundos costos medioambientales. La flexibilidad que comporta hace imposible que haya control y transparencia. Fomenta además la idea de diplomacia económica como poder. Si bien los créditos vinculados al desarrollo son importantes, también pueden generar dependencia y, a futuro, arrastrar condicionalidades.
Por su parte, quienes están a favor de esta iniciativa resaltan que puede resultar una herramienta útil para la cooperación con miras al desarrollo, generando empleos y mejor conectividad y logística entre sus miembros.
La importancia geopolítica que puede adquirir la BRI-que engrandece la presencia de China a nivel marítimo y terrestre en la región- genera preocupaciones en seguridad para los Estados Unidos, además de los vecinos de la zona, dado que tiene ambiciones de proyectarse ampliamente en el concierto internacional. Estados Unidos presiona a sus aliados para no sumarse a la BRI y para que elijan por uno o por otro. En cambio para China el punto de conflicto no es con los Estados Unidos, sino que la elección a la que somete a sus aliados es entre China y Taiwán.
Vista noctura de la ciudad de Shanghái, en la República Popular de China. Fuente: Pixabay.
Actualmente China produce el incremento anual del PBI mundial en un 30 por ciento, traccionando a las industrias asiáticas. Es el principal mercado para las exportaciones de los países centrales y en ese sentido, ha adquirido el60% de las exportaciones de soja de los Estados Unidos. Además, lidera el mercado automotriz a nivel global, también de computadoras y celulares y las 500 empresas más importantes del mundo se encuentran radicadas en su interior.
Al haberse generado tanto excedente por la sobreproducción,China hoy se ha convertido en el principal acreedor a nivel global. Al existir la ausencia de alternativas de desarrollo del sur global, va llenando algunos espacios con características diversas al Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial y sus condicionalidades.En ese marco, ha promovido la creación dediferentes instituciones financieras internacionales,como el Banco de los BRICS y el Banco de Inversiones y de Infraestructura de Asia (AIIB, por sus siglas en inglés), y ha potenciado el proceso de vinculación con África y América Latina, en este último caso a través de la inversión directa, de préstamos, de acuerdos bilaterales y del Foro de la CELAC-China.
¿Polos de poder o interdependencia?
Estados Unidos bajo la administración de Donald Trump ha construido una narrativa que ubica a China como competidor estratégico en varias áreas, como la política, la económica y la militar; lanzando acusaciones de diversa índole sobre la falta de cumplimiento o de respeto a las reglas de juego por parte del gigante asiático, acciones que van en contra de los valores e intereses de los Estados Unidos.
Trump buscó bloquear el ascenso tecnológico del gigante asiático y es probable que haya querido aplicar sobre China la misma presión que ejerció Reagan a la URSS. Pero hay profundas diferencias. En principio China supera ampliamente lo que era la Unión Soviética en las esferas económica, financiera y tecnológica. Otro punto a tener en cuenta es el estado de las cadenas de valor, que hoy están muy interrelacionadas y cuando Trump busca castigar a las exportaciones chinas, perjudica a su vez a países aliados y a las propias empresas estadounidenses. El mandatario pudo haber golpeado en el corto plazo para que China tenga que ceder en ciertos aspectos pero la estrategia estadounidense no puede profundizarse mucho más por los impactos que tendría en la economía global.
De este modo, EEUU y China compiten pero existe entre ambos países una profunda interdependencia. Tienen la principal relación comercial del globo. 2014 fue el primer año en que las inversiones chinas en EEUU superaron a las estadounidenses en el gigante asiático. Sin embargo, Norteamérica lleva las riendas en los intercambios monetarios globales,que todavía se hacen con su moneda y, además, es quien controla a las principales instituciones financieras, surgidas en Bretton Woods, y que todavía no dejan de tener incidencia a nivel global ni alternativas pese a los esfuerzos determinantes de la potencia asiática. Es así que, dada la profunda interdependencia, todavía no es tan fácil prever cuál será la profundidad o el desenlace de este antagonismo.
En lo concerniente a la estrategia militar, es cierto que el ascenso tecnológico que está llevando adelante China (5G, robótica, inteligencia artificial) le permitirá fortalecerse en ese sentido puesto que estas tecnologías pueden ser muy útiles en materia militar y esto podría amenazar la seguridad de los Estados Unidos. Sin embargo, todavía esta posibilidad se encuentra lejana porque el poderío estadounidense es mucho más amplio. China avanzade todos modos, y ha elevado su presencia en bases navales en Pakistán, Sri Lanka, Yibuti y se asocia con Rusia para desarrollar ejercicios navales5. Por su parte, la estrategia de seguridad norteamericanava posicionando sus fuerzas haciendo un cerco al gigante asiático, toda vez que despliega las bases militares en torno a los océanos y pone su foco en el reforzamiento de la alianza con la India, Japón, Corea del Sur, Taiwán e Indonesia; además de Australia y Tailandia en los márgenes interiores6.
Ahora toca preguntarnos ¿cuál es el papel que juega China en esta reconfiguración del orden mundial?¿Busca desplazar a los Estados Unidos? ¿Qué intenciones tiene de redefinir las reglas globales? Estos interrogantes aún no tienen respuestas acabadas ni tajantes, pero podemos pensar en algunas pistas para esgrimir posibles hipótesis.
A pesar de haber ocupado espacios vacíos, esto no implica que China ambicione moldear el nuevo orden mundial, sino más bien generar las condiciones necesarias para seguir creciendo y responder a sus objetivos en materia de política exterior. El gigante asiático conoce los beneficios del actual statu quo y evitará ponerlo en riesgo, a no ser que observe que la avanzada estadounidense en su contra puede amenazar sus intereses. Por ello reclama y defiende el “desarrollo pacífico”. El destino compartido es para Asia y no queda tan explicitada su intención de liderar el mundo. En ese sentido, China tiene una respuesta moderada y multiplica sus políticas de seducción hacia países alternativos. Teniendo en cuenta que su estrategia militar es mucho menos poderosa que la de EEUU, construye un discurso de política exterior con elementos más bien pacifistas, de cooperación mutua, intercambio. En sus documentos oficiales no aparecen las palabras poder, influencia, hegemonía, disputa.
Por último es importante mencionar aquí un elemento que incide en la posibilidad de que China se transforme en el hegemón, puesto que desde occidente todavía se rechaza ampliamente su régimen político y su forma de gobierno, cuestionando centralmente la participación del Estado y el Partido en la esfera económica. Sin embargo, habrá que observar de aquí en adelante qué sucede con los objetivos estratégicos que se plantea China, porque de alcanzarlos y liderar el sector tecnológico, podría sentar las bases para cuestionar el precepto del sentido común de las democracias liberales, vinculado aque solamente se puede avanzar en crecimiento e innovación en “sociedades libres y abiertas”.
2. Rosales, O., 2020. El sueño chino. Buenos Aires: Siglo XXI.
3. Idem
4. Fornillo Bruno (2017): “La China de Xi Jimping y el Estados Unidos de Trump: Tensión global y el lugar de Sudamérica”, en Revista de la Red de Intercátedras de Historia de América Latina Contemporánea, N°. 7, Segunda Época, Córdoba, Argentina. P.13
5. Rosales, O., 2020. El sueño chino. Buenos Aires: Siglo XXI.
6. Fornillo, Bruno (2017): “La China de Xi Jimping y el Estados Unidos de Trump: Tensión global y el lugar de Sudamérica”, en Revista de la Red de Intercátedras de Historia de América Latina Contemporánea, N° 7, Segunda Época, Córdoba, Argentina.