Descubrimiento y dolor de un poeta depuesto. La idea de Patria en Leopoldo Marechal
El poeta, ensayista, novelista y dramaturgo1, Leopoldo Marechal (Villa Crespo, 1900-1970), publica su libro de poemas Heptamerón en 1966. Encuentro que en uno de sus poemas titulado: “El descubrimiento de la Patria”, se propone explorar e intentar definir a la Patria. Observo que el poeta villacrepense logra una mirada profunda, visceral. Humanista por lo antropológica, antropológica por lo humanista; escribe Marechal:
Dije yo en la ciudad de la Yegua Tordilla / “La Patria es un dolor que aún no tiene bautismo”. / Los apisonadores de adoquines / me clavaron sus ojos de ultramar; / y luego devoraron su pan y su cebolla / y en seguida volvieron al ritmo del pisón.
¿Con que derecho definía yo la Patria, / bajo un cielo en pañales / y un sol que todavía no ha entrado en la leyenda? / Los apisonadores de adoquines / escupieron la palma de sus manos:
en sus ojos de allende se borraba una costa / y en sus pies forasteros ya moría una danza.
“Ellos vienen del mar y no escuchan”, / me dije. “Llegan como el otoño: repletos de semilla,
vestidos de hoja muerta. /”Yo venía del sur en caballos e idilios: / “La Patria es un dolor que aún no sabe su nombre”.
[…] La Patria no ha de ser para nosotros una madre de pechos reventones; / ni tampoco una hermana paralela en el tiempo de la flor y la fruta; / ni siquiera una novia que nos pide la sangre de un clavel o una herida.
[…] Yo la vi talonear los caballos australes, niña y pintando el orbe de sus juegos. / La Patria no ha de ser para nosotros nada más que una hija y un miedo inevitable, / y un dolor que se lleva en el costado sin palabra ni grito.
[…] “La Patria era una niña de voz y pies desnudos. / Yo la vi talonear los caballos frisones […] / (Los hombres de mi estirpe no la vieron… […]
[…] / “La Patria era un retozo de niñez
[…] / Yo la vi junto al fuego de las hierras
[…] / No la vieron los hombres de mi clan […]
[…] Por eso, nunca más hablaré de la Patria2.
Principalmente por este poema, se han escrito varios textos sobre la idea de la Patria para Marechal. A diferencia de los análisis que han hecho autores y autoras como María Rosa Lojo3, Eduardo Edwards4, Graciela Maturo5 o Carlos Salanes6 en donde se alude a que su idea de Patria surge de elementos “más sensoriales que racionales” (Edwards), se funda a partir de una “identidad plural e inédita para argentina” (Lojo), se liga con una misión de los poetas relacionada con la acción de iluminar y “despertar a sus compatriotas” (Maturo), o surge a partir de una idea de comunidad que le es negativa a su idea de Patria (Salanes), observo otras cuestiones que cimentan la idea de Patria en Leopoldo Marechal.
Desde mi lectura, el poeta argentino, depuesto desde 1955, escribe este poema en donde relata un episodio que le ha ocurrido caminando las calles de Buenos Aires. Marechal envuelto en sus cavilaciones se topa con los apisonadores de adoquines, inmigrantes con “ojos de ultramar”. Como primera reacción les dice que la “Patria es un dolor que no tiene bautismo”, aunque después, en un segundo momento, se llama al silencio, como comprendiendo que a pesar de esa pre concepción de lo que es la Patria, ahí también, en esos hombres que cubrían de adoquines el suelo de la ciudad, estaba frente a la Patria, de allí el nombre del poema.
Lepoldo Marechal. Fuente: Infobae.
En sus tres novelas y en varios de sus libros de poemas como Cinco poemas australes (1937)7, Canto a San Martín o cantata Sanmartiniana (1950)8 o en Heptamerón (1966), encuentro que la idea de Patria para Marechal no surge desde algún lugar de su conciencia. Eso no quiere decir que la idea de Patria sea concebida como algo externo, que él no posee, todo lo contrario. Observo que en Marechal la Patria es algo colectivo, compartido, vivenciado con otros y a través de los otros. El poeta depuesto construye sus obras con personajes de su barrio y de estas tierras. Ellos hablan y tejen sus visiones del mundo, son textos con muchas voces, en su mayoría de trabajadores y trabajadoras, filósofos de cafetín, seres errantes, algunos desesperados, otros sacrificados, en pocas palabras: malditos e insatisfechos. Por momentos en sus novelas y poemas el narrador de sus obras (su alter ego de turno) asume el rol de etnólogo, en el sentido de narrar o reflexionar sobre lo que él ve, sobre sus interacciones que tiene con “los otros”. Encuentro que en “El descubrimiento de la Patria”, por ejemplo, el dolor no radica en una idea de Patria que él no encuentra en los apisonadores de adoquines, sino que el dolor nace por no haber reconocido en un primer momento que esos rostros son parte de la Patria. De fondo, observo que aparece el planteo: ¿Quién soy yo para cuestionarlos sobre si son o no parte de la Patria?
Unos cuantos años antes, en su Adán Buenosayres de 1948, tiene la misma tesitura. En uno de los pasajes en donde los personajes de aquel viaje discuten sobre temas que refieren a la nacionalidad argentina, escribe Marechal:
Un jirón de viento, llegado quién sabe de qué lejanía, azotó de pronto la cara de los héroes y los embarcó en diversas conjeturas: Adán Buenosayres, que todo lo veía en imagen, lo tomó por el mismo resuello de la pampa; en cuanto a Samuel Tesler, declaró respirar en aquel soplo una “enorme frescura de diluvio” […] por su parte Del Solar, aspirando el viento como si lo bebiera, no tardó en reconocer el olor de las parvas fragantes, el de los rastrojos en abril, el de las cascarrientas majadas, el de los trebolares húmedos. […] Lo cierto era que todos, con orgullo legítimo, acariciaban la noción de aquella Patria inmensa, de aquella Patria desnuda y virgen, de aquella patria niña y como brotada recién de las manos de su Creador9.
Otra vez, la importancia de la comunidad en la construcción de una Patria es fundamental. Para Marechal la Patria implica lo vital, lo existente. Ahora bien, claro está, su idea de Patria es una ruptura con el campo académico y cultural dominante de su época (incluso en algunos espacios académicos y culturales puede ser disruptivo hoy), que poseen otra idea de Patria, creada por un Nacionalismo liberal y oligárquico de tradición iluminista – europea. Una idea de Patria inhallable en la comunidad, porque no se origina del sentir de los trabajadores y trabajadores del suelo argentino sino que fue el resultado de la voluntad de un sector de la sociedad (quienes detentaban el poder político y cultural). En otras palabras, la idea de Patria que propuso el Nacionalismo oligárquico y liberal es un artificio, del latín artificium, “del arte de hacer”. Un objeto creado para un determinado fin, una abstracción, una operación que disoció al pueblo de las tradiciones, historia y memoria del pueblo que habitó estos suelos. Que accionó para barrer al gaucho y al indio pero que como muestra Marechal, siguió operando sobre los inmigrantes, trabajadores y trabajadoras de Buenos Aires. En resumen: para Marechal como para José Hernández, creador de nuestro poema fundacional, el Martín Fierro, a la hora de hablar de la Patria la llave no la tienen los intelectuales, sean escritores o poetas, sino que hay que buscarla en quienes viven y trabajan en este suelo, dice Martín Fierro: “Aquí no valen doctores: / Sólo vale la esperencia; / aquí verían su inocencia / esos que todo lo saben, / porque esto tiene otra llave / y el gaucho tiene su cencia”10.
Desde su concepción, la Patria no es exclusiva ni excluyente de los nacidos en el país o de los que provengan de cierta extirpe o sector social determinado. Los Patriotas son quienes hacen algo por la Patria, por engrandecerla, desde esta perspectiva entonces, los trabajadores y trabajadoras son los portadores de la vitalidad de la Patria por ser quienes la construyen día a día moldeándola con usos y costumbres, gestos, sentimientos y luchas. Para Marechal, es de la comunidad, con su memoria, historia y tradición, desde donde emana la Patria, y no de la conciencia de unos pocos literatos, académicos o científicos. Son los trabajadores y trabajadores las que en el devenir de la historia han resuelto los problemas más profundos del país. Escribe Marechal en Megafón o la guerra: “Yo en tu lugar, buscaría en el pueblo la vieja substancia del héroe Muchacho, el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria”11.
Leopoldo Marechal. Fuente: Infobae
Otro elemento que considero visceral para comprender la idea de Patria en Marechal, es la tradición: hispánica y católica. En un reportaje que le realizó el periodista, poeta, militante político, Francisco “Paco” Urondo (Santa Fe, 1930-1976) en 1967, se definía Marechal: “Soy peronista. El peronismo, que fue cristiano, digan lo que digan, transformó la masa numeral en un pueblo esencial. Hay una vieja y pequeña Argentina, representada por la oligarquía, que se obstina en no terminar de morir. Pero todo mejoramiento social que no se funde en la crística no puede crear una felicidad trascendente”12.
El cristianismo (tradición) y la lucha del pueblo argentino por su liberación (memoria e historia). El cristianismo para Marechal es un elemento central de nuestra identidad, sus principios fundantes arraigaron en la comunidad (en el pueblo trabajador). En el caso Hispanoamericano, como señalan varios filósofos/as y Pensadores/as Nacionales13, se produjo un proceso de sincretismo, para Marechal nuestra identidad había surgido primero de la mixtura de lo católico con lo indigenista, dando lugar al gaucho, al mestizaje. Luego los inmigrantes que llegaron a estas tierras se acriollaron. Ahora bien, los inmigrantes europeos (campesinos y obreros: italianos, españoles, franceses, rusos, árabes) que llegaron al Río de la Plata, en su gran mayoría no eran protestantes o laicos, tampoco, como señala Alberto Buela, eran seres que habían pasado por los diferentes estadios de la denominada Revolución Mundial: Reforma, Revolución Francesa, Revolución Bolchevique y Revolución Tecnocrática. Estos, dice Buela, “posee[n] como núcleo aglutinador de su conciencia una cosmovisión que es anterior de la Revolución Mundial”14. En pocas palabras, para Marechal, lo católico cruzado con lo indio se transfiguró en un “cristianismo plebeyo”, y en un sentido más medieval que moderno, el cristianismo se enlazó como fuente redentora, fuerza vital, un principio activo, que motorizó las esperanzas de un mundo mejor para los trabajadores y trabajadoras de estos suelos. De allí la relación con el otro principio, el de la liberación Nacional, en Megafón o la Guerra, el pueblo para Marechal es el pueblo trabajador y en ese sentido, es un pueblo pacífico, dice: “Nuestro pueblo libertó a otros y no esclavizó ni robó a ninguno. […] no cometió ningún genocidio ni oprimió a hombres de otro color en la piel y en el alma”15. Ahora bien, este pueblo que es pacífico por esencia, ha sufrido la violencia, persecución y muerte desde 1955. Han exiliado a los líderes que había elegido democráticamente, han anulado su Constitución con las leyes laborales que desde antes de la Semana Trágica había esperado, y ha sufrido persecuciones y fusilamientos, constituyéndose hacia 1970 como “un pueblo en derrota”16. El personaje principal de su última novela, Megafón, intenta hacer despertar a este pueblo, propone “sacarse la peladura externa [semi colonial]” para que el Ser Nacional, el verdadero, vuelva a emerger. De allí que el pueblo, la Patria, se manifiesta también en su lucha por la liberación Nacional. Marechal, como tantos otros, está agazapado hacía 1970, se encuentra a la espera desde el golpe cívico militar que llevo al exilio a Perón. En su Megafón o la guerra escribe que ese país y ese gobierno no es el real. Desde aquel año (1955) el país pasó a tener dos dimensiones, una corporal y otra espiritual. Escribe Marechal:
-En nuestra fauna sumergida existen hoy el Gobernante Depuesto, el Militar Depuesto, El Cura Depuesto, El Juez Depuesto, El Profesor Depuesto y el Cirujano Depuesto. No quedo aquí ningún hijo de madre sin deponer.
-¿Y usted qué lugar ocupa en esa fauna?-me preguntó Megafón chisporroteante de malicia.
-Soy el poeta depuesto –le confesé modestamente17.
2. MARECHAL, LEOPOLDO, “Descubrimiento de la Patria”, en Heptamenón, Buenos Aires, Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1966.
3. LOJO, MARÍA ROSA, “Leopoldo Marechal, 50 años después”, en Diario Pagina 12, Buenos Aires, 21 de junio de 2020.
4. EDWARDS, RODOLFO, “El compañero Marechal”, en Caras y Caretas, edición especial en homenajea Leopoldo Marechal, Buenos Aires, 7 de junio de 2020.
5. MATURO, GRACIELA, Marechal. El camino de la belleza, Buenos Aires, Biblos, 1996.
6. SALANES, CARLOS, “El concepto cristiano de Patria: Francisco L. Bernárdez, Leopoldo Marechal”, en Revista de Literaturas Modernas, Vol. 43, Nº 2, Universidad Nacional de Cuyo, Facultad de Filosofía y Letras, Mendoza, julio-diciembre 2013.
7. MARECHAL, LEOPOLDO, Cinco poemas australes, Buenos Aires, Convivio, 1937.
8. MARECHAL, LEOPOLDO, Canto a San Martín o cantata Sanmartiniana [1950], Buenos Aires, Castañeda, 1979.
9. MARECHAL, LEOPOLDO, Adán BuenosAyres [1948], Buenos Aires, Six Barral, 1994, p. 121.
10. HERNÁNDEZ, JOSÉ, Martin Fierro [1872], Buenos Aires, Editorial Ciordia, 1976, p. 78.
11. MARECHAL, LEOPOLDO, Megafón o la guerra [1970], op., cit., p. 57.
12. “Entrevista de Francisco Urondo a Leopoldo Marechal”, en Semanario Juan, Buenos Aires, 7 de Junio de 1967.
13. PODETTI, AMELIA, “La irrupción de América en la Historia”, en Revista Hechos e ideas, Buenos Aires, Noviembre / Diciembre de 1986, pp. 34-46; MAZZI, DANIEL OSCAR, “Bartolomé de las Casas, el primer anticolonialista americano”, en América Latina una Patria Grande, tomo: Las raíces Históricas, Barcelona, Océano, 1983; CATURELLI, ALBERTO, América bifronte, Buenos Aires, Troquel, 1961; De ANQUIN, NIMIO, El ente y la memoria, Buenos Aires, Editorial Bonum – Secretaria de Cultura de la Nación, Buenos Aires, 1994;
14. BUELA, ALBERTO, Aportes al Pensamiento Nacional, Ediciones Cultura Et Labor, Buenos Aries, 1987; El sentido de América (seis ensayos en busca de nuestra identidad), Buenos Aires, Theoria, 1990; Aportes a la tradición Nacional, Marcos Paz, Theoria, 1998.
15. MARECHAL, LEOPOLDO, Megafón o la guerra [1970], Buenos Aires, Sudamericana, 1988, p. 18.
16. Ibídem, p. 13.
17. Ídem.