China y la construcción de un camino de independencia
Hay tres eventos relativamente recientes que dan cuenta de la importancia de China y su dinámica. Objetivamente, esta nueva potencia oriental se convierte en la segunda economía del mundo en 2010, cuando desplaza a Japón de ese lugar. Dos años después, se convierte en la economía que más comercia con el mundo, pues su volumen de comercio total supera al de EE.UU., quien ocupaba ese lugar desde hacía seis décadas. El evento más llamativo, quizás, sea lo que sucedió estadísticamente en 2014, cuando China se convierte en la economía más grande del mundo (medido por la Paridad del Poder Adquisitivo, o PPA), desplazando a EE.UU. luego de 142 años, ya que desde 1872 era la economía que más riqueza generaba en un año calendario.
Vista nocturna de la ciudad de Hong Kong en la Región Administrativa Especial de Hong Kong de la República Popular China
Pero ese trayecto no esconde que China fue y es dependiente, aunque no necesariamente lo es ahora de las mismas cosas que lo era antes, sean propuestas políticas, personas y/o recursos. Su carácter de dependiente marca a fuego su devenir, y a tal punto es importante, que realiza grandes esfuerzos políticos y materiales para abandonar esa condición. Una parte importante de esos esfuerzos se dirigen al intento de integrarse a la economía mundial, aprendiendo sus reglas, participando del juego global del cual otros escribieron las reglas. Ese intento, se ha estudiado, está relacionado con la presencia de las transnacionales en su territorio, que explican hoy casi la mitad de las exportaciones de China, y lo mismo con las compras que se realizan desde allí. Convertir el crecimiento en desarrollo fue y es la meta del Politburó, y de esa manera consolida su poder político en un régimen que llaman “soclialismo con características chinas”.
China ya es grande, se despliega por el mundo con sus intereses, se integra al resto muy rápidamente desde 2001 (cuando accede a la OMC), y aprecia que las instituciones creadas desde la segunda guerra mundial, no la contienen. Sus intereses no fueron considerados, y de allí que mientras trata de establecer relaciones más duraderas, de largo plazo y confiables con aquellas economías que le importan, es que crea su propia institucionalidad. Aparecen así la Organización de Cooperación de Shanghai, el Banco de Desarrollo (ex BRICS), y dos que nos tocan más de cerca, al menos políticamente: el Banco Asiático de Inversión e Infraestructura, y la Iniciativa de La Franja y la Ruta, o BRI (por su sigla en inglés). En el medio, su proyecto de independencia presenta una manifestación reveladora en la mayor iniciativa de infraestructura que tiene lugar en este momento en el mundo, y que China diseñó, promueve y financia. Me refiero a la Nueva Ruta de la Seda, que ahora se la conoce como Belt and Road Iniciative -BRI-.
Vista nocturna de la ciudad de Hong Kong en la Región Administrativa Especial de Hong Kong de la República Popular China
Sobre ese camino se pronuncia con formatos novedosos, con los que planea involucrar a sus vecinos, primero, y luego a todo el resto del mundo posible, para comprometerlos en una trayectoria que promociona como venturosa para todos (win win). Así la presenta. Sin embargo, hay otro plano paralelo, que está dado por los caminos de la interdependencia, que le resultan obligados pues lo que ahora es China, no podría serlo si no hubiese abrevado antes en el conocimiento de aquellos que avanzaron primero. En otras palabras, la dependencia mencionada arriba está marcada por la ausencia de conocimiento: se es dependiente cuando no se es dueño del saber, cuando no se puede crear porque la llave del conocimiento no está disponible. Decimos que China se encamina a independizarse, porque hasta aquí solo ha sido testigo de cómo los poderosos han establecido los estándares, patrones y normas que tienen que usar cotidianamente, tanto quienes las establecieron como aquellos que son (somos) usuarios obligados. Si China no participa en la definición de esas pautas, estándares, depende de las que establezcan los otros poderes y no tiene otro camino posible que seguir la huella ya trazada. Por eso trabaja para independizarse y establecer sus propios estándares, que ahora trata de internacionalizar sobre la base de aquella iniciativa de proyección internacional. Se despliega con sus propias normas sobre un camino que está creando.
Ese despliegue chino por sobre el mundo en vías de desarrollo, se caracteriza por usar esos recursos institucionales que se enancan en toda una serie de relaciones comerciales y de inversiones ya de vieja data, relación que fue ganando masa crítica en la medida que las relaciones entre China y esas economías fue progresando, haciéndose más estrecha. Con muchas tiene una relación especial que China caracteriza de acuerdo a su propia mirada: relaciones bilaterales amistosas, asociativas, integrales, cooperativas, etc. Con nuestro país tiene firmada una Asociación Estratégica del tipo Integral (2014), que se caracteriza por superar las instancias comerciales y de inversiones, para incluir otro tipo de relación política e institucional, pues se despliega también sobre campos que tienen que ver con las posiciones en organismos multilaterales, el diálogo político, las cuestiones de defensa, cooperación académica, integración cultural, entre varias otras. No solamente, en definitiva, somos socios cuya relación comercial y de inversiones va creciendo, sino que China se aviene a proponernos financiamiento, infraestructura y tecnología, activos que constituyen el centro de su oferta a los países deficitarios en todos y cada uno de esos segmentos.