“La alianza con las universidades es clave para nosotros”

Christian Asinelli, vicepresidente de CAF, conversó con Allá Ité sobre la dimensión institucional de la integración regional, la relación con las universidades públicas, las inversiones en curso y el rol del multilateralismo en América Latina.
Por Magalí Gómez* y Carlos Avondoglio* *

 

CAF - Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe desde 2023 es una institución fundada en 1968 con el objetivo de promover el desarrollo sostenible y la integración regional. Desde su núcleo original (conformado por Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela), CAF ha ampliado su membresía e influencia, incorporando a países de toda América Latina y el Caribe, así como a España y Portugal como miembros extra-regionales.

Con sede en Caracas y oficinas en varias capitales latinoamericanas, este banco se ha consolidado como una de las principales fuentes de financiamiento multilateral de la región, apoyando proyectos de infraestructura, inclusión social, innovación, medio ambiente y fortalecimiento institucional. Además de su labor financiera, la institución ha impulsado relaciones de cooperación entre sus países miembros y ofrecido capacitación a actores estratégicos del ámbito social y político.

Con el objetivo de conocer más a fondo la visión de CAF respecto a la integración regional, su relación con las universidades y las inversiones prioritarias en el marco de un desarrollo ambiental y socialmente equilibrado, Allá Ité entrevistó a su vicepresidente corporativo de Planificación Estratégica, Christian Asinelli.

 

 

Allá Ité (AI): ¿Cuál es la mirada de CAF respecto del estado actual de la integración latinoamericana?

Christian Asinelli (CA): La integración está en el ADN de nuestra institución desde su fundación. Cuando en 1968 se fundó la Corporación Andina de Fomento (CAF), integrada por los seis países andinos, los dos temas centrales fueron integración y sostenibilidad. A pesar de que en ese momento se pensaba la integración desde un punto de vista subregional, también se proyectaba a toda América Latina y el Caribe ya que en el convenio constitutivo se había dejado abierta la posibilidad de que se sumaran otros países, cosa que fue pasando con el correr de los años.

Entonces, lo que en 1968 comenzó como Corporación Andina de Fomento, hoy es un banco de desarrollo continental con 25 países y más que se están sumando durante este año, donde está casi toda América del Sur, Centroamérica y países del Caribe. ¿Por qué hago esta introducción? Porque CAF se transformó en un bien público regional de América Latina y el Caribe, hecho que demuestra que la integración es posible en esta región y que se pueden hacer instituciones y fortalecerlas.

 

 

Yendo a tu pregunta, la integración en la región depende de los períodos históricos: hay mejores o peores momentos, con más encuentros o más desencuentros. Hoy en día vemos que hay mucha polarización dentro de los países, la cual muchas veces termina impactando en los organismos de integración. Algunos están más fortalecidos, otros menos. Que CAF siga creciendo es una muestra cabal de que es posible generar estos espacios cuando están claros los objetivos, hacia dónde tenemos que ir. Se dejan de lado quizás algunas cuestiones de definiciones políticas y se piensa en el largo plazo. Me parece importante remarcar que la integración es un proceso que tenemos que acompañar los que tenemos responsabilidades en las instituciones que la componen y hacer el esfuerzo para que se pueda ir fortaleciendo y no debilitando.

AI: En ese marco, queríamos consultarte sobre la CELAC, un espacio que ha atravesado tanto etapas de expansión como de debilitamiento. ¿Qué relevancia tiene para vos como mecanismo de integración regional? ¿Y qué tipo de articulación existe actualmente entre este organismo y CAF?

CA: Desde CAF colaboramos con muchas instituciones de integración: Mercosur, ALADI, la Alianza del Pacífico, entre otras. En particular con la CELAC, tenemos un trabajo desde hace muchos años; acompañamos generalmente a las Presidencias pro tempore de cada uno de los países con cooperación técnica y apoyo financiero, para que el organismo, que no tiene una estructura jurídica, pueda hacer algunas actividades concretas.

Hemos acompañado las presidencias de Argentina y de México; también estuvimos acompañando la de Honduras, y la de San Vicente y las Granadinas en su momento. Creemos firmemente que es un espacio de discusión política muy necesario para la región, donde todos los países pueden ir, sentarse, decir lo que piensan, y también elaborar políticas de largo plazo.

Como organismo internacional, no tomamos definiciones políticas, sino que acompañamos a los países que, en definitiva, son los dueños de CAF, ya que son los accionistas, los que han puesto dinero para que la misma funcione. Nosotros devolvemos ese dinero cuando las presidencias pro tempore de la CELAC, ejercidas por los países que son miembros de CAF, nos piden acompañamiento. Ya estamos trabajando con Colombia para colaborar en los objetivos que tienen para su presidencia; entiendo que después probablemente sea Uruguay, con el que también ya estamos articulando.

En síntesis, vemos bien la actividad de CELAC, creemos que es un ámbito muy válido como espacio de encuentro entre ministros y presidentes y estamos siempre a disposición para poder acompañar desde el punto de vista técnico y con financiamiento a los proyectos que tiene el organismo para que vaya creciendo en institucionalidad.

AI: CAF ha impulsado el Programa Estratégico de Apoyo y Fortalecimiento de la Integración Sudamericana (SUR) en conjunto con la Universidad de Chile. ¿Cuáles son los principales objetivos de este programa? Y en ese sentido, ¿cuál considerás que debe ser el rol o el aporte de las universidades en el desarrollo y la integración de la región?

CA: Empiezo por el final. Nosotros creemos mucho en el trabajo con las universidades públicas de toda América Latina y el Caribe. Parte de los programas que tenemos son de capacitación sobre temas de gobernabilidad, liderazgo e innovación, entre otras temáticas. Muchos de esos programas los hacemos con universidades públicas de la región, porque creemos que estas articulaciones nos da una capilaridad que, como institución financiera, cuesta más tener (más allá de que contemos con un área de conocimiento bien potente que desde hace muchos años trabaja y hace estudios).

Entonces, la alianza con las universidades es clave para nosotros, y en particular con las universidades públicas. En el caso de la Universidad de Chile, existe este programa de integración que tiene varios objetivos, como crear redes de académicos, hacer publicaciones y seminarios para trabajar sobre esta temática tan importante.

 

 

Por los cursos de capacitación que mencioné, han pasado, desde el 2002 a la fecha, más de 300.000 personas de América Latina y el Caribe. Algunos están destinados a funcionarios públicos, otros a líderes sociales, otros a especialistas de distintos temas. Hay cursos sobre inclusión financiera, gobernabilidad, etcétera. La variedad se debe a que tenemos un área de desarrollo institucional y capacitación que trabaja en tres grandes áreas: una de alta gerencia donde tratamos de apuntar a ministros, personas que tienen mucha capacidad de decisión, pero que no tienen tanto tiempo para hacer programas de capacitación. Quizás los llevamos una semana, cinco días, a alguna universidad específica para que se capaciten en algún tema. Después están los de gobernabilidad, los de innovación, los de inclusión, a los que asisten muchos funcionarios públicos. Y finalmente, una gama para líderes sociales, ya que también necesitan herramientas para poder desarrollarse.

Tenemos otros proyectos: por ejemplo, hemos llevado adelante algunos programas en Uruguay con el expresidente Pepe Mujica (recientemente fallecido), otras capacitaciones las hicimos en CELAC bajo la presidencia de Honduras en abril. En definitiva, para CAF es muy importante acompañar todo lo que se vincule con generación de conocimiento, capacitación y fortalecer el trabajo con universidades.

AI: ¿Qué proyectos de inversión se están desarrollando actualmente desde CAF para fortalecer la conectividad y el desarrollo económico de la región? Y a propósito de ello, ¿qué tipo de inversiones consideras que América Latina necesita con mayor urgencia en el contexto actual?

CA: Urgencias en la región tenés muchas, obviamente. Si juntáramos todo el dinero de los distintos organismos multilaterales (BID, Banco Mundial, CAF, Banco Centroamericano, Banco del Caribe, etcétera), ese financiamiento podría cubrir solamente el 10% de las necesidades que tienen los países de la región. Con lo cual, nuestra tarea es tratar de que ese financiamiento sea lo más útil y eficiente posible, para poder cumplir con las funciones que nos asignan los países.

Como te decía, los accionistas, los socios de CAF, son los Estados. Ellos nos van pidiendo y vamos desarrollando en cada uno de los países una agenda de trabajo según las necesidades y los requerimientos. El protagonismo lo tienen los países. Nosotros tenemos nuestros técnicos y hacemos los planes con los proyectos que podemos financiar. Tenemos una capacidad de financiamiento limitada como tienen todos los bancos de desarrollo. Pero particularmente somos un banco de desarrollo muy fuerte en temas de agua, saneamiento, lo que tiene que ver con rutas, integración.

 

 

Acá en Argentina, históricamente, se han hecho programas muy interesantes como el de infraestructura universitaria, donde se construyeron 150 edificios nuevos y se restauraron otros. También hay ejemplos de programas de conectividad (los satélites ARSAT fueron financiados por CAF) o la refuncionalización de embalses para la energía nuclear, y proyectos de agua y saneamiento en diferentes países como Ecuador, Colombia o Panamá. Ahora estamos financiando los estudios previos para hacer puentes entre Uruguay y Argentina, y entre Uruguay y Paraguay.

Obviamente trabajamos con otras organizaciones institucionales, bancos de desarrollo que están en China, en Alemania, en Francia, en nuestra región, para tratar de hacer co-financiamientos de proyectos que son muy grandes. Por ejemplo, en el caso del metro de Quito, además de nosotros estuvieron el Banco Europeo de Inversiones, el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Ahora hemos participado en una licitación para el metro de Colombia, en el cual parte del financiamiento va a ser nuestro y otra parte, entiendo, va a provenir de las empresas chinas que ganaron la licitación.

AI: Con relación a lo que venís diciendo, te queremos preguntar por el Corredor Ferroviario Bioceánico de Integración que busca conectar Brasil, Bolivia y Perú, ¿qué avances se han logrado? ¿Existen otros proyectos similares en la región?

CA: Es un proyecto súper ambicioso. Son miles de kilómetros de vías férreas, y todavía no está finalizado. Lo financian distintos bancos de desarrollo; en el caso nuestro, nos tocó acompañar toda la parte de preinversión de vías en Bolivia. Eso ya casi está terminando, pero, como te imaginarás, estos proyectos requieren no solamente la capacidad financiera de organismos multilaterales, sino también la conexión entre los países, el logro de acuerdos, la definición de cuestiones de aduanas, comercio y regulaciones. Es muy desafiante, porque a veces se tiene el financiamiento para hacer el proyecto, pero este requiere también infraestructura institucional y no solamente física. Infraestructura de conocimiento, capacitación y logística, así como acuerdos que contemplen la soberanía de cada uno de los países.

Venimos financiando diversos proyectos de integración que puedan conectar rutas y vías fluviales que permitan generar la infraestructura necesaria para el comercio interregional. Cuando se miran los números de comercio de los países, probablemente China, Estados Unidos o quizás la Unión Europea, terminan siendo los socios más importantes de los países de la región, cuando deberían ser los vecinos. Entonces, como región, tenemos un importante desafío que es el de lograr que el comercio entre los países que están cerca sea mucho más fructífero y fluido, y eso requiere medidas desde el punto de vista arancelario, de infraestructura, institucional, etcétera.

 

 

AI: Dada la creciente importancia del bloque BRICS+ y su Nuevo Banco de Desarrollo (NDB) dirigido por una latinoamericana como Dilma Rousseff, ¿existe la posibilidad de una mayor articulación entre CAF y esta institución financiera para impulsar inversiones en América Latina?

CA: Algunos países miembros de CAF tienen participación en bancos de desarrollo como el de los BRICS+ o en el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura. Como Brasil forma parte de los BRICS+, nosotros podemos hacer proyectos en conjunto con el NDB allí. Es bien paradigmático, porque Brasil tiene frontera con nueve países de América del Sur, y casi todos esos países forman parte de CAF. Entonces, si nos ponemos de acuerdo con el NDB, podemos hacer obras de infraestructura que les sirvan a todo ellos.

Desde luego, tenemos un trabajo muy bueno con Dilma Rousseff. Hemos visitado la sede del NDB en Shanghai y tenemos una relación muy importante y estratégica con ella, orientada a hacer esos proyectos de infraestructura que mencioné. Estuvimos hace poco en el G20 trabajando con su equipo y analizando proyectos que podríamos financiar en los próximos años.

AI:¿A partir de qué estrategias crees que América Latina podría aprovechar mejor las posibilidades que le ofrece el multilateralismo en este mundo en redefinición?

CA: Yo creo que después de la pandemia quedó muy claro que si América Latina y el Caribe no tiene cadenas regionales de valor integradas, tendrá problemas. Si bien países como Argentina, Brasil o Colombia tenían industrias farmacéuticas potentes, no estaban integradas y todos los países tuvieron que buscar vacunas de la manera que pudieron. Si hubiéramos tenido cadenas de valor integradas y no solamente mirando al exterior de la región, podríamos haber solucionado el tema de una manera distinta. Eso creo que ha sido una lección que deberíamos aprender como región. Deberíamos trabajar más en el comercio intrarregional para generar facilidades en ese sentido, pero también para generar estas cadenas regionales no globales de valor que nos ayuden a mejorar la calidad de los proyectos, bajar los costos desde el punto de vista logístico, entre otras ventajas.

Los espacios como CAF, BID, Banco Mundial, Naciones Unidas, donde se discuten los objetivos de desarrollo sostenible y políticas de largo plazo, son espacios muy valiosos a la hora de ponerse de acuerdo y después ejecutar este tipo de obras de integración. Para mí, el multilateralismo es clave en lo que viene.

 

 

Claramente es mucho más fácil ponerse de acuerdo entre los que estamos cerca y tenemos muchas cuestiones en común. Hay espacios como la Unión Europea que han logrado generar acuerdos a pesar de que tienen lenguajes distintos, historias trágicas atravesadas por guerras mundiales. La región de América Latina y el Caribe, en última instancia, es una región de paz. Si bien tenemos problemas de seguridad, con muchísimos delitos, criminalidad, etcétera, no tenemos conflictos entre países, y eso es muy importante a la hora de poder avanzar en la integración. Además, tenemos coincidencias culturales. Es mucho más fácil sentarse en una mesa de ministros de la región donde casi todos hablan el mismo idioma.

AI: Por último, ¿cuáles son las perspectivas de la "Línea Verde" como estrategia de financiamiento sostenible? ¿Cómo entienden la transición energética?

CA: Nuestra política de ser “banco verde” de la región fue un pedido de los países de América Latina y el Caribe, y es un eje clave. Para nosotros, la transición energética tiene que ser justa. No es transición energética a secas, porque en otras regiones del mundo quizás esa transición ya se hizo, pero a costa de generar problemas ambientales muy grandes.

En la región seremos responsables por la emisión del 7 u 8% de los gases de efecto invernadero. O sea, no somos los grandes emisores, y tenemos el Amazonas que es uno de los pulmones del mundo. Las islas del Caribe, por ejemplo, tienen el conflicto del crecimiento de los océanos que es causado por el cambio ambiental que viene de otras partes del mundo. En los problemas ambientales no tenés fronteras.

 

 

En la región tenemos una matriz energética muy limpia en relación a otros países, pero también una deuda social de pobreza muy grande. Sobre el principio de que esa transición energética tiene que ser justa, como banco de desarrollo financiamos, por ejemplo, proyectos de gas. Quizás otras regiones del mundo dicen: "No, el gas todavía es una energía contaminante". Pero al dejar de utilizar petróleo y pasar a utilizar gas, claramente bajamos la cantidad de emisiones y eso ayuda a los países que tienen ese recurso, como Argentina (que tiene una de las reservas más grandes del mundo de gas en Vaca Muerta), para poder generar divisas y paliar cuestiones que tienen que ver con la pobreza o el desarrollo.

Nosotros estamos para acompañar a los estados subnacionales y a los estados nacionales, pero no solamente para la extracción de un mineral (como por ejemplo el litio), sino también para generar un valor agregado que beneficie a los habitantes de la región. En ese sentido, la transición energética está muy ligada a una noción de justicia, que aspire a construir equilibrios medioambientales y equilibrios sociales.

 

* Docente-investigadora del CEIL-UNLa y Mg. en Relaciones Internacionales (FLACSO). **Nodocente-investigador del CEIL-UNLa y Lic. y Prof. en Ciencia Política (UBA).