En tiempos de guerra cognitiva, somos todos combatientes

El autor analiza la desmalvinización como núcleo de una estrategia de asedio cognitivo efectuada durante la posguerra de Malvinas. Con la presente, "Allá Ité" da curso a una serie de publicaciones sobre la cuestión que abarcará todo el mes de abril.
Por César González Trejo *

 

La antropóloga Rosana Guber, quizás la investigadora más importante de nuestro país sobre la guerra de Malvinas, escribió en 2022 un destacado artículo bajo el título ¿Qué (no) hicimos los intelectuales universitarios y militares de nuestra guerra de Malvinas?1

Allí interpeló a sus colegas acerca de su negativa a investigar la guerra, no abordar la complejidad y quedar aferrados en sus prejuicios, actitudes muy distantes del método y espíritu científicos, y la renuencia de investigadores castrenses a poner en cuestión versiones épicas sacralizadas.

La pregunta que formuló Guber no parece haber despertado entre sus pares la actitud deseada, pero creemos necesario aportar otras perspectivas para responder a un interrogante fundamental. Los desafíos no son menores, si tenemos en cuenta que el estatus de colonización pedagógica que padecen nuestras élites, es el sedimento que permitió que un candidato que llegó por el voto popular a la primera magistratura de nuestro país, se declarara admirador de la criminal de guerra Margaret Thatcher2. No se trata de un problema coyuntural; intelectuales y políticos abrevan en una profunda y arraigada tradición anglófila, manifiesta desde el inicio de nuestra historia como país independiente.

Ya en las primeras invasiones inglesas de 1806 y 1807, mientras el pueblo de Buenos Aires y su ecúmene suramericana combatían contra las tropas anglosajonas, parte de las élites porteñas se reunían con los comandantes británicos para ofrecer a sus hijas en matrimonio a los oficiales ingleses y el primer José Martínez de Hoz era designado por los invasores como administrador de la Aduana de Buenos Aires.

Mientras el Ejército comandado por San Martín libraba batallas por la independencia, Bernardino Rivadavia contraía el primer empréstito con la banca británica Baring Brothers, y a menos de dos meses de la batalla de Ayacucho, suscribía el Tratado de Amistad, Comercio y Navegación con el Reino Unido.

En 1845, cuando el general Lucio V. Mansilla comandaba las fuerzas criollas que resistieron a la escuadra anglo-francesa en la guerra del Paraná, opositores a Rosas en el exilio conspiraban junto a los invasores.

Basten estas pequeñas pinceladas de nuestra historia decimonónica para explicar cómo esos sectores anglófilos de la sociedad argentina actual no nacen de un repollo.

Al finalizar el conflicto bélico de 1982, la inmensa mayoría de nuestras élites asumieron como propios los argumentos esgrimidos por el gobierno de Margaret Thatcher para justificar la más importante movilización naval británica después de la II Guerra Mundial, para re-invadir su antigua colonia suratlántica.

Tópicos como “aventura irresponsable”, “chicos de la guerra”, “manotazo de ahogado de un general borracho para perpetuarse en el poder”, “último campo de exterminio de una dictadura genocida”, etc., nacieron de los gabinetes de inteligencia británicos, para ser repetidos hasta el hartazgo durante más de cuatro décadas de posguerra por nuestros intelectuales y dirigentes.

El primer acto de “desmalvinización” lo realizó la última Junta Militar, encabezada por los generales Reinaldo Bignone y Cristino Nicolaides, cuando intentaron impedir el encuentro entre el pueblo de Puerto Madryn y los combatientes que regresábamos como prisioneros de guerra a bordo del SS “Canberra”. Fuera de la base naval, la comunidad madrynenese en pleno nos esperó para abrazarnos, darnos comida, invitarnos a su casa, pedirnos un recuerdo. Ese 19 de junio se lo recuerda como “el día que Puerto Madryn se quedó sin pan”.

 

"El día que Madryn se quedó sin pan / La ultima cena". Óleo sobre tela. 2022. 140 x 100 cm., obra del colectivo artístico América en colores, perteneciente a la muestra "Malvinas es porque está". Fuente: https://malvinasesporqueesta.blogspot.com/2021/11/america-en-colores-presenta-lamuestra.html

 

Luego, los soldados del Ejército Argentino tuvimos que permanecer varios días internados en el “Centro de Recuperación de Ex Combatientes” de Campo de Mayo, y someternos a interrogatorios de personal de inteligencia, donde se nos advirtió que no habláramos con la población civil. A la mayoría, esa advertencia nos importó un bledo; dos meses después fundábamos el primer Centro de Ex Soldados Combatientes en Malvinas.

Pero la desmalvinización se convertirá en política de Estado con el advenimiento del primer gobierno post-dictadura, cuando en ocasión del 2 de abril de 1984, el Presidente Ricardo Alfonsín declaró que “no hay nada que festejar… Malvinas comenzó como un carro de gloria, y terminó como un carro atmosférico…”.

Durante esos primeros años de posguerra, se suicidaron muchísimos compañeros que habían participado de los combates; a nuestro entender, más por el desamparo y el ninguneo de posguerra, que por la guerra en sí. A pesar de que obtuvimos rápidamente la sanción de la Ley 23.109 de beneficios a ex combatientes, recién se reglamentó parcialmente a fines de 1988.

Pero la herencia desmalvinizadora se consolidó en el II Congreso Pedagógico Nacional, cuando expertos, investigadores, pedagogos, docentes y autoridades educativas de todo el país, aprobaron como único contenido relacionado a la Causa de Malvinas (en el capítulo de Ciencias Sociales de los Contenidos Básicos Comunes de la Educación General Básica), la siguiente frase: “Malvinas: la decadencia de la dictadura militar”.

Varias generaciones de docentes de todos los niveles educativos se formaron en esta mirada a-histórica, reduccionista, victimizante y auto-denigratoria. Para revertir esa situación, se logró en el año 2006, la inclusión del Artículo 92, inciso b) en la Ley 26.206 de Educación Nacional, que prescribió el tratamiento obligatorio de la Causa de Malvinas en todos los niveles y de manera transdisciplinaria, desde la perspectiva de la Disposición Transitoria Primera de la Constitución Nacional.

No obstante, habiendo transcurrido más de 18 años de su sanción, se comprueba en casi todas las jurisdicciones educativas la falta de contenidos curriculares, de producción de materiales pedagógicos y de acciones de formación docente, adecuados al cumplimiento de la ley vigente.

Visto desde la perspectiva cultural, se puede verificar que la inmensa mayoría de las producciones audiovisuales, dramatúrgicas, literarias, plásticas, etc., realizadas durante la larga posguerra, se enmarcan dentro de la perspectiva desmalvinizadora, algunas veces con financiamiento provisto por las herramientas del poder blando británico (v. gr.: British Council), o de organismos estatales (Universidades públicas, CONICET, INCAA, etc.), y otras veces, de producción mixta.

Y aquí entramos en una de las características principales de los conflictos bélicos contemporáneos, definidos como guerras irrestrictas o híbridas, donde destaca el campo de la dimensión cognitiva. La universalización de las tecnologías de la inteligencia artificial, su penetración en todos los niveles sociales y culturales y la manipulación de los algoritmos que segmentan grupos y contenidos, se convierten en factores estratégicos en la producción simbólica y sus efectos sobre la emocionalidad y racionalidad, con efectos que recién estamos conociendo.

 

Fuente: Pixabay.

 

En esta verdadera guerra cognitiva, todos somos combatientes, nadie puede sustraerse, pues se libra cotidianamente en nuestras mentes y en nuestros corazones.

La Causa de Malvinas, uno de los elementos esenciales de nuestra afirmación identitaria nacional, se vuelve fundamental para recuperar una mirada crítica sobre la realidad argentina. Malvinas como “parte visible de un sistema de dominación invisible”. Por eso, un pueblo como el nuestro, que se resiste a ser reducido a objeto de explotación y sometimiento a los poderes financieros globales, la asume como tabla de su salvación, a la espera de que, como dice el Martín Fierro, “vuelva un criollo, en esta tierra a mandar”.

Desde la Universidad Nacional de Lanús, asumimos el compromiso con nuestro pueblo, acompañándolo en su lucha por la emancipación nacional.

* Ex soldado combatiente en Malvinas. Director del Observatorio Malvinas-UNLa.
Notas:

1. La postura de la autora puede consultarse en el siguiente enlace: https://cefadigital.edu.ar/bitstream/1847939/2179/1/VC26%20Guber.pdf

2. https://www.clarin.com/politica/-siento-identificado-margaret-thatcher-polemica-respuesta-javier-milei-medio-aniversario-malvinas_0_v8zUJchWxR.html?gad_source=1&gclid=EAIaIQobChMIybX9_4ShjAMVDipECB1aWisEEAAYASAAEgKA2_D_BwE


Imagen de portada: La foto pertence al teniente coronel retirado Abel Aguiar y fue tomada del sitio Infobae (https://www.infobae.com/def/defensa-y-seguridad/2020/06/20/defenderlas-con-la-vida-la-historia-de-las-banderas-que-regresaron-de-malvinas/).