El general Manuel Savio: acero y armas para la soberanía nacional (II)

Segunda parte del recorrido por la vida y la obra del promotor de la industria siderúrgica argentina.
Por Juan Godoy *

 

En el artículo anterior reconstruimos los primeros pasos de la empresa industrializadora impulsada por Manuel Savio. Dicho proyecto, según el juicio de este militar, reclamaba un rol central por parte del Estado (sin por esto caer en posiciones estado-céntricas): “la presencia del Estado en la ejecución del plan que hemos estructurado, además de no ser arbitraria es imprescindible” (Savio. RM Nº 503. Diciembre 1942: 1183). Sin el impulso del mismo observa imposible el desarrollo del acero y general de nuestra industria, por eso considera que es indispensable “el peso del Estado” para este objetivo, pero no en forma integral o sistemática para todas las actividades; también debe dejarse la libertad a la iniciativa privada.

A propósito de esto, Selva Echagüe sostiene que Savio consideraba que las empresas privadas no tenían la capacidad para impulsar el desarrollo industrial, por eso debía ser el Estado el que dé protección a la industria, y las Fuerzas Armadas serían un puntal en este desarrollo. Así, cuando crea Fabricaciones Militares “sustituyó la palabra fábrica por la de fabricaciones porque pensaba en un organismo que produjese para la economía y la defensa nacionales a través de terceros, sin tener ninguna empresa propia” (Echagüe, 1999: 36). La movilización industrial debía ser una tarea permanente, no supeditada a un conflicto determinado.

En 1942, Savio da a luz dos trabajos medulares que muestran la madurez y profundidad de su pensamiento, nos referimos a Bases para la industria del acero en la República Argentina (política Argentina del acero) y a la conferencia en la Unión industrial Argentina bajo el título: Política de la producción metalúrgica argentina. Savio considera en esta conferencia que la producción de los elementos centrales para la industria “no puede quedar liberado a la iniciativa privada; él debe ser programado con toda precisión por el Estado, definiendo qué materias primas se elaborarán, en qué magnitud y en qué plazos” (Savio. RM Nº 503. Diciembre 1942: 1174).

 

Manuel Savio. Fuente: Instituto Nacional de Investigaciones Históricas Juan M. de Rosas.

 

En el primero de los trabajos mencionados, Savio pone de relevancia la necesidad del desarrollo de las fuerzas productivas, la urgencia en torno a la profundización de la industrialización del país, sobre todo en materia de industria pesada (fundamentalmente el acero), que debe ser firmemente estimulada por el Estado nacional. Considera al respecto que “la defensa nacional requiere en forma impostergable contar con una producción propia de acero” (Savio. RM Nº 501. Octubre 1942: 702). Y profundiza argumentando que “como las necesidades de la defensa nacional son impostergables, debemos proceder de inmediato a instalarnos con cierto margen para hacer frente a ella” (Savio. RM Nº 501. Octubre 1942: 702). Piensa que el límite de producción mínima debe ser el que exige la defensa nacional, y el máximo la totalidad del propio consumo.

Savio analiza el contexto de la Segunda Guerra Mundial considerando que la conciencia nacional se había ido fortaleciendo en relación a la necesidad de aprovechar cada vez más nuestras fuentes de riqueza, aprovechar las materias primas, y desarrollar la industria nacional. Preguntaba en la conferencia en la UIA: “¿Quién puede sostener que en lugar de elaborar el zinc que necesitamos tomando el mineral argentino, conviene más extraer el mineral, hacerlo recorrer grandes trayectos, refinarlo, como se ha hecho en Amberes y volverlo a traer al país luego de pasar por varios intermediarios?” (Savio. RM Nº 503. Diciembre 1942: 1172)

El impulsor de la industria del acero afirma en un discurso: “la industria del acero es la primera de las industrias; y constituye el puntal de nuestra industrialización. Sin ella siempre seremos vasallos. La Argentina debe producir acero para poder gravitar en el concierto de las naciones concordantemente con su presente y con su futuro” (Savio. Cit. en Bernal, 2005: 47).

 

“La fundición de hierro”, de Adolph von Menzel. Fuente: historia-arte.com

 

Otro acontecimiento sustancial en la historia del desarrollo nacional en general y de la industria siderúrgica en particular comenzó en los años 30, cuando cerca de la ciudad de Palpalá (Provincia de Jujuy), un baqueano descubre unas piedras de un fuerte color rojizo en las sierras de Zapla. La noticia comienza a correr, y Savio se interesa particularmente. Desde la conformación de Fabricaciones Militares se piensa en su explotación. Raúl Larra afirma que existía un “consenso general que el país carecía de hierro, argumento esgrimido por voces interesadas en desalentar el desarrollo industrial. Todo conducía a exaltar nuestra condición exclusivamente agrícola-ganadera, bajo el influjo de una “mentalidad pastoril”. Nadie se preocupaba por buscar metales de nuestro subsuelo. ¿Para qué molestarse si el ganado se criaba y reproducía en el campo?” (Larra, 1980: 63). Contra esta mentalidad subordinada es contra la que se levanta el ideario y la acción de Savio, pensando el desarrollo en función de la soberanía, el fortalecimiento y emancipación de la nación.

Así, en 1942 se avanza con la legislación para proteger esa riqueza a favor del Estado nacional. Y en 1943 nace el establecimiento Altos Hornos Zapla que en 1945 va a tener su primera colada. Sobre ese chorro de hierro dice: “su fulgor resplandeciente ha de ser un fanal más que ilumine el ancho camino de la Patria hacia su porvenir grandioso” (Savio, 1973: 432). Para complementar esta producción del noroeste argentino, Savio proyecta otro centro industrial en San Nicolás. De esta forma, en 1944 se llama a organizar la Segunda Unidad Siderúrgica. Unos años más tarde se va a crear la Sociedad Mixta Siderurgia Argentina (SOMISA). El sitio para estos nuevos altos hornos fue discutido, no obstante Fermín Chávez remarca que “había sido estratégicamente estudiado y elegido, en función del aprovechamiento del mineral del Hutún, ya que Savio contaba con la cooperación de oficiales bolivianos formados con por él en la Escuela Superior Técnica” (Chávez, 1981: 36).

 

Savio enciende el Alto Horno de Zapla durante su inauguración el 11 de octubre de 1945. Allí tendría lugar la primera fundición de arrabio. Fuente: Wikipedia.

 

Otra fotografìa de Savio en la inauguración de Altos Hornos Zapla. Fuente: libro de los 80 años de Fabricaciones Militares.

 

La llegada del peronismo al poder es un cambio significativo en el diseño estratégico del modelo de nación. Ahora se apunta claramente a la elaboración y realización de un proyecto nacional que pone en el centro el desarrollo nacional en función de la ruptura de la dependencia extranjera (principalmente británica, como sabemos, evitando caer en otro dominio). De esta forma, lo que venía sucediendo en forma coyuntural o por impulso de algunas personalidades de férreas convicciones como el caso de Savio, se plasma en una visión estratégica de convertir a la Argentina en un potencia, y en ese esquema se delinea e institucionaliza una política de defensa nacional que toma como puntal la mejor tradición que se había desarrollado en nuestra historia, fundamentalmente desde los 20. Hernán Cornut sostiene que “quizás haya sido este el momento en que con mayor intensidad se plasmó a nivel nacional la nación en armas, con un sentido de plenitud e integralidad que ya se venía avizorando desde el 4 de junio de 1943, y que tendría su punto culminante en 1948 con la sanción de la Ley 13.234 (Organización de la Nación para tiempo de Guerra)” (Cornut, 2021: 63).

Perón, que había esbozado muy claramente su postura en torno a la defensa nacional (en la línea de “la nación en armas”) en su famosa conferencia en la Universidad Nacional de La Plata en junio de 1944, apoya fuertemente el Plan Siderúrgico, integrándolo en el marco del proyecto de nación que mencionamos anteriormente. Humberto Sosa Molina, quien conocía a Savio desde la época del Colegio Militar, por entonces Ministro de Guerra (y posteriormente Ministro de Defensa), también alienta y apoya el plan.

Savio había obtenido el grado de general de División en 1946. De esta forma, con el peronismo en el poder, en el año 1947 se aprueba el Plan Siderúgico Nacional (que Savio había presentado en 1946, como Director de Fabricaciones Militares al Ministerio de Guerra). Otro hito en la historia de nuestro desarrollo y emancipación. Es necesario destacar la centralidad del peronismo, ya que sin ese impulso difícilmente se podría concretar no solo este plan, sino el desarrollo de nuestro país. En dicho plan se afirma que “la industrialización del país es imprescindible e impostergable como factor de equilibrio económico social de afianzamiento de nuestro progreso general, en una medida adecuada en relación a nuestras fuentes vitales de riqueza” (Savio, 1973: 185). También nos dice que la industria llamada “pesada”, es primordial para el desarrollo industrial general, si nuestro país renuncia al desarrollo de la misma, se resigna también a ocupar el lugar que le corresponde en el mundo por su potencial moral y material, ya que dependerá en forma excesiva de la voluntad e intereses extraños. “La Argentina debe producir acero para poder gravitar en el concierto de naciones concordantemente con su presente y con su futuro” (ibidem: 441)1.

Savio consideraba que debemos estudiar profundamente y ensayar sobre nuestra realidad, la investigación debe partir de nuestra industria siderúrgica y otros sectores, obtener conclusiones a partir de la misma, no replicar mecánicamente lo que se hizo en otras realidades disímiles. Se trata de definir los problemas argentinos para ser resueltos por los argentinos. Ese mismo año (1947), se produce otro hecho significativo: la creación de la Sociedad Mixta “Siderurgia Argentina”, más conocida como SOMISA, de la cual Savio es su primer presidente (en actitud patriótica renuncia a sus honorarios). Destacamos lo que señala Alicia Savio: “la producción de acero se proyectó como una segunda etapa de la producción de las Fábricas Militares como polos industriales. La producción siderúrgica era la base de esa producción, de la industrialización; fue concebida como tal desde el principio, desde que el Gral. Savio comenzó a elaborar sus planes” (Savio, 2011: 50).

 

Imagen de la Planta General Savio de la empresa SOMISA en revista Lyra, septiembre 1972. Fuente: testimoniosba.com

 

Enrique Guglialmelli considera certeramente que Savio es uno de los personajes claves en la generación nacionalista e industrialista de las Fuerzas Armadas, pero que su accionar también logró trascender el ámbito castrense y se proyectó a la nación (Guglialmelli. Estrategia Nº 60, en Jaramillo (comp.), 2007). Por su parte, Carlos Piñeiro Iñíguez afirma que “su actitud industrialista tenía antecedentes y se insertaba en toda una tradición” (Piñeiro Iñíguez, 2010: 261).

Consideramos que la idea de Savio de proponer el desarrollo del acero se relaciona principalmente con su formación castrense, tanto porque esa idea estaba mayormente en algunos militares (y en menor medida en algunos civiles), como porque la forma de reflexionar a partir de la problemática de la defensa (o más bien su contracara, el estado de vulnerabilidad de la Argentina) lo lleva a fortalecer la conciencia de esa necesidad. Vale destacar que esa proposición, la comparte especialmente con su primer jefe, Alonso Baldrich, a quien ya mencionamos. (Chávez, 1978) Así, Savio es una de las piezas nodales en el desarrollo de nuestra industria del acero, y como tal de la industria pesada, en tanto base para la independencia y soberanía nacional.

Coincidimos con Miguel Ángel Scenna quien afirma que Savio “era un obsesivo de la industrialización nacional de base. Era una idea fija que motorizó toda acción cuya meta era convertir a la Argentina en un potencia autosuficiente, liberada de la dependencia externa” (Scenna, 1980: 217). Esta idea atraviesa toda la vida y esfuerzo del general. Por eso pensó a “la siderurgia como piedra angular de la industrialización que preconizamos, nos proporcionará los elementos esenciales de trabajo y junto con la industria química pesada que paralelamente desarrollaremos, nos harán perder definitivamente la fisonomía que tanto pretendemos disimular, para esbozar, cada vez con más nitidez un “standard” superior” (Savio, 1947 -1960-: 11).

El general Manuel Savio se convirtió en un figura arquetípica de la generación nacional de nuestras Fuerzas Armadas que vinculó estrechamente la defensa nacional al desarrollo industrial, como asimismo a este último con la independencia económica y la soberanía nacional, llegando incluso a reflexionar desde la matriz de la noción de nación en armas (y, en muchos casos, bajo la influencia de la doctrina social de la iglesia), en torno a la necesidad de establecer la justicia social en tanto la defensa implica a todos los sectores de la comunidad e involucra todas las esferas de la vida nacional.

 

Altos Hornos Zapla en la década de 1970. Fuente: Palpalá Informa.

 

Savio observó profundamente en esta concepción la necesidad de contar con una defensa integral (en virtud del sostenimiento de la paz, como fue explicado aquí), para lo cual era necesario la producción de material bélico en el marco de un proyecto de industrialización generalizado donde el acero resulta el pilar básico desde donde asentar ese desarrollo. Pensar un proyecto de nación que logre la independencia económica para su definitiva emancipación y cuente con la organización de una defensa de la misma.

Esta idea que atraviesa la vida del general, y lo lleva a esfuerzos enormes, también hace que se consuma rápidamente ya que el 31 de julio de 1948 con tan solo 56 años pasa a la inmortalidad, dejando el ejemplo de la coherencia entre la palabra y la acción, advirtiendo que la lucha en defensa de los intereses de la Patria debe ser pertinaz e incansable, por eso nos interpela remarcando: “tengamos todos presente que los grandes hechos, así como la grandeza de los pueblos, no fueron nunca consecuencia de milagros; fueron siempre obras de perseverancia, de moral, de seriedad, de estudio, de trabajo y, también, de sacrificios. Por la Argentina” (Savio, 1973: 451).

 

* Lic. y Prof. en Sociología (UBA). Dr. en Comunicación Social (UNLP). Mg. y Esp. en Metodología de la Investigación (UNLa). Director de la Especialización en Pensamiento Nacional y Latinoamericano del Siglo XX (UNLa).
Notas:

1. El plan está editado, es un desarrollo muy detallado de las riquezas, posibilidades, fortalezas, costos, etc.


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Imagen de portada tomada del sitio oficial de Fabricaciones Militares.