“Somos representantes del pueblo y esa es la diplomacia que ejercemos”

Entrevista a Ramiro Tapia, embajador boliviano en la Argentina. Un recorrido que incluye el pasado y el presente de la relación bilateral, los desafíos de la integración regional, la diplomacia de los pueblos y la “receta” del proceso de cambio.
Por Carlos Javier Avondoglio *

 

Ramiro Tapia habla con serenidad y fluidez. Cuarenta años de militancia política y más de dos décadas como funcionario público, le permiten responder a nuestras preguntas con la sencillez de quien ha pensado toda una vida en estas cosas. Nacido en un hogar humilde, fue tempranamente alcanzado por el influjo que la figura de Ernesto Che Guevara produjo sobre toda una generación de latinoamericanos. Este médico cirujano formado en la Universidad de La Paz, se confiesa admirador de Ramón Carrillo y Bernardo Houssay, y lector incurable de las obras de Mario Benedetti y Gabriel García Márquez. Su extensa trayectoria política reconoce diversas etapas: dirigente en la escuela y la universidad y en tanto tal, heredero de los reformistas del año 18, secretario general del Colegio Médico de la ciudad de La Paz, vicedecano de la Facultad de Medicina de la Universidad Mayor de San Andrés, redactor de la ley de educación Avelino Siñani, ministro del primer gobierno de Evo Morales, cónsul en la Argentina y embajador en Madrid. El golpe de 2019 lo encontró en España, donde debió exiliarse. Con la recuperación de la democracia y la llegada a la presidencia de Luis Arce, fue enviado nuevamente a la Argentina esta vez como máxima autoridad de la misión diplomática donde concentra sus esfuerzos cotidianos en el fortalecimiento de una relación tan antigua como estratégica.

 

Carlos Avondoglio (CA): ¿Cómo evalúa la relación bilateral entre Argentina y Bolivia? ¿Qué tipo de lazos constituyen este vínculo?

Ramiro Tapia (RT): Bolivia y Argentina tienen lazos centenarios de amistad. Hablar de Bolivia es hablar de la Argentina y de una historia común. Hablar, por ejemplo, de Potosí, es hablar del nexo común de los países que han emergido tras la colonia. Independentistas argentinos, como Cornelio Saaverdra, nacieron en Potosí y otros, como Bernardo de Monteagudo, se formaron en la Universidad de San Francisco Xavier de Sucre, que este año cumple 400 años. Hemos tenido problemas e injusticias comunes, como lo ocurrido durante el Plan Cóndor. Ha habido miles de perseguidos, desaparecidos, golpes de estado, y esos hechos nefastos también tienen que entrar dentro de la historia compartida. Tenemos que mirarnos y ver nuestra historia común. En la diversidad debe haber una unidad porque somos una sola nación.

Durante un viaje en avión, me encontraba dando un discurso sobre una campaña de vacunación que hicimos entre Paraguay, Argentina y Bolivia, y yo reflexionaba: “¿dónde está la frontera? ¿Quiénes han puesto la frontera?”. Nosotros queremos volver a transitar por esos caminos de nuestros antepasados, los caminos del Qhapaq Ñan, que se recorrían tranquilamente, sin necesidad de pasaporte o visa, porque el territorio lo compartíamos todos.

Bolivia y Argentina han dado pruebas de hermandad y solidaridad a lo largo de la historia. La presencia de doña Juana Azurduy, que ha nacido en Bolivia y ha liberado la Argentina, es un hecho trascendental. Una mujer que ha ido detrás de su compañero combatiente a luchar codo a codo. Las luchas de la patria común se dan desde hace tiempo. Ahora discutimos entre algunos sectores en vez de unirnos, pero creo que las relaciones deberían volver a su cauce natural. Con la Argentina siempre hemos mantenido relaciones de hermandad y armonía, y quisiéramos que sigan así.

 

Ramiro Tapia. Foto: Israel Cabral.

 

CA: Hablando del futuro de este vínculo, ¿qué mecanismos o acuerdos considera que pueden ayudar a robustecerlo?

RT: Al margen de la posición ideológica, religiosa o de los rostros diferentes que podamos tener, deberíamos constituir una unidad bajo intereses comunes. Hay que empezar a cuidar la Madre Tierra, empezar a cuidar nuestro territorio, compartirlo, tratarnos como verdaderos hermanos. Dios no se ha olvidado de nuestra tierra, pues antes había plata y ahora hay litio. La plata se fue por otro lado, que ahora el litio sea para nosotros. Ese litio va a servir para salir de estos procesos desesperados, para convivir y vivir bien. Creo que los organismos internacionales de integración son fundamentales en el futuro inmediato. Es muy difícil transitar por estos caminos de la posmodernidad solos. Conjuntamente vamos a avanzar más y mejor.

CA: Antes de seguir con la región, quiero hacerle dos preguntas más sobre la relación bilateral. En su visita a la Universidad Nacional de Lanús, usted mencionó un conjunto de datos que desmontan varios de los prejuicios que pesan sobre la comunidad boliviana en algunos sectores de la sociedad argentina. Me gustaría que reponga esas estadísticas que dan cuenta de las contribuciones que los bolivianos hacen a nuestro país.

RT: Empiezo por decirle que el mejor recurso que ha exportado Bolivia es el recurso humano. Los bolivianos que han abandonado Bolivia lo han hecho, entre otras cosas, porque nadie se preocupó de tener carreteras en el país, por la separación del oriente y el occidente. Era más fácil llegar a la Argentina o pasar la frontera de Brasil que llegar de un punto a otro de Bolivia. También ocurrían desastres naturales que se combinaban con malos manejos del gobierno. Tuvimos un gobierno que a título de bajar la inflación, echó a todos los mineros a la calle, y si no había trabajo en Bolivia, estos tenían que salir de nuestras fronteras.

El boliviano es conocido por ser un trabajador honrado, honesto, porque cree en la familia y en la comunidad. Ese es el boliviano que hemos exportado y está haciendo crecer a los demás países. Se han instalado aquí en la Argentina, y han pagado su derecho de piso. Estudios de universidades indican que el 80% de las frutas, hortalizas y verduras que consumen los argentinos, son cosecha de generosas manos bolivianas. Inclusive, aquí hay cooperativas frutihortícolas que están trabajando muy bien. ¡Nosotros quisiéramos tener esas cooperativas en Bolivia!

En el caso de las viviendas, el 45% de la mano de obra son albañiles bolivianos. En el caso de las prendas de vestir, es cierto que hay que dar normativas, capacitaciones; por eso hemos pedido que nuestra colectividad ingrese al monotributo, para ordenar todas estas cosas y evitar el trabajo esclavo. Pero si lo analizamos, un 60 o 70% de los que se dedican a confeccionar prendas de vestir son bolivianos. También tenemos profesionales. Hace un tiempo fui a un hospital y había mucha cola en un consultorio, mientras que el resto estaba vacío, ¿y por qué este consultorio estaba lleno? “Ah, es boliviano el que atiende y tiene mucha paciencia”, decían. Ese recurso intelectual no favorece a Bolivia, favorece a este gran país. Nosotros quisiéramos que retornen a Bolivia porque han venido ya con su título y se han quedado a vivir.

Sin embargo, nuestras estadísticas están cambiando. Con el proceso de cambio y la nacionalización de los hidrocarburos, toda Bolivia tiene carreteras. El país se está poblando: el Beni ha crecido 300% en su densidad demográfica, Pando también. Los kollas se han ido a colaborar donde están los canbas y ha habido una integración boliviana. Antes, la migración hacia países colindantes iba del 15 al 20%, ahora no pasa del 2%. Algunas veces hacen migraciones golondrinas: vienen por la cosecha y retornan. Bolivia tiene estabilidad económica gracias a que los recursos son nuestros; subvencionamos la gasolina, subvencionamos la harina, y al hacer eso nunca ha subido el precio de la nafta, nunca ha subido el precio del pan. El boliviano se está alimentando bien. Y esto de que Bolivia tenga la inflación más baja de Latinoamérica, ha hecho que otras personas vean con buenos ojos instalarse en el país. Tenemos muchos migrantes del Perú en El Alto de La Paz. También hay muchos argentinos que se han ido a vivir a Santa Cruz, ¡cómo no les vamos a abrir las puertas!

Todas las normas y leyes que tenemos en Bolivia incluyen extranjeros; contamos con el seguro materno-infantil que brinda atención gratuita en cualquier tipo de patología del recién nacido hasta los cinco años, es decir que si van a un hospital público y entran al sistema único de salud van a recibir atención gratuita. Tenemos un seguro del adulto mayor y estamos avanzando en un seguro universal, imitando a la Argentina.

Pienso que Argentina debería sentirse orgullosa del sistema de salud pública construido en tiempos de Ramón Carrillo. Y si atienden pacientes de otros países, piensen que la medicina no solo es teoría, también es práctica, mientras yo más practico, mejor profesional voy a ser. Han salido campeones del mundo, sí, pero también tienen una de los mejores sistemas de salud del mundo. Cuando hablamos de hermanos, si el hermano mayor tiene muchas ventajas, hay que imitarlo, y en materia de salud pública y de investigación, la Argentina es un baluarte que esto es muy personal debería tener el mayor apoyo del Estado para continuar siendo un ejemplo para el mundo.

 

Foto: Israel Cabral.

 

CA: Tirando de este hilo, e invirtiendo el ángulo de la pregunta anterior: ¿cuáles diría que son los aportes que la Argentina realiza a Bolivia?

RT: En este intento de adherirnos al proyecto de salud que tiene la Argentina, en Bolivia se han creado tres hospitales de medicina nuclear con asesoramiento argentino y por primera vez hemos obtenido becas completas para profesionales bolivianos que están viniendo a especializarse. Lo mismo sucede con los técnicos. Un proyecto que es de ida y vuelta: vienen a capacitarse, pero van a volver a Bolivia a prestar su capacidad. Esto no es una fuga de cerebros, como cuando vienen sin convenio y el 80% de se queda a vivir acá.

Aquí tienen un sistema de los mejores en transplantes, entonces hemos quedado en hacer una especie de Incucai en Bolivia y, qué ventaja, el Incucai quiere ir a Bolivia a prestarnos la colaboración necesaria. Luego, la pandemia ha afectado dramáticamente algunos proyectos conjuntos. Creo que retomarlos es una tarea de los dos gobiernos. El año pasado, por cierto, hemos firmado un convenio “Juana Azurduy” para la capacitación permanente en todos los campos de la investigación y de la formación.

En el deporte, los argentinos son referentes: en fútbol, en baloncesto, en voleibol. Nosotros queremos avanzar en acuerdos deportivos con capacitaciones, porque hablar de deporte es hablar de educación y de salud. Hemos tenido algunos encuentros con los centros de alto rendimiento argentinos, pues Bolivia también quiere abrir las puertas del alto rendimiento. Cuando hablamos de fútbol en la altura yo lo tomo como emblema a Di María, porque dijo que la altura está bien, que el miedo es psicológico o algo así. Lo mismo Maradona, que decía que hay que jugar donde se nace.

En cuanto a las universidades, queremos firmar convenios con carreras. Necesitamos hacer legislaciones comparadas con la Facultad de Derecho. Queremos acordar una tutoría académica con la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. Están las puertas abiertas para que sea un camino de ida y de vuelta.

CA: Su larga estadía en nuestro país nos permite suponer que conoce perfectamente lo que significa Malvinas para los argentinos, en tanto símbolo identitario y reivindicación territorial, a punto tal que la defensa de esa causa no reconoce diferencias partidarias, religiosas, ni de ninguna índole. ¿Se puede trazar un paralelismo entre la reivindicación de la soberanía argentina sobre las islas y el histórico reclamo por una salida soberana al mar para Bolivia? ¿Diría que estas causas movilizan sentimientos equivalentes de uno y otro lado de la frontera?

RT: En nuestra historia común, hemos tenido tragedias comunes. Hay dos grandes injusticias en Sudamérica, y una es la no salida al mar de Bolivia. Bolivia nació con mar, como fue reconocido por el Tribunal de La Haya, pero intereses ingleses y norteamericanos hicieron que nos enfrentemos con hermanos chilenos y perdiéramos nuestro territorio. No solo se nos ha privado de tener exportaciones e importaciones, hemos perdido territorio que era muy rico en minerales y en muchas otras cosas. Lo que nosotros pedimos no es recuperar todo lo que era nuestro, pero sí tener una salida que históricamente nos perteneció. Esta es una reivindicación en la que los bolivianos nunca vamos a ceder. Nuestra Constitución es pacifista, el dictamen de La Haya indica que debemos recurrir a la vía pacífica, conversar con los hermanos chilenos y dar con una solución para este tema. Y en eso esperamos la solidaridad del mundo y también la reflexión de los hermanos chilenos.

La otra injusticia es la de las Malvinas. En el siglo XXI no puede haber aquí un enclave de una nación que no pertenece a nuestra región. Para nosotros las Malvinas fueron, son y serán argentinas, y es una reivindicación que llevamos a cualquier reunión internacional. Tienen nuestro apoyo fraternal, no de ahora, sino de siempre. Nada menos que 30.000 bolivianos se inscribieron voluntariamente para ir a combatir a Malvinas y defender el territorio argentino. En el año 71, muchos bolivianos se exiliaron por un golpe de Estado que dirigió Hugo Banzer en el marco del Plan Cóndor. Esos hombres y mujeres que vinieron y estudiaron, por ejemplo, en La Plata, estando ya de nuevo en Bolivia, se inscribieron para ir a combatir a las Malvinas.

Hace poco realizamos uno de los actos más lindos por la reivindicación marítima en el exterior. Hablamos con las autoridades de Tierra del Fuego y vimos el fervor permanente por Malvinas que hay en todos sus habitantes; allí se respira civismo fundamental. El 23 de marzo nos dieron la posibilidad de hacer un acto en la plaza Héroes de Malvinas junto con los veteranos de guerra. No solamente les expresamos nuestra solidaridad, sino que ellos nos expresaron la suya. Estar al lado de un héroe en vida es una cosa que me llena de enorme satisfacción. La banda de la Armada Argentina tocó el himno argentino, el himno boliviano, el himno del mar boliviano y el de Malvinas. Ese acto nos ha afirmado en sostener, tanto para la Argentina como para Bolivia, que estas injusticias se acaben.

CA: Esperamos que ambas causas adquieran un estatus latinoamericano cada vez más acentuado.

RT: Ya ha habido propuestas a nivel internacional donde una amplia mayoría de países se solidarizó con Malvinas y con el mar boliviano, pero hay potencias hegemónicas que hacen caso omiso, es decir, cierran los oídos y empujan a otros sectores a no tomar esto con seriedad. Yo creo que esas demandas no solamente tienen que ser escuchadas sino tienen que ser subsanadas, no podemos vivir en el siglo XXI con semejantes injusticias.

CA: Lo invito ahora a conversar sobre nuestra región. En primer lugar, preguntarle cuáles han sido, a su juicio, los aportes más valiosos del pensamiento boliviano a la independencia y a la unidad todavía inconclusas de América Latina.

RT: Justamente hace poco, en un encuentro realizado en la Universidad Nacional de Lanús, hemos hablado de Carlos Montenegro, Augusto Céspedes, Fausto Reinaga y Marcelo Quiroga Santa Cruz, entre otros. Yo me pregunto: ¿qué dirían ellos después del proceso de cambio que ha tenido lugar en Bolivia? Nosotros les diríamos que sus ejemplos, sus escrituras y sus mensajes han sido consolidados. Esta Bolivia diferente que hoy tenemos se sintetiza en todos esos estudios, solo que necesitaba un sujeto, y ese sujeto que ha realizado el cambio ha sido el pueblo boliviano, que pacíficamente, sin una revolución, creyendo en la democracia, ha tomado el poder y, al tomar el poder, ha encaminado estos grandes pensamientos: construir un Estado anticolonial, abandonar el sometimiento externo, tener un país libre. En gobiernos neoliberales o dictatoriales, los originarios campesinos no podían transitar por el centro de las ciudades o tenían que madrugar para transitar por algunas calles. Nunca entraban a un teatro, nunca utilizaban un medio de transporte. Ahora estos son los actores fundamentales, y el proceso de cambio ha tenido la virtud de poner a una persona que ha vivido esa realidad, el humilde pastor de ovejas que se hizo cargo del poder, Evo Morales. A su vez, no podía haber un cambio si no había una dirección económica clara, y la persona que ha manejado la economía de Bolivia en esos años ha sido nuestro actual presidente, Luis Arce Catacora. Lo mismo a la hora de tener una visión de mundo diferente, donde nuestro ex canciller, ahora vicepresidente, David Choquehuanca, cumplió un rol principal.

Los que hemos tenido la posibilidad de estar en ese gabinete, tenemos para nuestros herederos la mejor lección: que la Bolivia verdadera apareció al dejar atrás la colonia y la República, cuando comenzamos a reconocernos entre nosotros en un Estado Plurinacional que acoge en su seno a las 36 nacionalidades que habitan nuestras montañas, cerros, llanos y valles. Esa es la unidad en la diversidad: puede haber rostros diferentes, algún tono de voz diferente del otro, pero somos bolivianos en esencia.

 

Foto: Israel Cabral.

 

CA: ¿Esa puede ser la enseñanza para América Latina, que la unidad no exige, necesariamente, uniformidad?

RT: Sí, y además nos ha dado resultado. Hemos tenido los mejores años desde que se transformó Constitución Política del Estado. Bajo el Estado Plurinacional, reconocemos nuestros saberes, nuestras costumbres, nuestros idiomas. La nacionalización de los hidrocarburos nos ha dado el colchón financiero para realizar estos cambios trascendentales en Bolivia. Todos los bolivianos ahora pueden decir que han vivido bien. Pero tenemos que mantener la unidad para continuar avanzando. Tenemos ahora el litio que tiene que servir para que mejoren los bolivianos, y reunirnos con los países que también tienen litio, como Argentina, Perú y Chile, y formar una especie de “OPEP del litio”, para darle valor agregado a nuestros productos y potenciar nuestra salud, nuestra educación.

Esta unidad en la diversidad nos va a hacer más fuertes, vamos a tener demandas más serias y concretas. Hemos tenido antecedentes negativos, como cuando Bolsonaro gobernó Brasil y le dio la espalda a la CELAC. No puede haber una integración sin contar con un país tan grande como el Brasil. Ahora que volvió Lula, la senda se retoma.

Los europeos tienen la Comunidad Económica Europea, tienen ya su parlamento, su bandera, su moneda, tienen muchas cosas, pero están viendo las riquezas que tenemos aquí. Debemos hacer que estas riquezas sean para nosotros. Lo que ha hecho Bolivia en el proceso de cambio es nacionalizar los recursos naturales en beneficio de los bolivianos. Si hacemos esto a nivel general, vamos a tener mejores días para todos, y así entrar en competición conjuntamente.

Otra cosa que se puede aprender del proceso de cambio en Bolivia, es el hecho de haber dejado de seguir las órdenes del señor del norte. Entrando al primer año del proceso, se verificó que el embajador de los Estados Unidos se metía en temas internos de Bolivia y se lo expulsó. Cortamos relaciones con los Estados Unidos durante años, cortamos toda la cooperación norteamericana, y con mucho orgullo podemos decir a nuestros pensadores: hemos cumplido con lo que ustedes decían, porque sin la presencia del Imperio, hemos vivido los mejores años que ha tenido Bolivia. Es una lección de Bolivia para el mundo, porque hemos demostrado que sin un amo se puede vivir en mejores condiciones.

CA: Uno de los rasgos distintivos de la política exterior boliviana es lo que se llama la diplomacia de los pueblos, ¿en qué consiste y en qué tipo de hechos la podemos divisar?

RT: En primer lugar, nosotros queremos tener relaciones armoniosas con todos los lugares del mundo, por eso mencionamos como principio la ciudadanía universal.  Imagínense que hemos dado tanta riqueza a España y todavía tenemos que entrar allí con una visa.

En términos de las representaciones diplomáticas, para nosotros el embajador no tiene que estar todo el día en su despacho, sino que tiene que estar al lado de su colectividad. Tenemos una colectividad muy grande en la Argentina, por eso hacemos consulados móviles permanentes. Podemos decir que batimos un récord por el número de migrantes cuyos documentos hemos regularizado. También hemos logrado que todos los documentos que damos en Bolivia se otorguen en nuestras misiones diplomáticas. Por supuesto que hay normas y reglamentos, como los tiene cada país, y nosotros cumplimos a cabalidad con ellos.

La mayor satisfacción, en el caso mío, es que con la diplomacia de los pueblos conozco a toda mi colectividad a lo largo y ancho de la Argentina. A donde vamos hay un boliviano que nos trata muy bien, que comparte lo que tiene, y que nos permite conocer cuál es su realidad. Esa práctica nos ha permitido plasmar todas las necesidades en obras consulares para alcanzar un buen vivir. Hemos empezado a hacer doble nacionalidad (nuestra Constitución indica que boliviano es el que nace en Bolivia o el hijo de bolivianos que nacen en el exterior).

A nivel del comercio exterior, ofrecemos al mundo lo mejor que tiene Bolivia en sus exportaciones, como los bananos del trópico de Cochabamba que se consumen en la Argentina. A propósito de esto, creemos que Bolivia y Argentina tienen que desgasificar su relación. Tenemos que hablar del cacao, del café, de las frutas. Vemos que hay muy pocas ciudades de Bolivia que consumen el acullico tradicional el masticado de coca como lo hacen, por ejemplo, en Salta; en Salta el 90% de su población lo consume, no le hace daño, no es estupefaciente, es algo que tiene ventajas nutritivas. Sus autoridades mastican la coca como lo hacían nuestros antepasados.

Es decir, la diplomacia de los pueblos trata de mostrar la Bolivia en su integridad. Somos representantes del pueblo y esa es la diplomacia que ejercemos.

CA: ¿Qué importancia reviste la construcción de bloques regionales en el mundo en el que vivimos, en términos de aprovechamiento de recursos y de defensa de la soberanía territorial?

RT: Yo insisto con que deberíamos partir de la unidad en la diversidad. Les pongo un ejemplo: cuando un ciudadano argentino, peruano, boliviano o ecuatoriano va a Europa, no lo tratan como tal, lo tratan como “sudaca”. Con la misma vara, con la misma xenofobia, nos miden a todos. Frente a ese desprecio, deberíamos unirnos para decir que somos dignos, soberanos, que venimos de lugares donde hay sabiduría, que tenemos costumbres que no son negativas, que son buenas, y que deben ser respetadas. Entonces, la unidad nos permite salir y ser tratados de igual a igual en cualquier lugar.

La CELAC ha sido un paso importante; pero queremos avanzar más, queremos que se integren todos los países y analizar no solamente temas comerciales, sino temas humanos. No puede haber tráfico de personas en el siglo XXI, maltratos colectivos. Debemos empezar a preocuparnos por las fronteras amplias, por tratar que no sean escollos, sino que sean lugares de tránsito adecuado. La mejor manera de cuidarnos es buscando la unidad y desarrollar reglamentos conjuntos, no solo impositivos, sino todos aquellos que favorezcan la convivencia. La unidad nos va a hacer más fuertes cuando vayamos a un cónclave internacional y reclamemos cosas como las Malvinas, el mar para Bolivia o algunas otras injusticias. Seremos más escuchados que si vamos solos o aislados. Creo que la unidad en la diversidad es imprescindible para afrontar en mejores condiciones el siglo XXI.

 

Foto: Israel Cabral.

 

CA: Por último, me interesaría conversar sobre las enseñanzas que se destilan del proceso de cambio a casi 20 años de su primer arribo al gobierno. Pese a su fabulosa disponibilidad de recursos renovables y no renovables, América Latina es la zona más desigual del planeta y la más endeudada entre las emergentes. Durante siglos, la historia boliviana ha sido un testimonio trágico de esa paradoja. ¿Qué ha cambiado en ese sentido desde la llegada del Movimiento al Socialismo (MAS) al poder en enero de 2006? ¿Cuáles son las claves del modelo económico boliviano y qué lecciones brinda a aquellos pueblos que bregan por superar las lógicas impuestas por el neoliberalismo?

RT: Creo que el ejemplo que ha dado Bolivia es la nacionalización de los recursos naturales. Lo que produce Bolivia es para los bolivianos y para invertir en los bolivianos. Cuando se nacionalizaron los hidrocarburos, nos decían: “en Bolivia no van a haber inversiones extranjeras, se van a ir, van a tener problemas”. Antes las empresas extranjeras se llevaban el 80% y nos dejaban menos del 20% a nosotros. Ahora la ecuación es la inversa y nadie se ha ido.

Estamos libres de analfabetismo, tenemos tres y hasta cuatro comidas al día, hemos mejorado nuestros parámetros socioeconómicos en general, el promedio de vida ha aumentado, los índices de mortalidad neonatal materna han disminuido, hemos reducido la desnutrición a nivel general tenemos ahora problemas de obesidad. Pero todo esto ha cambiado gracias a que con la nacionalización de los hidrocarburos la inversión es para los bolivianos. Un porcentaje del impuesto directo a los hidrocarburos va a las universidades, que nunca más han tenido paros por falta de presupuesto y que queremos que empiecen a investigar.

Nosotros tomamos las decisiones, ya no tenemos a la embajada de los Estados Unidos dándonos órdenes. No, los bolivianos somos soberanos para tomar nuestras decisiones y miren cuánto ha mejorado Bolivia. Todas las mejoras han sido producto de la plurinacionalidad y de la nacionalización de los hidrocarburos como base fundamental de nuestra nueva Constitución Política del Estado, así como de la no injerencia de potencias. Creo que estos tres parámetros son los más importantes. Si nosotros tuviéramos que dar una receta, es esa.

CA: Finalmente, pareciera avanzar en diversos puntos del planeta una ola de apatía y de rechazo frente a la política. Esto, pensamos, puede tener que ver con un fenómeno de elitización de la esfera política y con la ausencia de mecanismos de participación popular. Partiendo de ese diagnóstico, ¿qué formas de participación popular ha desarrollado el proceso de cambio en Bolivia y cuáles son las bases filosóficas en que dichas mecánicas de participación popular reposan? En otras palabras, ¿cómo ha tramitado el MAS eso que García Linera definía como una tensión creativa entre la centralización administrativa del Estado y la voluntad democratizadora de los movimientos sociales?

RT: La esencia del proceso de cambio en Bolivia está en el hecho de que las organizaciones sociales se han empoderado. No ha sido un partido que ha tomado el poder, han sido las organizaciones sociales. El proceso de cambio en Bolivia se ha caracterizado porque los conglomerados sociales han participado, se han organizado, han votado y nos han dado la mayoría. No sería bueno retroceder y que solo el que está inscrito en un partido entre al Congreso. No, el pueblo en general tiene derecho a participar. Esa potencialidad ha hecho que las organizaciones sociales sean las principales defensoras de nuestro proceso. Así ha habido representaciones sociales integrando los gabinetes. El gobierno se ha pintado de pueblo, se ha pintado de obrero, de campesino. Nuestra Asamblea Plurinacional se ha nutrido de la gente que antes no tenía espacio, porque esa ha sido la decisión de las organizaciones sociales participativas.

 

Foto: Israel Cabral.

 

Hay un dicho muy importante en Bolivia que dice que “se gobierna obedeciendo”. Lo que decida el pueblo boliviano, se ejecuta. Una demanda era que los hidrocarburos sean para los bolivianos, y se han nacionalizado. La premisa es que los temas generales tengan una participación general. Alguna vez se quería subir un poco los hidrocarburos, y las organizaciones sociales han dicho: “no, no queremos”, y se les ha hecho caso. Gobernar obedeciendo, escuchando al pueblo, es un gran paso. Esa forma de hacer política es hacer el bien común y en el bien común participan todos. En mi criterio, nuestra fuerza debería seguir obedeciendo y fortaleciendo la participación a través de las organizaciones sociales, para que estas se sienten partícipes del cambio.

¿Qué ha hecho el golpe de Estado [de 2019]? Dejó de obedecer al pueblo. Las Fuerzas Armadas en contra, la policía en contra, exiliados, negociados con vacunas, respiradores, viajes familiares. Todo lo que los neoliberales hacían antes, lo reprodujeron en un año. Obviamente, se fue a las elecciones y esas organizaciones sociales nos han dado nuevamente la victoria, pacíficamente, en una votación multicolor y multisigno. Han ido con su birome, como dicen ustedes, han señalado su voluntad y hemos sacado una mayoría absoluta. El pueblo tiene memoria.

Esta ha sido la mejor estructura para hacernos cargo del poder. Yo soy un ferviente creyente de la unidad y de potenciar nuestras organizaciones sociales, tomarlas en cuenta, hacerlas partícipes del cambio, tener reuniones de consulta. Creo que esa es la base social desde la que podemos aglutinar. En Bolivia nos ha dado un buen resultado, hemos recuperado la democracia y el voto mayoritario gracias a esa forma de hacer la política.

 

* Lic. y Prof. en Ciencia Política (UBA). Integrante del CEIL Manuel Ugarte (UNLa) y del Centro de Estudios para el Movimiento Obrero (CEMO).