Malvinas y Democracia, 40 años después

El autor recorre distintos hitos y tensiones de la Cuestión Malvinas en estos 40 años de democracia, entre la desmalvinización y los intentos de remalvinización.
Por Juan Cisilino *

 

Cuando el año pasado se cumplieron 40 años de la guerra, a través de diversas iniciativas y actores, Malvinas pugnó por ocupar nuevamente el centro del debate político, académico y social. El aniversario redondo fue coronado con la Selección de Fútbol conquistando la tercera copa mundial a fin de año y nuestro pueblo unido celebrando por los pibes de Malvinas que jamás olvidaré.

Malvinas es una causa nacional, popular y antiimperialista que late con fuerza en el pueblo argentino: está en las canchas, en las canciones, en las paredes de los barrios y se discute en las aulas, en las casas y en los lugares de trabajo. Las Malvinas, en muchas ocasiones, se meten “a los codazos”, pero siempre están.

En estos más de cuarenta años de posguerra, el vínculo de nuestra democracia con Malvinas ha sido pendular y atravesado por múltiples tensiones. A nuestro entender, esto se ha debido a dos razones principales. En primer lugar, la Cuestión Malvinas es, por un lado, una histórica reivindicación de soberanía que se fue convirtiendo con el tiempo en una causa popular (Guber, 2001) y, por el otro, este justo reclamo se encuentra entrelazado, desde hace más de cuarenta años, con una iniciativa de la última dictadura cívico-militar, que desembocó en una guerra impuesta por el Reino Unido cuando este intentó reconquistar su enclave colonial en la estratégica región del Atlántico Sur. En esta especie de “pinza” que atraviesa al acontecimiento, y en sus implicancias, se condensa su potencial para comprender disputas simbólicas, sociales y políticas que han moldeado representaciones no solo sobre Malvinas, sino también sobre nuestro pasado, nuestra identidad nacional y nuestro sinuoso presente. De acuerdo a cómo se articulan estas dimensiones se han construido las lecturas y los discursos sobre Malvinas, tanto los dominantes como los subalternos (Guber, 2022).

En segundo lugar, más allá de las intenciones espurias de aquella dictadura y de su negligente conducción política y militar del conflicto, en la Guerra del Atlántico Sur, miles de jóvenes combatientes de un país dependiente y en disputa como la Argentina, en defensa de la soberanía nacional y apoyados masivamente por su pueblo y por naciones latinoamericanas y del Tercer Mundo, se enfrentaron a un reconocido enemigo histórico, el imperialismo británico, respaldado por Estados Unidos y la OTAN. Sorprende revisar las memorias de jefes militares británicos y encontrarse con que, para el Reino Unido, enfrentarse a la Argentina estuvo lejos de ser una operación sencilla o carente de sentido (Cisilino et al., 2020). Semejante desafío de una nación oprimida a esos poderes internacionales tendría un alto precio luego de la rendición del 14 de junio de 1982 y su catalizador ha sido el llamado proceso de desmalvinización.

 

Movilización popular del 10 de abril de 1982. Fuente: archivo CEDINCI.

 

Esta categoría, aunque originalmente formulada por Alain Rouquié, ha estado atravesada por múltiples debates y usos. Aquí, siguiendo a Julio Cardoso (2013), la concebimos como un núcleo dominante de representaciones y sentidos destinado a desactivar, mellar y desprestigiar la causa Malvinas, particularmente a través del despojo, o la tergiversación, de toda dimensión patriótica, popular y anticolonial del enfrentamiento con el imperialismo británico y sus aliados, en defensa de una causa justa e irrenunciable, como es la recuperación del archipiélago de Malvinas y demás islas del Atlántico Sur.

Esquemáticamente, podemos decir que las principales operaciones de sentido de esta narrativa se basan en la reducción del conflicto bélico de 1982 al “manotazo de ahogado” de la dictadura en crisis, absolutizando de ese modo las intenciones de la Junta Militar a la hora de explicar el acontecimiento, encorsetándolo bajo el lente de lo absurdo o como mera prolongación del Terrorismo de Estado y contraponiéndolo a casi dos siglos de luchas populares y nacionales. De ese modo, las movilizaciones de grandes masas, y sus diversas manifestaciones de solidaridad en apoyo a la recuperación y defensa de las Malvinas, son configuradas bajo el lente de la heteronomía: esto implica concebir a una sociedad víctima de la manipulación producto de la instrumentación del nacionalismo por parte de la dictadura, secundarizando así las múltiples expresiones que, en esos hechos de masas, articularon la defensa de la recuperación de Malvinas con el rechazo a los jerarcas militares (Vassallo, 2022). Asimismo, bajo esta lectura que Rosana Guber (2022) denomina “dictatorial” y considera hegemónica, las y los combatientes quedan despojados de toda capacidad de agencia, reducidos a meros instrumentos de las intenciones espurias de Galtieri para perpetuarse en el poder, por un lado, y como el último colectivo víctima del Terrorismo de Estado, por el otro. En ese sentido, la lucha de muchos centros de ex combatientes contra la victimización, disputando los sentidos que tuvieron sus acciones, ha sido una constante en estos más de cuarenta años.

A la vez, la llamada desmalvinización impulsada en la posguerra ha ocupado un lugar similar al de los intentos de desperonización entre 1955 y 1976 (Vassallo, 2021). En este caso, desperonizar la Argentina había implicado no solo la construcción de una narrativa basada en la demonización de Juan Perón, sino fundamentalmente la aplicación, bajo ese relato, de un conjunto de políticas contrarias al interés nacional y social, fomentando la desindustrialización y la profundización de la dependencia de nuestro país con las grandes potencias que se disputan su control y sus riquezas. De modo semejante, la narrativa de la desmalvinización forjó aquellas operaciones de sentido que contribuyeron a legitimar un conjunto de políticas destinadas a la declinación de nuestra soberanía nacional.

Al respecto, si bien no pretendemos exhaustividad ni un balance general de cada proceso político, podemos mencionar algunos hitos en el recorrido de estos años de posguerra. El proceso de desmalvinización comenzó con la dictadura militar cuando esta intentó ocultar y silenciar a los combatientes al regresar, intentando encubrir sus propias miserias y responsabilidades en la conducción del conflicto. Durante el gobierno de Alfonsín, la desmalvinización se manifestó centralmente en dos sentidos. Por un lado, más allá de algunos casos de condecoraciones militares y algunas legislaciones puntuales, los ochenta se caracterizaron por la ausencia de políticas específicas orientadas a atender las problemáticas más sentidas de los ex combatientes; entre ellas, las que referían a la salud, lo cual derivó en un desamparo estatal que afectó a miles y que no puede escindirse de la gran cantidad de suicidios que se produjeron en los primeros diez años de la posguerra. Por otro lado, Alfonsín propició una narrativa que fusionaba Malvinas con el poder de la dictadura militar y una configuración de los soldados conscriptos, es decir, de los civiles con uniforme, como sus víctimas. Esta concepción fue impulsada desde el discurso oficial y logró un fuerte arraigo en ámbitos académicos e intelectuales; también fue ilustrativamente representada en la célebre película de la época Los chicos de la guerra (Tenembaum y Kamin, 1984).

 

Afiche de "Los chicos de la guerra" (1984), película basada en el libro homónimo de Daniel Kon, la cual colaboró en la difusión de la narrativa que presenta a los soldados argentinos como víctimas. Imagen: Dirección de Cultura de la Municipalidad de Embarcación.

 

En los noventa, el gobierno de Menem y Cavallo firmaron los llamados “Acuerdos de Madrid I y II” y el “Acuerdo de Londres”; allí, entre otras cuestiones fundamentales, se estableció el “paraguas de soberanía”, es decir, el congelamiento de cualquier discusión sobre la soberanía de las islas, en flagrante contradicción con las resoluciones de Naciones Unidas desde mediados de los sesenta (Biangardi, 2017). Esta fórmula era exigida por Gran Bretaña para poder avanzar en acuerdos con la Argentina, que le permitieran profundizar la militarización de su base en el Atlántico Sur y la explotación de recursos naturales para la sustentabilidad del enclave, sin ver comprometida su posición en torno a la disputa diplomática. En ese contexto, el gobierno impulsaba la idea de que “insertar” a la Argentina “en el mundo” requería este tipo de concesiones al Reino Unido, una política de “seducción” a los isleños y un alineamiento internacional con los Estados Unidos bajo el paradigma de las “relaciones carnales”. Bajo este “paraguas” de la desmalvinización, se conjugaron una conjunto de políticas que implicaron una profunda declinación de nuestra soberanía: la privatización del patrimonio nacional y de sus empresas estratégicas, la apertura de la economía en desmedro de la industria local, el endeudamiento externo, el desmantelamiento del complejo industrial y científico dedicado a la Defensa y la desarticulación también de su instrumento militar, la pérdida de derechos laborales, entre otras. A lo largo de esta década, se impulsó una política que articuló desmalvinización con desnacionalización, tanto en términos políticos y geopolíticos como económicos y sociales. Al mismo tiempo, fue también el gobierno de Menem el que otorgó las primeras pensiones para ex combatientes e incluyó, en la Constitución Nacional, la Disposición Transitoria que sostiene que el reclamo de soberanía constituye un objetivo “permanente” e “irrenunciable” del Estado argentino.

Recién en el siglo XXI se produjo una revigorización de la Cuestión Malvinas, aunque también atravesada por tensiones, especialmente durante los gobiernos kirchneristas. En ellos, si bien se profundizaron las narrativas que conciben a la Guerra del Atlántico Sur y a los ex combatientes bajo la lectura “dictatorial”, el reclamo por la soberanía en Malvinas se impulsó con gran fuerza en foros internacionales, sumando el amplio apoyo de distintos organismos de integración regional y de otros bloques internacionales. Durante estos años, la Cuestión Malvinas no sólo recuperó la centralidad en la política exterior, sino que también su gravitación como causa nacional, regional y global se potenció. Esto fue acompañado por medidas tendientes a retrotraer algunas de las conquistas que el Reino Unido había logrado durante la gestión menemista (se denunciaron acuerdos que facilitaban la exploración y explotación de hidrocarburos, se dejó de participar en el “subcomité científico” para relevar los recursos ictícolas y se protestó ante las crecientes actividades pesqueras ilegales del Reino Unido, etc.) junto con otras destinadas al desarrollo industrial y del sistema científico-tecnológico. Asimismo, se otorgaron nuevas pensiones y reconocimientos a quienes combatieron en 1982.

 

Las alusiones a nuestras Islas y a los Héroes del 82 forman parte del entramado urbano y rural a lo largo y ancho del país. Su presencia se verifica en monumentos, plazas, adoratorios, clubes, pintadas, nombres de comercios, vehículos, etc. Fuente: Muro de la Memoria Malvinera, proyecto ideado por el Observatorio Malvinas de la UNLa. 

 

A contramano de estos avances, durante el gobierno de Macri reapareció la idea de que la Argentina debía aceptar las exigencias de las grandes potencias como camino para la “inserción en el mundo” y en ese esquema la Cuestión Malvinas no podía ser un obstáculo ni un déficit. Esta visión, acompañada de un conjunto de políticas de declinación de la soberanía y de profundización de la dependencia, se expresó con claridad en la firma del llamado “Acuerdo Foradori-Duncan”. Este implicó un fuerte retroceso, ya que descartó toda discusión sobre la disputa de soberanía y le reconoció al Reino Unido todas las demandas que pretendía. Estas apuntaron a facilitarle la logística a través de la conectividad con el continente, a retomar la “cooperación” bilateral y a abaratar los costos de la ocupación de Malvinas, cuando el interés nacional exige exactamente lo contrario.

Con el gobierno de Alberto Fernández, la Cuestión Malvinas recuperó centralidad en la política exterior argentina, se sancionaron algunas leyes significativas (entre ellas, la demarcación del límite exterior de la plataforma continental) y se articuló un conjunto de políticas soberanas, algunas de las cuales fueron retomadas de los períodos kirchneristas. Estas políticas, aunque limitadas e insuficientes, han sido relevantes para robustecer nuestro reclamo de soberanía y para fortalecer la perspectiva de una Argentina marítima, austral y bicontinental. Entre ellas, podemos mencionar la recuperación parcial del control de la vía navegable troncal en la Cuenca del Plata, la incipiente construcción del Canal Magdalena, un mayor impulso de la industria naval, el fortalecimiento del polo industrial-tecnológico para la Defensa y la creación del FONDEF, el relanzamiento de la Iniciativa Pampa Azul, la formación del Comando Marítimo Conjunto, la reactivación de una política antártica con la renovación de bases y los proyectos de polos logísticos y bases navales en la Patagonia Sur, etc.

Como hemos intentado esbozar sucintamente en estas páginas, a lo largo de este proceso contradictorio y pendular, la Cuestión Malvinas ha atravesado estos 40 años de democracia, pivoteando entre políticas desmalvinizadoras y los intentos de remalvinización. Así llegamos a la difícil encrucijada política que recorrió todo el año y finalmente se dirimió con el triunfo de Javier Milei frente a Sergio Massa en el balotaje. Malvinas estuvo presente en la campaña electoral: la vicepresidenta de Milei, hija de un veterano de guerra, articuló un discurso reivindicativo de la dictadura con ciertos ribetes nacionalistas y “malvineros”, buscando captar también ese voto, mientras que el presidente electo reconoció abiertamente su admiración por Margaret Thatcher y su posible canciller habló del supuesto “derecho a la autodeterminación” de los habitantes de las islas.

 

Mural en el polideportivo "9 de noviembre" de Villa Domínico, realizado por la cuadrilla de arte de Avellaneda. Fuente: Muro de la Memoria Malvinera.

 

Con la victoria de Milei, se abre un nuevo período político en nuestro país, coincidente con el 40° aniversario del regreso de la democracia y signado por la incertidumbre. En esta nueva etapa, resulta claro que gran parte de aquellas políticas soberanas, nuestros recursos estratégicos, el papel del Estado y la Cuestión Malvinas en particular son conquistas que están en juego: el incierto proyecto liberal promete una implacable ofensiva desnacionalizante y en desmedro de los derechos más básicos. Frente a este panorama, a amplísimos sectores populares, patrióticos y democráticos se les presenta el desafío de encontrar los caminos para defender lo conquistado y luchar para profundizar las políticas soberanas y sociales que nuestro país tanto necesita en esta difícil situación.

Creemos con humildad y convicción que, en estos años que vendrán, la causa nacional, popular y antiimperialista de Malvinas demostrará una vez más la vigencia de su filo, a pesar de tanta desmalvinización, para luchar por hacer realidad una Argentina auténticamente soberana, popular y bicontinental. Porque Malvinas está cargada de futuro.

 

 

* Doctor en Ciencias Sociales e investigador del Equipo de Investigación de la Cuestión Malvinas (UNLP).
Imagen de portada: -51.7968000, -58.94050, Cementerio Argentino de Darwin, Isla Soledad, Malvinas (Óleo sobre tela, técnica mixta) de Martín Gil Mariño. La obra pertenece a la muestra Paisaje Palabra / Recuperación poética del territorio, una iniciativa del Observatorio Malvinas de la UNLa.


Referencias

• Biangardi Delgado, C. (2017) Cuestión Malvinas. A 35 años de la guerra del Atlántico Sur. Propuesta para la construcción de una Política de Estado. Dunken.
• Cardoso, J. (2013) “Primer congreso latinoamericano. Malvinas, una causa de la patria grande”. Universidad Nacional de Lanús.
• Cisilino, J., García Larocca, M. y Garriga Olmo, S. (2020) “Si quieres saber cómo te fue en la guerra, pregúntale a tu enemigo. Aportes británicos para repensar la guerra de Malvinas”. En Cuadernos de Marte, 18, 424-456.
• Guber, R. (2001) ¿Por qué Malvinas? De la causa nacional a la guerra absurda. Fondo de Cultura Económica.
• Guber, R. (2022) “La guerra de Malvinas: El dualismo excluyente de un campo dividido y desigual”. En Cuadernos de Marte, 23, 143-166.
• Tenembaum, K. (productor) y Kamin, B. (director) (1984) Los chicos de la guerra. AK Films/Instituto Nacional de Cinematografía.
• Vassallo, S. (2021) “Campo intelectual, desperonización y desmalvinización. La batalla cultural por Malvinas”. En Megafón, los medios de la UNLa. Universidad Nacional de Lanús.
• Vassallo, S. (2022) “Malvinas: voces de la plaza. Los discursos de Galtieri y los pronunciamientos de los manifestantes en las movilizaciones masivas a la Plaza de Mayo el 2 y el 10 de abril de 1982”. En Aletheia, 12(24), e123.