Una idea de democracia para los argentinos

El autor recorre distintos escenarios de la historia argentina intentando reconocer en ellos los rasgos de un proyecto democrático que trascienda el ámbito puramente formal al que, con frecuencia, se lo pretende reducir.
Por Javier Azzali *

 

La democracia aparece en la historia de nuestro país ligada directamente a las luchas del pueblo, para tomar participación sobre el destino nacional. En el siglo XIX, los pueblos de las provincias, representados a través de los caudillos, tan vilipendiados por la historiografía oficial, propiciaban el federalismo como la forma de organización del país y una expresión genuina de participación popular. Juan Bautista Alberdi reconocía el valor de esas luchas federales, en contraposición con la idea que de la democracia tenían las élites dominantes. Según él, los caudillos eran “los representantes más naturales de la democracia de Sud América”, a quienes las oligarquías pretendían “reemplazar por los caudillos de frac”. Reivindicaba a “la democracia semi bárbara” y a “las multitudes de las campañas”, mientras cuestionaba a la oligarquía por su propuesta de “democracia del pueblo notable y decente de las ciudades”, “semi civilizada, que despedaza las constituciones con cañones rayados”.

El federalismo argentino fue –aún lo es, en verdad– un proceso de unidad de las provincias –concluido hacia 1880–, que, a su vez, adoptó formas republicanas y representativas, o democráticas diríamos actualmente, como, en lo principal, la igualdad de representación política de las provincias (la cámara de senadores es su garantía), la distribución justa de las rentas de la aduana porteña bajo el poder federal, y la nacionalización de la ciudad de Buenos Aires como capital del país.

En el siglo XX, el sufragio libre, secreto y obligatorio, permitió el ascenso al poder político del yrigoyenismo, tras una larga lucha de la causa contra el régimen. En 1945 las muchedumbres obreras hicieron asomar al cimiento básico de la nación, en palabras de Raúl Scalabrini Ortiz, y al año siguiente, el peronismo expresó el ascenso de las mayorías populares, la clase obrera industrial y los sectores medios ligados a la producción nacional y el mercado interno. El peronismo significó, a su manera y de acuerdo a los valores de la época, una idea de democracia amplia, en el fin del ciclo de la década infame, tanto en el ámbito político, como especialmente en lo económico, social y cultural. Lo mismo ocurrió en 1973, con Cámpora y el regreso de Perón al poder, tras más de 17 años de proscripción, exilio, persecución y golpes militares. El 17 de octubre de 1945, el 4 de junio de 1946 y el 25 de mayo de 1973 son, a su modo, fechas a tener en cuenta como celebración de la democracia en Argentina, como hitos de participación popular en los destinos del país.

 

Hipólito Yrigoyen en su llegada a Rosario, de paso para Santa Fe, en gira política, 1926. Fuente: Archivo General de la Nación.

 

Hasta aquí podemos decir que, en el proceso histórico de nuestro país, se fue delineando un contenido específico de las ideas de democracia, república y estado de derecho, de acuerdo a las necesidades y circunstancias propias, que lo aleja del recorrido europeo o anglosajón, en donde se origina esos términos.

Algo similar, podríamos referir si indagamos en el resto de los países latinoamericanos, en los que las formas jurídicas y políticas son manifestaciones de procesos históricos propios y del devenir de sus movimientos populares, como respuestas en un momento determinado de la historia. Las sociedades creadas por los movimientos nacional- populares, como el peronismo, varguismo o cardenismo, no se corresponden cabalmente con el estado de bienestar europeo, sino con los procesos de liberación específicos del continente.

En resumen, la idea de democracia surge ligada a una participación popular, orientada a la formación del estado nacional, por vía de la autodeterminación. En nuestro país, la autodeterminación es un derecho del pueblo, cuya expresión histórica ha sido por medio del federalismo hacia dentro del espacio nacional, y la unificación continental, en política exterior. No siempre el ejercicio de la autodeterminación implica la separación territorial, sino que, en ocasiones, es la unificación de diferentes naciones y pueblos en una misma entidad política superior, como lo sería la Patria Grande. Las provincias unidas en igualdad y la patria grande sudamericana, las dos, combinadas, como vías paralelas de la autodeterminación nacional.

 

Perón en el balcón de la Casa Rosada. Fuente: Museo Evita.

 

El ciclo democrático, desde 1983

La historia argentina no ha sido lineal –como posiblemente la de ningún país–, sino una sucesión de avances y retrocesos, de etapas democráticas interrumpidas por dictaduras, ciclos de crecimiento que fueron sucedidas por crisis; sólo que los momentos progresivos no alcanzan a recuperar el retroceso sufrido.

Algunos indicadores así lo demuestran. El último mayor salario real en la Argentina, hasta el momento, es el de 1974, superior aún al de 2011/2013 –el mayor del virtuoso período kirchnerista–; lo mismo ocurre con la desocupación, la pobreza y la desigualdad social. Incluso podemos ver que, perdimos y recuperamos la petrolera estatal, la aerolínea de bandera y el sistema previsional, pero no ocurrió lo mismo con gran parte del estado, la industria y el trabajo propio.

La dictadura militar oligárquica de 1976 dejó un país quebrado por el dolor de las desapariciones forzadas, el exilio y la persecución, pero también por una economía golpeada y dependiente, con un modo de acumulación rentístico financiero y de reprimarización productiva, de hegemonía del sector financiero, apertura comercial y fuerte concentración empresarial. La deuda externa aumentó cuatro veces y media durante la dictadura (en 1975, era el 18,9% del PBI, en 1983, el 59,9%); el PBI industrial cayó el 20% (de 1974 a 1981); y la participación de los trabajadores en el ingreso nacional, cayó del 45% en 1974, al 27% en 19831. Una estructura de dependencia y de crisis permanente, cuyos rasgos principales aún continúan.

El retorno democrático de diciembre de 1983 significó un importante cambio de régimen político y civil, en orden a la participación de las mayorías populares, pero sin un correlato significativo que se haya consolidado, en lo económico y social. Un sistema político más atento a los derechos civiles y electorales, y a idílicos modelos ajenos, como los sajones, nórdicos y el español (la machacona referencia a un pacto de la Moncloa local); con la pérdida de los anteriores programas de liberación nacional, de prédica antiimperialista, que ponían en el centro la cuestión nacional como la única vía para responder a las cuestiones sociales. Democracia política, pero sin democracia económica; estado de derecho, pero sin independencia económica y sin la autodeterminación nacional necesaria. Cada gobierno que asumió tras elecciones libres y transparentes, aún con amplio apoyo de las mayorías populares, se vio inmediatamente jaqueado por un sistema económico dominado por la red de grandes capitales concentrados y extranjeros, con la influencia ideológica de asociaciones, fundaciones, organizaciones y la comunicación concentrada, pertenecientes a la red arrojada por el imperio estadounidense.

 

Los diarios de la época reflejan el acuerdo entre Menem y Alfonsín que dio paso a la reforma constitucional de 1994. Fuente La Nueva Provincia.

 

En el contexto de esta realidad social, la idea de libertad se vacía de contenido y es, en los hechos, el desmantelamiento del estado, el dominio de las multinacionales, la opresión contra la pequeña industria y productores rurales. O, como se dice, la libertad del zorro en el gallinero, resumida en eso que decía Jauretche, que “es una de las tantas abstracciones del liberalismo, como el derecho que todos tienen de dormir bajo los puentes, desde Felicito Alzaga Unzué al linyera o crotto, pero que, inexplicablemente, Don Felicito no ejerce, con un increíble abandono de sus derechos”2. Lo mismo vale decir para la idea de democracia. En un país dependiente, la libertad, y por añadidura la democracia, son una ficción, una abstracción literaria, ante la pobreza, la desigualdad y explotación social, y los condicionamientos de las potencias extranjeras en toda su economía.

El mismo Jauretche contestaba que “los pueblos aman la libertad, pero exigen que su primera manifestación, la primaria, sea la de la libertad nacional…todo el proceso de nuestra historia no es otra cosa que una lucha entre la libertad nacional, es decir la independencia económica y los agentes externos e internos que, en nombre de la libertad, quieren ponernos en condición de dependencia”.

 

Democracia para argentinos

Raúl Alfonsín fue el primer presidente elegido por la voluntad popular en elecciones libres, tras esa dictadura. Asumió el 10 de diciembre de 1983, ante un Congreso de la Nación rodeado de gente que se manifestaba en las calles con la alegría, efusividad y ansiedad que caracterizaron a esos meses. Venía de reiterar una y otra vez en la campaña, que con “la democracia se come, se cura y se educa”, y de recitar el preámbulo constitucional, con sus mandatos de “constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad”. Al asumir, afirmó: “el Estado no puede ser propiedad privada de los sectores económicamente poderosos”, y que “el quebrantamiento de los derechos del pueblo a elegir sus gobernantes implicó siempre entrega de porciones de soberanía al extranjero, desocupación, miseria, inmoralidad, decadencia, improvisación, falta de libertades públicas, violencia y desorden”3.

El fin del gobierno de Alfonsín, en 1989, se dio con su renuncia anticipada y pactada, con el traspaso presidencial a favor del candidato ganador en mayo, Carlos Menem (1989/1995 a 1999): 4923% de inflación, 8,4% de desocupación y caída del 19% del salario real, con la recordada frase del ministro de economía, Juan Carlos Pugliese: “Les hablé con el corazón y me respondieron con el bolsillo”. Se traspasó el gobierno, pero el poder estaba en otro lado, como quedaba en evidencia con las corridas cambiarias, la hiperinflación, el desabastecimiento y las presiones de los organismos financieros.

En 1994 se reformó la constitución nacional, con normas ampliatorias de derechos civiles y políticos, pero sin configurar un estado activo, el cual quedaba casi rendido en el ámbito económico, a tono con las políticas a favor del capital concentrado y anti industrialistas. No se le dio al estado los instrumentos para poder cumplir con los objetivos de derechos enunciados, lo cual los convertía en ilusorios4.

Una bella zamba dice: “se me está haciendo la noche en la mitad de la tarde”. A De la Rúa le pasó algo así, porque su gobierno terminó en la mitad del mandato constitucional, con la pueblada de diciembre de 2001. La crisis social provocó la eclosión del sistema económico liberal conservador, basado en la convertibilidad de la moneda, la apertura y el ajuste permanente controlado por el Fondo Monetario Internacional, combinado con la represión. La desocupación pasó del 14,5% en 1999 al 21,5% en 2002, y las personas bajo la línea de pobreza llegaron al 54,3%, dando lugar a una fragmentación real del país, en donde, junto con la dolarización, había propuestas como las del Plan Dornbusch, de un sistema internacional de tutelaje financiero semicolonial.

 

Estallido social de diciembre de 2001. Fuente: Fototeca ARGRA.

 

Duhalde, al asumir, alertó contra los apologetas de la dolarización que “hubiese condenado al país a perder definitivamente su política monetaria y cambiaria (…) la dolarización significaba el triunfo definitivo del proyecto económico, social, político y cultural, cuyos cimientos fueron impuestos a sangre y fuego en marzo de 1976” (apertura de sesiones legislativas del 1 de marzo de 2002)5.

Néstor Kirchner asumió el 25 de mayo de 2003, con más desocupados que votos: el 22,4 por ciento de los votos, de un lado; el 25 por ciento de desocupación, por el otro. Ante la Asamblea Legislativa, dio un recordado discurso (el de “vengo a proponerles un sueño” y “no voy a dejar mis convicciones en la puerta de la Casa Rosada”) en el cual surcó por los asuntos que hacen a la disyuntiva histórica. Abogó por un estado que tenga “la finalidad de concretar el bien común, sumando al funcionamiento pleno del Estado de derecho y la vigencia de una efectiva democracia, la correcta gestión de gobierno, el efectivo ejercicio del poder político nacional en cumplimiento de transparentes y racionales reglas, imponiendo la capacidad reguladora del Estado ejercidas por sus organismos de contralor y aplicación”. Por pensar que “la presencia o la ausencia del Estado constituye toda una actitud política. (…) debemos hacer que el Estado ponga igualdad allí donde el mercado excluye y abandona”; que “a la Constitución hay que leerla completa. La seguridad jurídica debe ser para todos, no solamente para los que tienen poder o dinero”. Puso el foco en la necesidad de pensar “el mundo en argentino, desde un modelo propio”, de un proyecto nacional que convoque a la unidad del país6.

Cristina Fernández se caracteriza por discursos brillantes y conceptualmente profundos. Aun no coincidiendo con todos sus términos, su oratoria es muy superior al promedio de la clase dirigencial. Al asumir por primera vez la presidencia, ella destacó la vigencia de creer “en el pueblo y en la Nación, palabras que tal vez en tiempos de la globalización no suenen bien, pero a poco de conocer a los países con más desarrollo económico y social, uno puede encontrar en la defensa irrestricta de sus propios intereses, como Estados y sociedades, la clave de ese avance”7.

De los festejos masivos del bicentenario, a las ideas detrás de frases como “tenemos patria” y “la patria es el otro”. De la recuperación nacional y democrática, a los avances en el proceso de integración continental. La formación de la UNASUR y la CELAC sentaron las bases políticas para un más amplio ejercicio de la autodeterminación, dándole un significado concreto y real a las democracias de nuestros países. La democracia tomaba, así, un rumbo nacional, democrático y continentalista, que se vería puesto en crisis en los últimos años, en un nuevo ciclo regresivo. En el encuentro del Grupo de Puebla “Voluntad popular y democracia. Del partido militar al partido judicial, las amenazas a la Democracia” (marzo 22, 2023), explicó cómo la estigmatización mediática y la persecución judicial tienen el objetivo de disciplinar e “instalar el miedo porque, quién se va a animar otra vez a, por ejemplo, tareas como la de recuperar las AFJP, o recuperar YPF, o decirle no al Fondo”. Y alertó, “¿Vieron que últimamente se habla de Von Hayek y un nuevo político habla mucho de Von Hayek? ¿Y quiere poner a la Argentina en la onda de Von Hayek?”. Éste es un conocido economista que inspiró ideológicamente a la dictadura de Pinochet en Chile”.

También, quien propuso un proyecto nacional “para producir y no para especular” fue Alberto Fernández, al asumir en 2019. Convocó “a la unidad de toda la Argentina, en pos de la construcción de un nuevo contrato ciudadano social”, a “que el odio no tenga poder sobre nuestros espíritus”, y, con mención a Alfonsín, a que “entre todos podamos demostrar que con la democracia se cura, se educa y se come”8.

 

Néstor Kirchner arrojándose a la multitud. Su gobierno restableció la credibilidad en la actividad política para las generaciones que habían protagonizado la resistencia al neoliberalismo. Fuente: Télam.

 

Presente

El vertiginoso devenir de nuestra historia estaciona en un punto del cual se le dificulta avanzar. Democracia restringida, le llama Luis Bruschtein, con “una interferencia en los sentidos que la sociedad utiliza para decidir, donde ya no se naturalizan las formas jurídicas europeas, sino la utilización del poder judicial para perseguir a referentes políticos y sindicales del campo nacional, al grave atentado a la vida de la vicepresidenta Cristina Fernández –el regreso a una amenaza de proscripción electoral–, graves hechos de represión contra manifestaciones de protesta y la inflación más alta desde la híper de 1989, todos factores de restricción de la voluntad popular, que lejos de la libertad, se encuentra viciada de presiones”9.

Lúcido, León Pomer ha observado acerca del fracaso de la “democracia burguesa que asistió indiferente e hizo de la política una cuestión de carrera personal”, cuya “síntesis perfecta es la de quienes representan al mayor fondo de inversión del mundo”10.

La autodeterminación del pueblo es una lejana quimera. Mientras, la clase trabajadora, pese al crecimiento de la cantidad de empleos, se bate entre el asedio de la precarización y las nuevas formas de trabajo desprovistas de protección y derechos. Los prejuicios anti estado y anti sindicato crecen como hongos, en la estepa de una cultura de la dominación.

En 1974, Perón expuso los lineamientos de un proyecto nacional, cuyo camino no pudo ser retomado por el país, tras el brutal quiebre de la dictadura. Asuntos que aún tienen notable vigencia, como la necesidad de “la consolidación de los procesos fundamentales que nos conducen a la Liberación Nacional y Social (...) para alcanzar en paz el desarrollo propio y la integración latinoamericana, únicas metas para evitar que el año 2000 nos encuentre sometidos a cualquier imperialismo” y que sean “los trabajadores, como grupo social, quienes definan cuál es la sociedad a la cual aspiran, de la misma manera que los demás grupos políticos y sociales.”

No es posible trasladar ideas fuera de su tiempo, modo y lugar, pero sí, tal vez, observar el presente como continuidad de lo que alguna vez pasó. Parece cierto, hoy, que sin un proyecto nacional, la democracia pierde su sentido real. Sin democracia económica y autodeterminación nacional, los derechos civiles y políticos no tienen base firme, y, más temprano que tarde, entran en crisis.

 

Movilización del sindicalismo y los movimientos sociales frente al Congreso de la Nación en noviembre de 2016, pidiendo por la sanción de la Ley de Emergencia Social. Fuente Infobae.

 

Se plantea, entonces, la necesidad de que sea desde abajo que se apuntale el proyecto nacional, aún en tiempos adversos, con la participación activa en organizaciones sindicales, sociales, políticas, barriales, comunitarias, donde se concreten en la realidad cotidiana, los principios de equidad, solidaridad y bien común. Tal vez, en esto se juega el sentido real de la democracia para nuestro país.

Aquello que alguna vez, en el inicio de la opresiva década de los años 1930, escribió Jauretche, podría ser un buen resumen, con ojos propios, de lo que significa la democracia: es pa' todos la cobija, o es pa' todos el invierno.

 

* Abogado. Profesor de la Facultad de Derecho. Autor de ensayos, notas y panfletos. Publicó “Constitución de 1949” (2019, 2da. Edición, Punto de Encuentro).
Notas

1. La fuente de los datos económicos utilizados proviene de: Rapoport, Mario y Zaiat. Alfredo. Historia de la Economía Argentina del Siglo XX, Ed. Página/12, Buenos Aires, 2008.
2. Las citas de Jauretche son de: El Pensamiento Vivo de Arturo Jauretche, Bs. As. Centro Cultural Enrique Santos Discépolo, 2009.
3. Disponible en: https://www.educ.ar/recursos/129085/discurso-de-asuncion-del-presidente-r-r-alfonsin-1983.
4. En Argentina, parece más fácil modificar los libros sagrados religiosos que reformar la Constitución Nacional, aunque no así las provinciales. La reforma anterior a 1994, es la de 1957, durante un gobierno dictatorial, con proscripción del peronismo, y con la espuria finalidad de encubrir la anulación ilegal de la reforma de 1949.
5. Disponible en: https://www.archivorta.com.ar/asset/eduardo-duhalde-asume-la-presidencia-ante-la-asamblea-legislativa-2002/.
6. Disponible en: https://www.institutopatria.com.ar/wp-content/uploads/2020/11/Discursos-de-Nestor-Kirchner-vf.pdf
7. Los discursos de Cristina Fernández de Kirchner están disponibles en: https://www.cfkargentina.com/.
8. Disponible en: https://www.casarosada.gob.ar/informacion/discursos/46596-palabras-del-presidente-alberto-fernandez-en-su-acto-de-asuncion-ante-la-asamblea-legislativa
9. Bruschtein, Luis, La democracia interferida Cristina Kirchner, la candidata que no fue. En Página 12, 30/09/2023.
10. Entrevista personal, 19/10/2023.