El rol de las organizaciones libres del pueblo en la política regional del primer peronismo

La autora reconstruye la concepción tercerista de Perón y analiza dos de las iniciativas en que la misma se cristalizó: la ATLAS y las agregadurías obreras, experiencias que a su vez emanan del protagonismo popular que signó al período.
Por María Villalba *

 

La propuesta continental de Juan Domingo Perón

En el Congreso de Filosofía de Mendoza, en el año 1949, Juan Domingo Perón exponía la Comunidad Organizada, una doctrina donde quedaban definidos los aspectos fundamentales de la Tercera Posición. No se trataba solo de una descripción en clave filosófica sino de una innovadora práctica política. Frente al mundo bipolar dividido en el capitalismo individualista y el comunismo estatal de la posguerra, Perón proponía una alternativa latinoamericana que se oponía al salvajismo capitalista sin intervención estatal y a la omnipresencia del Estado de la URSS. El conductor la describió como “una idea sintética de base filosófica”1.

En un discurso pronunciado en la Escuela Nacional de Guerra en 1953, el entonces presidente argentino argumentaba que América Latina tiene la ventaja de poseer recursos de todo tipo, agropecuarios, ganaderos, mineros, lo cual representa también una amenaza para nuestro continente. Perón sostenía que países potencia “superpoblados y superindustrializados, que no disponen de alimentos ni de materia prima, pero que tienen un extraordinario poder, juegan ese poder para despojarnos de los elementos que nosotros disponemos en demasía”2.

Frente a estas amenazas, Perón consideraba necesaria una defensa común a través de la unidad continental. Según su previsión, la lucha del futuro sería económica y para que el año 2000 no encuentre a los latinoamericanos dominados, los pueblos debían unirse. A su juicio, la República Argentina no era una unidad económica, Brasil solo tampoco, y lo mismo Chile; pero estos tres países unidos conformaban una unidad económica dotada de formidables reservas —metales, alimentos, animales, etc.— que aún no habían sido explotados. Asimismo, era indudable que, realizada esta unión, caerán en su órbita los demás países sudamericanos3.

Sin embargo, Perón recalcaba que las uniones debían venir de los pueblos4, que no podían realizarse por los gobiernos. Las uniones tenían que ser impulsadas desde abajo, no desde arriba, como una imposición, si es que esas alianzas no quieren fracasar. Por eso consideraba necesario trabajar la influencia sobre “los pueblos, que son los permanentes, porque los hombres pasan y los gobiernos se suceden, pero los pueblos quedan”5.

Como dijimos, en este discurso Perón proponía una unidad inicial entre Argentina, Brasil y Chile. Sostiene que naturalmente, cuando se realice esta unión, se incorporará también Paraguay y el resto de los países latinoamericanos. Para eso, Perón firma en Chile el Acta de Santiago durante el período de Carlos Ibáñez del Campo. Al mismo tiempo, se reúne con Getulio Vargas en Brasil pero, pese a la buena voluntad del presidente, la unidad no se llega a consolidar debido a los numerosos opositores con que contaba el mandatario brasileño.

 

Perón e Ibáñez del Campo, presidentes de la Argentina y Chile, el 21 de febrero de 1953. Fuente: Internet.

 

Posteriormente, en la obra América Latina ahora o nunca —que recopila discursos del General en 1953, 1972, 1973 y 1974— Perón vuelve a insistir sobre estas mismas ideas. En “Mensaje a los pueblos y gobiernos del mundo”, del año 1972, sostiene que:

 

Cuando todos los Continentes se están integrando a pasos agigantados como único modo de impedir el dominio imperialista, nosotros estamos todavía en veremos o cabresteando a la tutela imperial que ha estado por desunirnos a fin de poder manejar a su antojo. Y si entreveramos ya la posibilidad de una integración mundial, partiendo de un Tercer Mundo consciente, el contraste llega a ser tan grosero, que cuesta imaginar a un latinoamericano que aún se preste a servir los intereses que no sólo nos desunen, sino que intentan enfrentarnos. O nosotros reaccionamos contra tales intentos o será cierto lo que dije hace 25 años atrás [1953]: el año 2000 nos encontrará unidos o dominados. Los latinoamericanos pueden elegir.6

 

Finalmente, en el mensaje leído el 7 de septiembre de 1973, en la IV Conferencia de los Países No Alineados realizada en Argel, Perón expresa con mucha claridad la Tercera Posición que viene trabajando desde la década del 50:

 

1) La defensa integral de la soberanía nacional en todo nuestro territorio y especialmente sobre la Antártida Argentina, las Islas Malvinas y sus islas dependientes. 2) El ejercicio pleno de la Justicia Social, la Independencia Económica y la Soberanía Política, como bases para asegurar a cada Pueblo del mundo su propia felicidad mediante la realización de la propia justicia y la propia libertad. 3) La Tercera Posición como solución universal distinta del marxismo internacional dogmático y del demoliberalismo capitalista, que conducirá a la anulación de todo dominio imperialista en el mundo.7

 

La ATLAS, las Agregadurías Obreras y la Tercera Posición

Dos de las principales iniciativas de los gobiernos peronistas en materia de política internacional particularmente en lo relacionado con la integración regional fueron la Agrupación de Trabajadores Latinoamericanos Sindicalistas (ATLAS) y los agregados obreros en el exterior.

En su declaración de principios, la ATLAS sostiene que “está y estará contra toda forma de totalitarismo o dictadura, tanto de derecha como de izquierda, ya sea ejercida por el capitalismo o por el Estado —en expresa referencia a Estados Unidos y la Unión Soviética”8. De este modo, la ATLAS se manifiesta íntegramente desde la Tercera Posición.

De forma paralela, en la documentación sobre las Agregadurías Obreras dependientes del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, se encontraron las “Instrucciones para el Plan de Acción”, también llamado “Plan de Acción para el Movimiento Justicialista Internacional”. En estos archivos, se constata lo siguiente:

 

1) El objetivo es el siguiente:

-Llevar el justicialismo al movimiento obrero latinoamericano

-Esta acción se llevará con mayor intensidad

1° En los países limítrofes

2° En Latinoamérica

3° En el resto del mundo

2) Para lo cuál será menester:

Despertar la conciencia justicialista

Promover la organización sindical justicialista

Realizar la unión internacional

3) Al realizar esa acción deberemos enfrentar la lucha:

Contra el capitalismo

Contra el comunismo

Para salir adelante será menester vencer al capitalismo en sus propios reductos.

El comunismo se batirá al mismo tiempo porque, en estos momentos está más bien actuando en el campo político.

4) La lucha es primordialmente con el capitalismo y, en consecuencia, contra los Estados Unidos.

Porque los Estados Unidos ya nos han desatado la lucha.

Porque siendo el capitalismo el enemigo de los pueblos obreros latinoamericanos y Estados Unidos, su personero, nos conviene hacer de esos dos enemigos uno solo. Hay ventaja porque el ambiente ya está formado.

5) La ventaja deberá buscarse en la circunstancia:

a) Que el capitalismo, o sea, Estados Unidos, se apoya en los gobiernos de la oligarquía entregada.

b) Nosotros deberemos trabajar a los pueblos, enemigos de esos gobiernos. El tiempo será nuestro aliado.

c) Para ganar los pueblos no hay mejor camino que la clase obrera. Ese debe ser nuestro medio de acción.9

 

Así podemos ver que hay organicidad en la concepción política de unidad latinoamericana. Juan Domingo Perón plantea en sus obras y discursos escritos, pero sobre todo en su praxis política, la Tercera Posición frente a los dos grandes paradigmas: el capitalismo y el comunismo. Tanto la ATLAS como el Plan de Acción de las Agregadurías Obreras coinciden en el cuestionamiento a Estados Unidos y la URSS como potencias, y consideran necesario el contrapeso con una doctrina latinoamericanista y justicialista.

 

Gráfica peronista. Fuente: Internet.

 

En la práctica, la ATLAS se constituyó y llegó a dar sus primeros pasos, mientras que se enviaron agregados obreros a las embajadas con el objetivo de concretar la filosofía regionalista del conductor. “Ahora demostraremos, en la realidad, que somos un Gobierno Popular dándole al pueblo la participación a que el pueblo tiene derecho en todas las actividades que el país debe realizar”10. Esto nos conduce a reflexionar sobre la naturaleza de la participación popular durante el primer peronismo.

 

Las Organizaciones Libres del Pueblo

La relación dialéctica entre Juan Domingo Perón y los trabajadores permitió la creación de las Organizaciones Libres del Pueblo (OLP) y otras instancias estatales como las Agregadurías Obreras dependientes del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto. 

Desde la Secretaría de Trabajo y Previsión, el conductor había comenzado por fin a reconocerle sus derechos a los trabajadores, pero tanto los empresarios, como una parte de los militares y de la dirigencia política, no estaban de acuerdo en perder privilegios, dando lugar a una puja de intereses que desencadenó el apresamiento de Perón en la Isla Martín García en octubre de 1945. 

En respuesta a esa medida represiva, la Confederación General del Trabajo (CGT) convocó a una huelga para el día 18 de octubre de 1945, pero un día antes, el famoso 17 de octubre, los trabajadores sindicalizados provenientes del conurbano salieron de las fábricas a reclamar por la liberación de su conductor, quien les había devuelto la dignidad humana. En este sentido, de acuerdo a la forma en la que los obreros respondieron al anuncio de la prisión del entonces coronel, se puede hablar de un alto grado de espontaneidad por parte de los trabajadores que se manifestaron fuera de toda previsión o cálculo. Francisco Pestanha, autor de Introducción al Pensamiento Nacional, Organizaciones Libres del Pueblo. Otra categoría forjada desde la periferia, entre otros, señala que fue el peronismo el que creó a Perón y no al revés. Pero, por otro lado, también hubo cierto grado de organización, ya que para el 18 de octubre estaba pautada la huelga general. A través de estas dos fechas, podemos ver la espontaneidad y la organización como dos facetas del accionar de los trabajadores y las organizaciones sindicales peronistas. 

 

La Tercera Posición en la óptica del artista plástico Daniel Santoro. Fuente: Internet.

 

Estas categorías permiten que nos acerquemos a la naturaleza de las OLP. Las mismas fueron creadas durante el protoperonismo, entre los años 1943 y 1946, y durante el propio período peronista, aunque por fuera de la estructura institucional —su reglamentación recién llegaría con el Decreto 13.378 del 25 de agosto de 1954—. Se trata de formaciones que emergen del pueblo y una vez que Juan Perón asume la presidencia, en 1946, se constituyen en dominio real y concreto, como el caso de los sindicatos que toman una nueva forma. También se crean organizaciones dentro de la órbita estatal, como las ya mencionadas agregadurías obreras en cada una de las embajadas argentinas en los diferentes países. Tal como las definen Pestanha, Bomforti y Carrasco, las Organizaciones Libres del Pueblo son un “cúmulo de formas asociativas constituidas de manera orgánica que, a partir de la Revolución de 1943, obtuvieron inédito apoyo estadual. Sin embargo, el Gobierno no tenía como fin tutelarlas sino garantizar y potenciar su auto organización”. 

Como refiere en sus argumentos Pestanha, la concepción liberal de Rousseau, basada en un pacto social entre individuos para satisfacer sus necesidades, contrasta con la concepción peronista. Ésta se basa en la conformación de agrupaciones mayores que se vinculan por lazos de proximidad, hermandad y amor entre los sujetos: primero en la familia, luego en la escuela, posteriormente en la universidad, en los clubes, etc. Los sujetos nacen en senos familiares y forman parte de distintos grupos sociales. No nacen aislados y no firman ningún contrato social. Viven naturalmente en comunidades que se construyen por relaciones de proximidad desligadas de lo contractual. 

Asimismo, Pestanha sostiene que el peronismo, a diferencia del fascismo, jamás incorpora a las OLP, sino que se limita a establecer alianzas con ellas.

Como señala Alberto Buela (2007), las OLP fueron planteadas como instancia central de la Comunidad Organizada para la conformación de un sistema de poder que emerge del pueblo y se construye como una política real a partir de las organizaciones intermedias que son su representación natural. Las OLP, como se dijo, deben ser la expresión de la acción y los intereses populares; no pueden ser creadas desde arriba como mecanismos de ordenamiento estatal. A su vez, en su vínculo con el Estado, Buela destaca el carácter “concurrente” de estas organizaciones que deben poder ejercer un accionar que registre su posicionamiento dentro de la gestión de políticas públicas. Ese rol como “voceros del pueblo”, según lo definió este autor, es fundamental ya que es lo que le otorga al Estado una consustanciación real con la realidad de los sectores populares y un ejercicio efectivo de la democracia. 

En el Decreto de 1954, Perón describe la Doctrina Nacional Política de Gobierno y en la Sección II Considerando 9, que trata sobre los principios generales de acción política externa, sostiene que: “El Gobierno, el Estado y las organizaciones libres del Pueblo constituyen el cuerpo de la Comunidad. El alma de la Patria es la Doctrina Nacional”.

En la Sección III Considerandos 16 y 17 sostiene lo siguiente: 

 

16) Las uniones regionales y continentales facilitan el programa económico general y el bienestar de los pueblos y promueven la paz entre las naciones. 

17) La política internacional argentina se orienta hacia la integración de la unión de los pueblos y las naciones de América sobre la base inviolable del más absoluto respeto por las soberanías de las naciones que conforman el continente. 

 

En el Decreto se visualizan las relaciones de proximidad o alianzas entre Gobierno, Estado y Organizaciones Libres del Pueblo. Estos vínculos son centrales para una política internacional continentalista. 

 

Convivencia entre la ATLAS y las Agregadurías Obreras

Es a partir de la concepción reseñada que toman cuerpo las agregadurías obreras, que si bien forman parte del Estado, son impulsadas por el gobierno para garantizar un sistema de representación internacional en el marco de la Revolución peronista, diferenciándose de la concepción liberal de la Cancillería argentina. El Estado y la dirigencia sindical acuerdan que algunos cuadros provenientes del mundo del trabajo, integrantes de las OLP, se incorporen a las oficinas especiales de diplomacia. No es la organización sindical la que asume el cargo sino que la misma cede un cuadro para desempeñar una función específica. La figura del agregado obrero no se inscribe dentro de las organizaciones del pueblo, pero tampoco es una figura corporativa y cooptada como sucedió con el fascismo en Italia. Hay una colaboración entre el Estado y las organizaciones obreras para potenciar las relaciones internacionales del país. 

 

Imagen del fondo documental sobre agregados obreros del Archivo Histórico de Cancillería. Fuente: UNTREF.

 

En cuanto a la ATLAS, esta fue creada en 1952 en buena medida gracias al impulso del presidente argentino para promover una política y una identidad latinoamericana entre las y los trabajadores de la región, como una organización libre del pueblo sindical, ya no solo a nivel nacional sino también regional.

En este escenario, aparecen encuentros y conflictos entre las dos experiencias referenciadas. Por un lado, está la importancia de la auto-organización de las OLP, como la propia ATLAS, y por otro lado, la conformación orgánica estatal, como lo fueron las agregadurías obreras. Estas dos formas de organización y sus relaciones pueden ser visualizadas en la documentación del Ministerio de Relaciones Exteriores de ese período. 

En los primeros dos documentos, en 1951, Jerónimo Remorino, del Ministerio de Relaciones Exteriores de Argentina, señala: “La libertad de operación de los integrantes de la A.T.L.A.S —aparte de que son naturales del país— puede llegar hasta cualquier límite, mientras que el Agregado Obrero actúa reducido y bajo la directa responsabilidad del Gobierno argentino”.

En el Memorándum escrito el 5 de marzo de 1954 por el Jefe de División Internacional del Trabajo de Relaciones Exteriores, Francisco M. Gartner, se sostiene que:

 

El señor Secretario General de la Central Obrera continental ´ATLAS´, Don Fernando Pérez Vidal, ha adoptado procedimientos que, aparte de afectar en primer término a nuestros Agregados Obreros destacados en el exterior, significa invadir jurisdicciones oficiales de nuestro gobierno que, en este caso, son de pura y exclusiva competencia de este Ministerio. 

En efecto, el señor Pérez Vidal, sin consultar previamente a esta División de quien depende en forma directa la dirección de su cuerpo de Agregados Obreros (lo cual él no ignora), se ha permitido tomarse la atribución de impartir instrucciones y órdenes a nuestros aludidos funcionarios, haciendo telefónica o telegráficamente, como ha ocurrido con nuestros Agregados Obreros en Cuba y México, sin tener en cuenta los perjuicios que sus inconsultos procedimientos acarrean a los mencionados funcionarios, a Nuestras Representaciones Diplomáticas, a esta Cancillería, y, por ende, a nuestro Gobierno; perjuicios que a veces se agravan cuando en esas instrucciones se comprometen buenas relaciones que existen entre Argentina y cualquier país de nuestro continente. Tal el caso de un telegrama que el Sr. Vidal ha dirigido, en fecha reciente, a nuestro Agregado Obrero en México (…).

Considero que procedimientos como éste [...] son los más incorrectos e inadmisibles; ya que con ello, el trascender tales hechos y llegar a conocimiento de las autoridades extranjeras afectadas, en este caso cubanas, trascendencias que pueden tener lugar muy fácilmente, compromete indefectiblemente ante el gobierno en cuestión, al Agregado Obrero y a la Representación Diplomática de la República, a este Ministerio, y por lógicas consecuencias, a nuestro Gobierno.

Atento a lo expuesto precedentemente llevo también a conocimiento de V.E. que en el día de la fecha he informado al Señor Subsecretario de esta Cancillería sobre el particular y solicitado su consentimiento para cursar una circular a todas nuestras Agregadurías Obreras destacadas en los países de nuestro continente, impartiendo instrucciones en el sentido de que en lo sucesivo deben abstenerse de acatar y cumplir instrucciones y/u órdenes de dicha Central Obrera Continental" [las negritas son nuestras].11

 

Como se observa, los funcionarios establecen límites y hasta consideran que la ATLAS invade y desautoriza su labor. A pesar de estas tensiones entre los representantes de la Asociación y los funcionarios públicos en las embajadas, ambos tienen una propuesta de unidad continental que, como se señaló más arriba, coincide con la concepción teórica y práctica del conductor político Juan Domingo Perón.

 

Fuente: CEDINPE.

 

A modo de cierre

En primer lugar, podemos concluir que hay unidad de criterio entre la teoría expuesta en los discursos de Juan Domingo Perón, la declaración de principios de la Asociación de Trabajadores Latinoamericanos Sindicalistas y el Plan de Acción armado para las Agregadurías Obreras. Este criterio común remite a la Tercera Posición basada en la justicia social, la soberanía política y la independencia económica frente a la polaridad entre Estados Unidos y la URSS— y la búsqueda de la unidad latinoamericana. Sin embargo, más allá de los acuerdos a nivel teórico, en la práctica hay tensiones, pujas y desencuentros porque miembros pertenecientes al tradicional Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto consideran que integrantes de la ATLAS invaden espacios que consideran de su pertenencia.

No obstante, pudimos observar también que ambas formas se encuadran en un tejido de alianzas entre el pueblo y el Estado, a través del gobierno. A diferencia de lo que ocurre con el fascismo, en los gobiernos nacional-populares la relación entre el Estado y el pueblo es de proximidad y de libertad. Es lo que se conoce como nacionalismo emancipador y defensivo. Este modelo es el del peronismo, donde los diversos brazos de alianzas funcionan de manera orgánica. 

También es importante señalar continuidades y rupturas entre la visión de la Patria Grande de nuestros libertadores —como Simón Bolívar, San Martín, José Artigas—, la propuesta de unidad entre Argentina, Brasil y Chile ideada por Juan Domingo Perón y las organizaciones regionales como la Unión de Naciones Sudamericanas —UNASUR— o la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños —CELAC — en tiempos de Néstor Kirchner, Ignacio Da Silva Lula y Hugo Chávez. Si bien la idea de la unidad continental está en todos estos hombres de acción y gestión, cabe señalar que la unidad latinoamericana a principios del siglo XIX estaba dada naturalmente. Es decir, no existían las fronteras de las patrias chicas que promovieron Inglaterra y las oligarquías nativas. Por el contrario, Perón a mediados del siglo XX, y Kirchner, Lula y Chávez a principios del siglo XXI, se encontraron con las fronteras de los países de la región y fomentaron la unidad desde la gestión gubernamental y mediante un fuerte trabajo de articulación política y económica como se vio, por ejemplo, con el freno al ALCA.

En el presente, y frente a los atropellos imperialistas, el saqueo de recursos naturales como el litio, el petróleo, el agua, etc., los daños al medio ambiente provocados por las corporaciones, la continua ocupación de las Islas Malvinas, el Atlántico Sur, la Antártida y la Patagonia por parte de Inglaterra y Estados Unidos, y demás amenazas, la organización continental de los países latinoamericanos y la organización sindical de la región se hace más necesaria que nunca. En ese sentido, Perón, la ATLAS y las Agregadurías Obreras señalan el camino que debemos recorrer para alcanzar la Segunda Independencia Continental. 

* Licenciada en Sociología (UBA) y Especialista en Pensamiento Nacional y Latinoamericano (UNLa). Docente-investigadora de la Universidad Nacional de Lanús.
Notas

1. Perón, Juan Domingo. La Comunidad organizada. Instituto Nacional “Juan Domingo Perón” de Estudios e Investigaciones Históricas, Sociales y Políticas. Buenos Aires. 2006. Pág. 5.
2. Perón, Juan Domingo. América Latina ahora o nunca. Buenos Aires. Cooperativa Punto de Encuentro. 2009. Pág. 15.
3. Ibidem Págs. 20 y 21.
4. Ibidem. Pág. 23.
5. Ibidem. Pág. 18.
6. Ibidem. Pág.46.
7. Ibidem. Pág.97.
8. Parcero, Daniel. La CGT y el sindicalismo latinoamericano. Argentina. Editorial Fraterna. 1987. Pág 35.
9. Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, se encontraron las “Instrucciones para el Plan de Acción”, también llamado “Plan de Acción para el Movimiento Justicialista Internacional”.
10. Perón, Juan Domingo. América Latina ahora o nunca. Buenos Aires. Cooperativa Punto de Encuentro. 2009. Pág. 53.
11. Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto.


Bibliografía consultada

• Buela, Alberto (2007). Notas sobre el peronismo. Buenos Aires: Editorial Grupo
Abasto, 2007.
• Galasso, Norberto. Perón. Formación, ascenso y caída (1893-1955). Buenos Aires. Colihue. 2011.
• Galasso, Norberto. Historia de la Argentina. Desde los pueblos originarios hasta el tiempo de los kirchner. Tomo II. Buenos Aires. Colihue. 2017.
• Parcero, Daniel. La CGT y el sindicalismo latinoamericano. Argentina. Editorial Fraterna. 1987.
• Perón, Juan Domingo. La Comunidad organizada. Instituto Nacional “Juan Domingo Perón” de Estudios e Investigaciones Históricas, Sociales y Políticas. Buenos Aires. 2006.
• Perón, Juan Domingo. América Latina ahora o nunca. Buenos Aires. Cooperativa Punto de Encuentro. 2009.
• Pestanha, Francisco; Bonforti, Emmanuel y Carrasco, Guillermo (2017) Organizaciones Libres del Pueblo. Otra categoría forjada desde la periferia. Revista Viento Sur. Remedios de Escalada, Ediciones de la UNla. Ver en línea: http://vientosur.unla.edu.ar/index.php/organizaciones-libres-del-pueblo/


Fuentes

• Clases de Francisco Pestanha, titular del Seminario de Peronismo de la Universidad Nacional de Lanús.
• Documentos de las agregadurías obreras del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto.
• Decreto N° 13.378 de 1954.