Derechas, autoritarismos e inestabilidad democrática
Desde la crisis de los años ’30 del siglo XX a esta parte, las derechas argentinas han mantenido una relación ambivalente –y, por momentos, contradictoria– con la democracia. El apoyo a los golpes de Estado encabezados por distintas facciones de las Fuerzas Armadas, la implementación de fraudes electorales y las estrategias entristas se presentaron como respuesta a la fragmentación identitaria y la debilitad electoral de los partidos de derecha1. Sólo recientemente, con la llegada de la Alianza Cambiemos al gobierno en 2015, las derechas lograron articularse en una propuesta electoral de alcance nacional. Esa propuesta estuvo hegemonizada por ideas de corte neoliberal que venían circulando en nuestro país desde el derrocamiento del peronismo en los años ’50 y que lograron ponerse en práctica durante los años ’90, tras el proceso hiperinflacionario que terminó con el gobierno de Raúl Alfonsín y abrió el camino para el arribo de Carlos Menem a la presidencia. Fue en este contexto, marcado por la caída del Muro de Berlín, la globalización y el Consenso de Washington, que la promesa de la “revolución productiva” y el “salariazo” se sustituyeron por políticas económicas de ajuste fiscal, privatización de empresas públicas y liberalización del mercado. El gobierno encabezado por Mauricio Macri significó apenas un intento de retomar esa senda. Su resultado fue la derrota electoral en las elecciones de 2019. A partir de entonces, las derechas argentinas parecen haber entrado en un proceso de rearticulación con consecuencias impredecibles.
Hoy asistimos a la radicalización de las derechas en respuesta al fracaso del neoliberalismo de los años ’90 y su proyecto de un mercado global “inclusivo”. El fenómeno no sólo atraviesa a las democracias europeas, sino además a la democracia estadounidense y a una gran parte de las democracias latinoamericanas. Es un fenómeno de alcance mundial que Wendy Brown describe en su último libro de la siguiente manera: “las fuerzas de la derecha dura han llegado al poder en las democracias liberales alrededor del mundo. Cada elección trae un nuevo shock. (…) El odio y la belicosidad racistas, antiislámicos y antisemitas crecen en las calles y en internet, y grupos de extrema derecha recientemente formados han salido a la luz con osadía luego de años de acechar en las sombras”2. El odio y la violencia son sintomáticos de una falta de horizonte. Ante un neoliberalismo que ya no tiene nada para ofrecer, sólo queda echarle la culpa al otro por el fracaso propio: a lxs inmigrantes, lxs feministas, lxs empleadxs del sector público, lxs que reciben asistencia social del Estado y un largo etcétera donde cabe todo aquello que se percibe como extraño, ajeno y monstruoso.
Ensamblajes de derecha
Existen serias dificultades para nombrar y caracterizar este nuevo ascenso de las derechas radicalizadas. Se habla de autoritarismo, populismo y, sobre todo, de “fascismo”, perdiendo a veces de vista que las derechas contemporáneas articulan una serie de elementos heterogéneos y en principio contradictorios3. Este breve escrito propone analizar a las derechas más como producto de un “ensamblaje” de diferentes prácticas, creencias y discursos que como un fenómeno monolítico susceptible de ser abordado desde una sola dimensión. El fenómeno de las derechas puede y debe abordarse desde varias dimensiones y con distintos enfoques teórico-metodológicos. Dejando de lado cualquier pretensión de exhaustividad, aquí recorreremos tres ejes transversales a partir de los cuales las derechas contemporáneas tienden a articularse entre sí, estos son:
- La polarización del escenario político conforme a la dicotomía “liberalismo o totalitarismo”.
- La concepción de una “democracia de consumidores” fundada en la libertad de mercado.
- El relato una “época dorada” de progreso económico, social y cultural que habría sido eclipsada por el estatismo y cuyos intentos de restitución funcionan actualmente como una utopía incontrastable con la historia.
El entrecruzamiento de estos tres ejes nos permite comprender, en primer lugar, las posibles articulaciones entre las derechas y el neoliberalismo –sin que ello implique reducir un fenómeno al otro– y, en segundo lugar, la dimensión trasnacional de dichas articulaciones. En efecto, como veremos a continuación, el nuevo ascenso de las derechas no es producto de elementos aislados que se dan en ciertos lugares y no en otros, sino de un conjunto de prácticas y estrategias discursivas que proceden de diferentes lugares del mundo y que interactúan en red. Lo que se pone en juego son las formas de construir al antagonista político, definir qué es la democracia y establecer alternativas de sociedad; es todo un proyecto para el capitalismo tardío, pospandémico, que se impone en base a la deslegitimación y la exclusión de otros proyectos de convivencia social. ¿Acaso un proyecto para la rearticulación de las derechas?
"Liberalismo o totalitarismo" (There is no alternative)
Tomemos como punto de partida una serie de declaraciones que sintetizan las tres variables a analizar. El pasado 17 de octubre de 2022, en el marco de un foro organizado por el Consejo Empresarial Alianza por Iberoamérica (CEAPI), la actual presidenta de la Comunidad de Madrid y dirigenta del Partido Popular español, Isabel Díaz Ayuso, señaló que:
Las democracias liberales no deben ensimismarse, sino apoyarse unas a otras para crecer y para protegerse de derivas totalitarias y empobrecedoras (…). La historia está llena de ejemplos. Como la Argentina, que ha sido uno de los países más ricos del mundo y esta fuente de oportunidades y prosperidad del siglo pasado, ahora lleva décadas estancada por políticas intervencionistas al servicio del poder político.4
Fiedrich Hayek: Fuente: Internet.
Mientras que el neoliberalismo de los años ’90 planteaba la dicotomía entre el populismo y la corrupción, por un lado, y el libre mercado y la transparencia, por el otro, las derechas actuales parecen recuperar una de las grandes dicotomías planteadas en los años ’60 y ’70, en el contexto de la Guerra Fría: la dicotomía “liberalismo o totalitarismo”. Se trata de una dicotomía muy presente en el discurso de los intelectuales pertenecientes a la Escuela Austríaca –especialmente en Hayek y su famoso Camino de servidumbre [1944]–, así como también en el neoliberalismo alemán y el Libertarianismo estadounidense. Para el caso del liberal-conservadurismo argentino de aquella época, era también una reedición de la dicotomía “civilización y barbarie” planteada por Sarmiento a mediados del siglo XIX en el libro Facundo [1885]. Así lo advertía Carlos Sánchez Sañudo, un contraalmirante retirado de la Marina, secretario general de la Vicepresidencia de la Nación (1956-1958) durante la autodenominada “Revolución Libertadora” y miembro de la Unión del Centro Democrático (UCEDE) en los años ’80.
La opción está entre Civilización o Barbarie, como diría Sarmiento, la opción entre: asumir la responsabilidad o transferirla.5
Conforme a esta dicotomía, no existen “terceras vías” entre el liberalismo y el totalitarismo. Ello vale para el peronismo, concebido por los liberales de mediados del siglo XX como la expresión autóctona de la Alemania Nazi, pero además para las ideas desarrollistas, el discurso cepalino y algunas vertientes asociadas con el liberalismo progresista, como el radicalismo y la socialdemocracia. Desde la perspectiva de Álvaro Alsogaray, embajador argentino en los Estados Unidos bajo el gobierno de Onganía, fundador de la UCEDE y asesor personal de Menem, el enemigo ya no sería el totalitarismo declarado, sino los modelos político-económicos que hibridan los principios liberales con prácticas e ideas “colectivistas”:
Seguramente la batalla final por la libertad ya no habrá que librarla contra el totalitarismo declarado sino contra estas híbridas pero insidiosas formas de penetración política que conducen, a través de la inflación, al colectivismo y a la masificación de la sociedad.6
Lo mismo puede decirse de otros intelectuales que tal vez hoy no nos resulten tan conocidos y que, sin embargo, jugaron un rol fundamental en la reestructuración del liberalismo argentino de la segunda mitad del siglo XX7. En todos los casos, el totalitarismo aparece como un “significante flotante” –en términos de Laclau–8 donde vienen a aglutinarse las opciones políticas más diversas, desde el peronismo y otras experiencias populistas de América Latina hasta el radicalismo y la socialdemocracia. Es una estrategia discursiva que volveremos a encontrar en el primer mandatario brasilero, Jair Bolsonaro, y su idea de que la Argentina y Chile están en vías de convertirse en regímenes comunistas, al igual que Cuba y Venezuela9. O también en Javier Milei, referente del Libertarianismo argentino, quien califica a sus contrincantes, incluyendo a algunos dirigentes de Juntos por el Cambio, como “socialistas”10.
Esta forma de polarizar el campo político tiene una larga historia en nuestro país y en el resto de la región. De hecho, es la forma en que la derecha neoliberal viene condicionando el debate democrático desde hace varias décadas. Ya lo decía Margaret Thatcher, primera ministra británica, a principios de los años ’80: “There is no alternative”. Con ello quedaba excluido cualquier proyecto político, económico y social alternativo al libre mercado, desde el paradigma welfarista implementado en Europa después de la Segunda Guerra Mundial hasta las políticas de nacionalización, desarrollo y justicia social practicadas en América Latina en diferentes momentos de los siglos XX y XXI.
Una democracia de "consumidores"
La dicotomía liberalismo o totalitarismo sustituye uno de los clivajes más importantes de la política de nuestra región, el clivaje “autoritarismo o democracia”, concibiendo a esta última como una “democracia ilimitada” o “democracia de masas” de la cual puede llegar a prescindirse en ciertas circunstancias. La cuestión de fondo no es si un gobierno se elige democráticamente, sino si respeta o no la libertad económica de los individuos. Fue el criterio al que apelaron Friedrich Hayek y Milton Friedman para apoyar la dictadura de Pinochet en Chile11. Pero también el que utilizó Alsogaray para legitimar la autodenominada “Revolución Libertadora” que derrocó al gobierno de Juan Domingo Perón en 1955. Según Alsogaray, más que un “golpe de Estado” contra un régimen democrático, la Revolución Libertadora habría sido una revolución contra un orden totalitario:
La Revolución Libertadora tenía características revolucionarias por un doble motivo. El primero, porque se realizaba contra un sistema totalitario completamente contrario a la Constitución Nacional. El segundo, porque se proponía abolir ese sistema reemplazándolo por otro ajustado a la tradición argentina y a los textos constitucionales.12
Para intelectuales liberal-conservadores como Federico Pinedo, Alberto Benegas Lynch y el mismo Carlos Sánchez Sañudo, la tradición argentina y la Constitución de 1953 consagrarían a las libertades económicas como el fin de las libertades políticas. Así lo da a entender Pinedo en el libro Porfiando hacia el buen camino, publicado unos meses antes del derrocamiento de Perón:
La noción de la libertad y del derecho privado de los individuos como fundamentales y de la libertad y los derechos políticos como medios para garantir aquellos (…) encontró su eco natural en los republicanos argentinos de las tendencias más dispares de la época de la organización y del afianzamiento de las instituciones republicanas, desde los más preocupados por los intereses materiales, como Alberdi, hasta los místicos más notorios, como Estrada, pasando por quienes eran menos materialistas y menos místicos, como Sarmiento. En todos ellos estuvo clara la idea de que la consagración de las libertades políticas de la nación, en el sentido de la soberanía del pueblo argentino, aunque necesaria, estaba lejos de ser una garantía suficiente de las libertades y los derechos individuales.13
Sociedades libres son, básicamente, aquellas que están organizadas en base a la libertad económica de los individuos. Esta libertad tiene primacía sobre todas las demás, incluyendo las libertades políticas reivindicadas históricamente por el liberalismo y sancionadas por diversas Constituciones de las democracias occidentales.
El neoliberalismo tiene una concepción muy particular de la democracia que eleva al consumidor como el verdadero “soberano” del mercado. En términos de Ludwig Mises, uno de los principales referentes de la Escuela Austríaca:
(…) el mercado es una democracia en la cual cada centavo da derecho a un voto. Más exacto sería decir que, mediante las constituciones democráticas, se aspira a conceder a los ciudadanos, en la esfera política, aquella misma supremacía que, como consumidores, les confiere el mercado.14
Las constituciones democráticas quedan entonces subordinadas a la lógica del mercado, mientras que la ciudadanía se disuelve en la figura del consumidor. Con una importante advertencia. Los consumidores, añade Mises, “Están llenos de caprichos y de fantasías; son mudables e imprevisibles. Les tienen sin cuidado los méritos anteriores. Tan pronto como se les ofrece algo que les parece mejor o que resulta más barato, abandonan a sus antiguos proveedores. Para ellos sólo cuenta su propia satisfacción”15. Bajo estas premisas, la democracia es una especie de plebiscito permanente dirigido por consumidores antes que por ciudadanas y ciudadanos portadores de derechos y obligaciones. Se trata, en simples palabras, de una “democracia de consumidores”: una democracia que estará condenada a la inestabilidad desde el momento mismo en que el consumidor vota a sus dirigentes como si comprase –y descartarse– productos en una góndola de supermercado.
Purificar al liberalismo
Según Karin Fischer y Dieter Plehwe, el avance de los gobiernos de izquierda y nacional populares registrado en las últimas dos décadas en América Latina generó una reacción de la derecha neoliberal, llevándola a dividirse, por un lado, en una derecha democrática, social y pragmática y, por el otro, en una facción “purista” que concebía al liberalismo social como un retroceso en el campo de las ideas16. En esta facción habría que ubicar a los libertarios argentinos y a algunas extracciones de la alianza Juntos por el Cambio. Si atendemos a sus discursos y sus estrategias políticas, veremos que la cuestión consiste en desplazar el campo de las derechas hacia un liberalismo “auténtico”, “puro” u “ortodoxo” que se distinga claramente de las posiciones consideradas como “heterodoxas”.
La única verdadera oposición somos los liberales –afirma Milei– porque esta es una diferencia entre colectivistas y liberales, y a ellos les encanta el Estado (…) Se deben abrazar las ideas de libertad que Argentina adoptó en 1860 para poder evolucionar.17
Álvaro Alsogaray. Fuente: El Diario 24.
La estrategia tiene sus antecedentes históricos. Al igual que los libertarios contemporáneos, Alsogaray, Pinedo y Benegas Lynch denostaban las posiciones heterodoxas no sólo por su supuesta inconsistencia teórica, sino además por su peligrosa cercanía con las ideas socialistas e incluso comunistas. De ahí la necesidad de llevar adelante una “batalla de ideas” con el fin de separar tajantemente al liberalismo auténtico de otras propuestas sospechosas de totalitarismo. El objetivo de esa batalla era toda una purificación terminológica que devolviese al liberalismo su verdadero sentido. Para el caso de la Argentina y de América Latina en general, la lucha contra el colectivismo debía extenderse al uso de una serie de términos que no son intrínsecamente colectivistas pero que, al parecer de Benegas Lynch, Alsogaray y otros intelectuales locales, fueron infectados por aquel:
La dialéctica marxista, colectivista y en general totalitaria –señala Alsogaray– ha utilizado el método de dar a determinadas palabras, que tenían un alcance preciso, una significación distinta. (...) Es lo que ocurre por ejemplo con el nacionalismo, la planificación, el desarrollo, etcétera, que son excelentes palabras dentro de nuestro sistema de ideas pero que han sido degradadas por los colectivistas al aplicarlas al suyo.18
El resultado de esta estrategia no sólo consistió en la formulación de posiciones cada vez más doctrinarias y puristas, sino en la postulación de una Argentina auténticamente liberal que, por un lado, aparecía como una utopía inalcanzable en los hechos, mientras que, por el otro, permitía desligar a las ideas liberales de sus fracasos históricos. Benegas Lynch afirmaba al respecto que “los fracasos atribuidos al liberalismo son fracasos del intervencionismo y del colectivismo” y no del liberalismo propiamente dicho, “cuyo sistema en realidad ya no existe desde hace mucho tiempo atrás”19. Más todavía, se llegará a decir que el liberalismo nunca pudo aplicarse totalmente en la Argentina, puesto que fue malinterpretado y tergiversado por los diferentes gobiernos que intentaron llevarlo a la práctica: "La Argentina no ha tenido una economía liberal. En su lugar ha sufrido los embates de una confusa mezcla de ideas políticas y económicas que (...) denominaremos como 'totalitarismo económico'".20
El liberalismo, en tal sentido, sólo puede ser una meta indefinidamente postergada hacia adelante; un horizonte que se aleja conforme avanzamos hacia él. Así se vuelve impermeable a cualquier crítica histórica a la vez que funciona como un mecanismo de purificación promoviendo la lucha contra toda posición política considerada heterodoxa.
Los llamados “discursos de odio” encuentran aquí una parte de sus condiciones de posibilidad. Estos discursos no deben ser reducidos a un simple estado emocional de algunos sectores minoritarios de la ciudadanía; antes bien, hay que considerarlos en el marco de las estrategias de ideologización y adoctrinamiento social que las derechas llevan adelante diariamente. Sin lugar a dudas, la radicalización de las derechas puede entenderse como una respuesta al fracaso del neoliberalismo, pero también como una purificación de las opciones políticas. El interrogante que queda por resolver es hasta qué punto esta estrategia condiciona la agenda pública, la desplaza hacia posiciones cada vez más doctrinarias, define el abanico de políticas posibles y el futuro de nuestras democracias, sin necesidad que la derecha más recalcitrante llegue al poder.
2. Brown, Wendy, En las ruinas del neoliberalismo. El ascenso de las políticas antidemocráticas en Occidente. Buenos Aires, Tinta Limón – Futuro Anterior – Traficantes de Sueños, 2020, p. 17.
3. Como señala Sergio Morresi, “en el campo de la derecha de cada país o región, distintas vertientes o tradiciones (por ejemplo, liberales, conservadores, fascistas, nacionalistas de derecha) pueden competir entre sí, a veces de modo descarnado, pero también son capaces de actuar de forma solidaria, llegando a acuerdos o incluso a fusiones que, en el origen de cada grupo, hubieran sido impensables”. Morresi, Sergio, Convergencias inesperadas de las derechas políticas, en Andrea Bolcatto y Gastón Souroujon (Comps.), Los nuevos rostros de la derecha en América Latina. Desafíos conceptuales y estudios de caso, Santa Fe, Universidad Nacional del Litoral, 2020, p. 51.
4. La Política Online, Ayuso vuelve a cargar contra el peronismo: “No es casualidad que cada vez más argenti-nos vengan a vivir a Madrid”, 17/10/2022. Disponible https://www.lapoliticaonline.com/espana/argentina-es/ayuso-vuelve-a-cargar-contra-el-peronismo-no-es-casualidad-que-cada-vez-mas-argentinos-vengan-a-vivir-a-madrid/
5. Sánchez Sañudo, Carlos, La encrucijada de la libertad, en Henry Hazlitt, Carlos Sánchez Sañudo, Manuel Tagle y Alberto Benegas Lynch, El Estado y la libertad, Buenos Aires, Centro de Estudios sobre la Libertad, 1965, p. 98.
6. Alsogaray, Álvaro, Bases para la acción política futura, Buenos Aires, Atlántida, 1968, p. 56.
7. Entre otros, Federico Pinedo, ministro de economía en distintos períodos de nuestra historia (bajo los gobiernos de Agustín P. Justo, Roberto Ortiz y José María Guido) y Alberto Benegas Lynch, presidente de la Asociación Vitivinícola Argentina y de la Cámara Argentina de Comercio, miembro de la Academia Nacional de Ciencias Económicas y fundador del Centro de Estudios sobre la Libertad (CDEL). Para una aproximación al pensamiento de estos intelectuales, Haidar, Victoria, Batallando por la reactivación del liberalismo en la Argentina: la revista Ideas sobre la Libertad entre 1958 y 1976. Sociohistórica, 40, 1-26, 2017, disponible https://doi.org/10.24215/18521606e033 y Vicente, Martín, “Los furores de una demagogia destructora”: sociedad de masas, liderazgo político y estado en la trayectoria político-intelectual de Federico Pinedo. Nuevo Mundo Mundos Nuevos, 1-14, 2013. Disponible en https://doi.org/10.4000/nuevomundo.65654
8. Laclau, Ernesto, La razón populista, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2020.
9. Perfil diario, Bolsonaro teme la vuelta del “comunismo” a Brasil y advirtió: “Argentina y Chile están en el mismo camino a Venezuela” (15/05/2022). Disponible https://www.perfil.com/noticias/internacional/jair-bolsonaro-teme-vuelta-comunismo-brasil-advierte-argentina-chile-estan-mismo-camino-venezuela.phtml
10. Declaraciones de Javier Milei a través de la red social Twitter (17/03/2022). Disponible en: https://twitter.com/jmilei/status/1504490253851279363
11. Véase la entrevista al diario El mercurio, brindada por Hayek durante una visita a Chile en 1981: “Yo diría que estoy totalmente en contra de las dictaduras, como instituciones a largo plazo. Pero una dictadura puede ser un sistema necesario para un período de transición. A veces es necesario que un país tenga, por un tiempo, una u otra forma de poder dictatorial. (…) es posible que un dictador pueda gobernar de manera liberal. Y también es posible para una democracia el gobernar con una falta total de liberalismo. Mi preferencia personal se inclina a una dictadura liberal y no a un gobierno democrático donde todo liberalismo esté ausente. Mi impresión personal –y esto es válido para América del Sur– es que en Chile, por ejemplo, seremos testigos de una transición de un gobierno dictatorial a un gobierno liberal”. Disponible en
https://puntodevistaeconomico.com/2016/12/21/extracts-from-an-interview-with-friedrich-von-hayek-el-mercurio-chile-1981/
12. Alsogaray, Álvaro, Experiencias de cincuenta años de política y economía argentina, Buenos Aires, Planeta, 1993, p. 31.
13. Pinedo, Federico, Porfiando hacia el buen camino, Buenos Aires, sin editor, 1955, p. 11.
14. Mises, Ludwig, La acción humana. Tratado de economía, Buenos Aires, Unión Editorial, 2018 [1949], p. 330.
15. Mises, Ludwig, Burocracia, Buenos Aires, Unión Editorial, 2005[1962], p. 40.
16. Fischer, Karin y Plehwe, Dieter, Redes de think tanks e intelectuales de derecha en América Latina, Nueva Sociedad, 245, 70-86, 2013. Disponible en https://nuso.org/articulo/redes-de-think-tanks-e-intelectuales-de-derecha-en-america-latina/
17. Unidiversidad, Javier Milei, un economista de campaña en Mendoza con su filosofía libertaria. Universidad UNCuyo (19/02/2021). Disponible en https://www.unidiversidad.com.ar/javier-milei-un-economista-de-campana-en-mendoza
18. Alsogaray, Álvaro, Política y economía en Latinoamérica, Buenos Aires, Atlántida, 1969, p. 38.
19. Benegas Lynch, Alberto, Destino de la libertad [conferencia pronunciada el 5 de octubre de 1961 en la Asociación por la Libertad de la Cultura], Buenos Aires, Centro de Estudios sobre la Libertad, 1961, p. 43.
20. Alsogaray, Álvaro, Política y economía en Latinoamérica, op. cit., p. 53.
Imagen de portada: Moving sidewalk (2013), Ofill Echevarría, Cuba.