30 años del MERCOSUR: una revisión necesaria

Un recorrido por la historia reciente del bloque, permite identificar las principales tensiones y desafíos de la Presidencia Pro Tempore de Argentina.
Por Dolores Gandulfo *

El 26 de marzo de 2021 el MERCOSUR cumple 30 años y la Argentina asumió su Presidencia Pro Tempore (PPT) en la etapa más crítica que la integración regional ha atravesado en los últimos tiempos. En la última cumbre de Jefes de Estado, llevada a cabo de manera virtual en diciembre del año pasado, Alberto Fernández reafirmó que lo considera el mecanismo de integración más importante para el país, consolidándose ese proceso como una verdadera política de Estado y una vocación de los pueblos.

El presidente de la República Argentina, Alberto Fernández, al asumir la presidencia pro témpore del Mercosur. Fuente: Canal Veo.

La segunda ola de la pandemia trastocó los planes de la cumbre que se realizará el mismo día del aniversario del bloque regional. Una victoria diplomática argentina, como lo fue la confirmación de la presencia de Bolsonaro –que públicamente lo manifestó- se vio invisibilizada frente a la necesidad de Argentina de virtualizar la cumbre para evitar importar los aumentos de casos, tanto en contagiados, como de muertos, que hoy día se observan en sus socios del Mercosur.

Sin embargo, no fue la pandemia la que afectó y generó distorsiones en el bloque. Durante los últimos años, el MERCOSUR dejó de ser considerada una herramienta de integración estratégica para lograr mayor margen de maniobra de la región en un escenario global cada vez más incierto, para convertirse en un bloque de representación de intereses meramente comerciales, reiniciando un proceso aperturista y cediendo márgenes de soberanía que con mucho esfuerzo se habían alcanzado hasta el momento. Como legado, los gobiernos neoliberales y conservadores en la región, potenciaron no sólo la reprimarización de las economías del bloque, sino también una profunda regresión histórica en materia de integración.

La institucionalidad del MERCOSUR, que hace 35 años a partir de la amistad argentino-brasileña sellara Raúl Alfonsín y José Sarney, se empezó a socavar: la eliminación de la elección directa de los parlamentarios del Parlasur hizo retroceder una instancia superadora de los procesos de integración como lo son la integración de los pueblos. La posibilidad de que gobiernos y oposiciones de los Estados miembros puedan dialogar, generar consensos y diseñar normativa supranacionales para resolver los problemas que trascienden nuestras fronteras.

Los organismos de integración regional se vieron debilitados bajo los gobiernos liberales de Macri, Bolsonaro, Abdo Benítez y Piñera, fijando como única prioridad el acuerdo Mercosur-UE. Fuente: France 24.

Esta regresión histórica, que en el bloque mercosuriano implicó una desaceleración de la integración política, social y cultural de la región, certificó la defunción de otros, que no corrieron la misma suerte. La decisión inconsulta al Congreso del ex presidente Mauricio Macri de retirar a la Argentina en 2019 de la UNASUR, junto a la de Brasil en cabeza de Jair Bolsonaro; Paraguay con Mario Abdo Benítez; Colombia con Iván Duque, Ecuador con Lenin Moreno y Bolivia, luego, bajo la Dictadura de Jeanine Añez, fueron un ejemplo más de la necesidad de apuntar a procesos de institucionalización que permitan que estos organismos que fortalecen la Democracia en la Región, no queden en manos de cualquier gobierno sino que sean custodiados por los pueblos y que la integración sea una política de Estado a nivel regional.

La UNASUR que supo actuar con firmeza en la crisis política de Bolivia en 2008, frente al Golpe de Estado contra Manuel Zelaya en Honduras, contra el intento del golpe de Estado a Rafael Correa cuando fuera secuestrado en el Hospital Policial en 2010, estaba totalmente desarticulada al momento de que, a partir de la farsa de fraude promovida por la Organización de Estados Americanos de Almagro, se diera el Golpe de Estado a Evo Morales y se instaurara una Dictadura que sometió al pueblo boliviano a violaciones a los derechos humanos, a persecuciones políticas y a las cruentas masacres de Sacaba y Senkata que gracias a la restauración de la Democracia ya se encuentran en proceso de investigación.

La contundente victoria del Pueblo en Bolivia, la primacía de Andrés Arauz en la primera vuelta electoral de Ecuador, y la reciente anulación de la condena contra Lula en Brasil sin dudas muestran un escenario alentador para, como diría Boaventura de Sousa Santos, pensar el “Sur Global”. Podríamos sumar la derrota de Jair Bolsonaro en las elecciones Municipales en Brasil, que demostró que la anti política no era tan rentable como parecía. Con Lula Libre y disfrutando nuevamente de sus derechos políticos queda pendiente ver cómo se encaminara el proceso político en uno de los países más relevantes de América Latina. Hasta ahora, asistimos a una victoria de las convicciones y a la ratificación de que los gobiernos conservadores y sus modelos neoliberales no logran consolidarse como opciones electorales. No obstante no hay que perder de vista que la judicialización y las Fake News siguen siendo sus estrategias para engañar a la voluntad popular.

Los temas de agenda en el Mercosur son muchos: la incorporación como miembro pleno de Bolivia, la cooperación para lograr la vacunación exitosa en la región, el Tratado de Libre Comercio con la Unión Europea, que lleva casi dos décadas de negociaciones y que aún no genera consensos ni en Europa ni en el Mercosur; el relacionamiento con Estados Unidos y China; la negociación pendiente con Corea; la ansiada infraestructura integrada; el manejo de los recursos naturales; la conectividad y el desarrollo 4.0 para la industria; y los mecanismos de representación social, son algunos de los puntos claves que deberá motorizar la Argentina mientras ostente la presidencia pro témpore del bloque.

El presidente Alberto Fernández planteó en la asunción argentina de la PPT, que la región necesita consolidar el espacio común con un modelo de integración regional sustentable, en el sentido amplio de la palabra: sólido en su institucionalidad, con perspectiva soberana y con inclusión social; con innovación y con un desarrollo sustentable, buscando el destino común de la Patria Grande.

Sede de la Secretaría del Mercosur, Montevideo, Uruguay. Fuente: Mercosur.

Hace algunos años, a cargo de la secretaria general del UNASUR, el ex presidente Néstor Kirchner nos convocaba a construir a partir de la realidad relativa de cada país, una realidad superadora que nos contenga a todos.

La coyuntura crítica que atraviesa la región más desigual del mundo, cuya economía según los datos de la CEPAL se contrajo un 7.7% durante 2020, y en la cual la informalidad y precariedad laboral comienzan a dejar de ser la excepción para convertirse en la norma; requiere de dirigentes comprometidos con la inserción estratégica de la región en el mundo, con la generación de empleo, con la búsqueda de un desarrollo sostenible y políticas publicas inclusivas que reviertan la movilidad social descendente que se viene marcando en los países de la región.

Es necesario reconocer y aprender de la historia reciente, para no dejar que ocurra nuevamente. Para lograr estos objetivos, necesitamos un Mercosur más integrado, más potenciado y por sobre todas las cosas más institucionalizado.

* Directora del Observatorio Electoral de la Conferencia Permanente de América Latina y el Caribe (COPPPAL), Doctoranda en Ciencia Política (UNSAM) y Profesora del Instituto de Capacitación Política del Ministerio del Interior (INCAP).