17 de octubre: las masas ingresan a la política nacional

Crónica de una jornada que cambió la historia argentina.
Por Carlos Javier Avondoglio *

“Y si los caballeros del dinero creen que vamos a caer, se equivocan. Veremos quiénes son los que caen”. Juan D. Perón, 1943.

En junio de 1943, un nucleamiento de oficiales organizados en el Grupo Obra de Unificación (GOU) clausura el ciclo de entrega, corrupción y fraude conocido como la década infame. Consolidado el gobierno revolucionario, Juan Domingo Perón, por entonces un joven coronel proveniente del sector nacionalista del Ejército, comienza a promover una serie de acercamientos con las organizaciones sindicales desde el ignoto Departamento Nacional del Trabajo, al que más tarde convertirá en la dinámica Secretaría de Trabajo y Previsión.

Su singular recorrido biográfico, militar y formativo le permiten a este coronel que bordea los 50 años distinguir en los trabajadores a un actor insoslayable de la era de masas que se abre en el mundo e identificar -fruto del extravío de las izquierdas vernáculas- una notable vacancia en su representación política. A su vez, imbuido de la doctrina de "La Nación en Armas", comprende que tanto la industrialización como la resolución de las postergaciones sociales son condiciones indispensables para el fortalecimiento de la defensa nacional. En suma, sabe que el nacionalismo, para cumplir sus fines, debe entroncar con lo popular.

De allí que, a partir del reconocimiento de importantes derechos sociales, laborales y organizativos1el vínculo entre una parte de la dirigencia sindical y Perón –que en lo sucesivo ocupará el Ministerio de Guerra, la mencionada Secretaría y la vicepresidencia- crece de modo zigzagueante pero ininterrumpido.

Para comprender esto es necesario recordar que, abandonando la total intransigencia de principios de siglo, las décadas del 20 y del 30 han visto ensancharse la influencia de corrientes político-gremiales más proclives -bajo el paraguas de la "neutralidad política"- a realizar tratativas con los gobiernos de turno y que durante esos años, como explica Hiroshi Matsushita, buena parte de la dirigencia y de las bases obreras han ido forjando una conciencia nacional a raíz de los enfrentamientos con el capital británico que pisa fuerte en la Argentina. Por otra parte, al compás del nuevo patrón de acumulación (industrialización por sustitución de importaciones) que desordenadamente brota de la crisis del año 30, se va reconfigurando el mapa sindical, dentro del cual pierden cierta importancia los gremios vinculados a la exportación y ganan relieve los manufactureros, a la par que emerge el sindicato por rama de actividad como forma organizativa predominante.

Es así como, a partir de la confluencia de las dos vertientes históricas surgidas del criollaje gaucho que hizo la independencia y libró las guerras civiles –trabajadores y oficialidad de extracción popular-, junto con el aporte del proletariado hijo de la inmigración, una nueva Argentina se abre paso.

Frente al vertiginoso despliegue de las fuerzas nacional-populares, no puede sorprender que la oligarquía –con el desembozado liderazgo del embajador estadounidense, Spruille Braden- comience a oponer una resistencia feroz a las conquistas obreras y que logre, tras una sostenida presión, despojar al coronel Perón de sus cargos el día 9 de octubre de 19452. Pero esta vez los hombres y mujeres de trabajo no se mantendrán al margen de los acontecimientos.

Al día siguiente de su salida forzada, el coronel se despide de los obreros y obreras en un eufórico (y premonitorio) acto improvisado frente a la Secretaría de Trabajo y Previsión. El 12 de octubre, quien hasta entonces era el hombre fuerte del régimen es detenido y conducido a la isla Martín García. Bastan pocas horas para que se echen a circular toda suerte de rumores y la confusión se apodere del país. El ala anglófila de las Fuerzas Armadas encabezada por el almirante Vernengo Lima comienza a ganar posiciones en el gobierno.

Con Perón y el teniente coronel Mercante fuera del juego, los derechos conseguidos penden de un hilo. Para el día 15, algunos diarios informan que los ingenios tucumanos se hallan paralizados, pues la peonada de la zafra -organizada en la FOTIA- exige la libertad del ex secretario. En la noche del 16, se reúne el Comité Central Confederal de la Confederación General del Trabajo (CGT).

Durante la ardua discusión que tiene lugar en aquel cónclave, los representantes de la Unión Ferroviaria bregan por no arriesgar la autonomía de los sindicatos y confiar en la palabra del general Ávalos y del presidente Farrell –quienes aseguran que Perón no está detenido y que las conquistas obreras serán respetadas-, mientras la mayoría de los gremios manifiestan sus resquemores, arguyendo la composición marcadamente oligárquica del gabinete en ciernes y la resistencia de la patronal a cumplir con las disposiciones de la Secretaría de Trabajo. En defensa de esta posición, cumplen un rol fundamental el dirigente de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), Antonio Andreotti, y el representante de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) y ex forjista, Libertario Ferrari, quien “implacable y tenaz se mantuvo defendiendo la huelga general, dividiendo a su propia delegación que traía instrucciones en contra”3. Tras cuatro horas de acalorado debate y por 16 votos contra 11, se decide el llamado a la huelga general para el día 18.

No obstante, pese a lo establecido por la central, los hechos se precipitan y las masas laboriosas, provenientes de los rincones profundos e invisibles de la patria, ganan las calles el 17 de octubre, desbordando la Plaza de Mayo y sus alrededores, hasta allí un sitio reservado para las capas más acomodadas de la sociedad porteña. A todos los une un mismo grito: “¡Queremos a Perón!”. El historiador José María Rosa describe los motivos profundos de las familias trabajadoras que acuden a esa cita con la historia:

(...) En todo el país la gente se reúne para hacer lo que pueda por quien es su ídolo. No solamente los hombres, también sus mujeres y sus hijos. Ese coronel Perón había escuchado sus quejas y resuelto en la medida de lo posible sus aspiraciones. Pero no era solamente eso; lo material fue lo menos importante. Los había tratado de igual a igual como seres dignos. Los mensú de Misiones, los cañeros de Tucumán, los obrajeros del Chaco, los faenadores de Berisso, los obreros de las fábricas de Avellaneda y Quilmes, los artesanos de los barrios de Buenos Aires, los ferroviarios, los tranviarios, los operarios de las usinas eléctricas, los colectiveros, los canillitas, el pueblo entero de la República se sienten heridos por la prisión del coronel (...).4

El resto es historia conocida. La formidable demostración de fuerza en las calles y plazas de todo el país obliga al régimen a liberar a Perón y convocar elecciones libres. La noche cierra con un mensaje a la multitud del hombre que, en esa hora de la historia, concita la esperanza del pueblo humilde. Los trabajadores y las trabajadoras irrumpen por primera vez en la escena política argentina, dando origen a una nueva y perdurable identidad: el peronismo. El movimiento de liberación nacional desenrolla sus banderas, urdidas en los sótanos de FORJA5, y se echa a andar con la clase obrera como gran protagonista.

* Es Licenciado y Profesor en Ciencia Política por la Universidad de Buenos Aires. Se encuentra realizando la Especialización en Pensamiento Nacional y Latinoamericano de la UNLa. Integrante del CEIL Manuel Ugarte de dicha universidad.
1. Entre las más importantes: Estatuto del Peón Rural, impulso a la agremiación en diversos rubros, promoción de los convenios colectivos, creación del aguinaldo, tribunales de trabajo, vacaciones pagas, jubilaciones, régimen de asociaciones profesionales (base del Modelo Sindical Argentino), salario mínimo, vital y móvil, participación en las ganancias de las empresas, etc. Además de estas medidas sociales, se llevan adelante nacionalizaciones en áreas puntuales (elevadores de granos, Compañía Primitiva de Gas), se recuperan algunas líneas ferroviarias, se finaliza Altos Hornos Zapla, se crea el Banco de Crédito Industrial y, a través del Consejo Nacional de Posguerra, el Estado comienza a planificar la economía.

2. En esos años, los enfrentamientos al interior de las Fuerzas Armadas tienen como eje fundamental la posición a adoptar frente a la gran conflagración planetaria. Mientras Perón pertenece al ala neutralista, sus adversarios militan en el bando aliadófilo. Sin embargo, no son pocos los oficiales pro germánicos permeables a las críticas que comienzan a difundirse en los entresijos del Ejército contra el coronel. La presión destituyente de esas jornadas proviene, sobre todo, de este último sector.

3. Perelman, Ángel. Cómo hicimos el 17 de octubre. Buenos Aires: Instituto Superior Arturo Jauretche, 2014, p. 78.

4. Rosa, José María. Historia Argentina, tomo XIII. Buenos Aires: Oriente, 1980, p. 184 y 185.

5. Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina: desprendimiento del radicalismo yrigoyenista que, en el marco de la integración del alvearismo al régimen conservador, alienta una posición nacionalista y popular y desempeña un rol histórico corriendo el velo del esquema de dominación inglesa sobre nuestro país. Sus denuncias serán la base programática del movimiento nacional que se abrirá camino del ’43 en adelante.