Hallarse y estar siendo

Una reflexión sobre la construcción de la “casa común” a partir de una experiencia popular identitaria.
Por Matías Mattalini *

En el cálido amanecer chaqueño, más precisamente saenzpeñense1, mi suegra, con esa suave y delicada aunque firme impronta, me pregunta: “¿te hallás?”. No es una pregunta que se le haga a cualquiera en cualquier momento sino en ocasiones específicas, sobre todo cuando se recibe o se comparte con un viajero, alguien que viene de otro territorio. Al viajante que es un extranjero –no porque sea de un país diferente sino porque procede de otra situación espacio temporal– se lo consulta con tono inclusivo por su sentimiento y su pensamiento respecto al lugar que está habitando en ese preciso instante. Quizás lo más común es utilizar el verbo hallar a los fines de hablar de algo material o espiritual que se encuentra: una moneda de plata, un libro, un tesoro escondido, un estilo de vida, entre tantas opciones que se pueden mencionar. Sin embargo, entre las acepciones que propone el diccionario de la Real Academia Española se encuentran las siguientes: “estar presente” y “encontrarse en cierto estado”. Hallar y estar parecen tener una relación intrínseca.

La pregunta de mi suegra es absolutamente común en el norte argentino y también en el Paraguay. Es común preguntar a otro u otra si se halla. Lo interesante es que la pregunta se cierra con ese verbo, no se hace mención a un estado en particular. No se pregunta si te hallás bien o mal, contento o triste, aburrido o divertido, abrumado o lleno de alegría. Cabe cuestionarse, entonces: ¿qué es lo que significa el verbo “hallar” en esta pregunta? Y más aún ¿qué significa el verbo “hallar” para el “yo” de mi suegra y para el “nosotros” del pueblo que acostumbra realizar esta pregunta?

El interrogante por si me hallo o no, tiene –al menos– tres orientaciones de sentido: 1) la que implica considerar los afectos cercanos, 2) la referencia a la casa u hogar que se habita, 3) la referencia a la tierra y la experiencia identitaria de constituirse en una patria común2.

Vida Wichí (2016) de  Sara Díaz, Misión Chaqueña. Acrílico sobre aglomerado, 40 × 45 cm, colección de la autora. Fuente: Internet.
 

1) En el primero de los sentidos la pregunta de mi suegra hace mención implícita a los sentimientos que me provoca la relación y la cercanía con la familia. Aquella familia con la que no comparto la cotidianeidad sino es por mi visita al Chaco en determinadas oportunidades. Parece presentarse una incógnita inicial en el pensar de mi suegra respecto de si me estoy sintiendo a gusto en el marco de las relaciones familiares que se despliegan en estos días de estancia en la ciudad natal de mi esposa. Hay una sana preocupación por el modo en que se juegan los afectos y, en particular, mi recepción de sus actos para con mi persona y para con todos los que viajamos desde lejos para visitarlos.

2) En segundo lugar, la referencia a la casa radica en la inquietud respecto de las comodidades y las formas en que se convive. Por un lado, lo que ofrece la casa físicamente: habitaciones, espacios verdes, aire acondicionado, etc. Por el otro, los tiempos de la casa, las comidas, las costumbres, los momentos y las circunstancias simples que se comparten en el día a día, entre otras cuestiones.

3) En tercer lugar, la referencia a la tierra que si bien pertenece a la misma nación, al mismo país (nuestra Argentina), presenta rasgos muy diversos respecto de mi procedencia bonaerense. La referencia a la tierra es también referencia a la percepción de la misma por parte del pueblo que la habita. La tierra es entonces patria común, un modo de “estar siendo”, un lugar existencial donde la comunidad –el nosotros– se religa a su pachamama.

Luego de recorrer estos sentidos viene a mi mente la propuesta del horizonte del “estar” de Rodolfo Kusch (1999). Se trata de un modo de comprender y comprendernos previo al “ser alguien”. El estar-en-la-tierra es anterior ontológica y existencialmente al ser aunque no lo niega sino que lo posibilita. El estar-arraigado-a-la-tierra con cierta quietud como un nosotros es lo que nos permite el dinamismo posterior o concomitante del “estar siendo”. En esta línea, la pregunta por si me hallo o no contiene de fondo el horizonte de comprensión del estar. La pregunta “¿te hallás?” podría ser reconfigurada así: “¿cómo estás siendo?” Es decir, ¿cómo te encontrás entre nosotros, en esta casa, en esta tierra? Y más aún: ¿te sentís parte de esta patria común?

S/T. Santiago García Saenz. (Bueno Aires). Óleo sobre tela. 67 x 85.

Algo de esta relación entre el “hallar” y el “estar” parece presentarse en el pensamiento y el sentimiento del Papa Francisco cuando expresa en Laudato si su llamado a “concebir el planeta como patria y la humanidad como pueblo que habita una casa de todos” (2015: p. 13). De fondo hay una convicción existencial en el Papa argentino y latinoamericano que contiene el interrogante implícito y la preocupación por cómo se “halla” cada ser humano y cómo se elabora un sentir y un pensar colectivo (pueblo) que nos permita a todos y todas habitar una “casa común” con conciencia de sabernos integrados en una misma familia. Por ello, sostiene Francisco en Fratelli tutti (2020: p. 158) que la noción de pueblo no es una categoría lógica (de la razón pura) ni tampoco una categoría mística en sentido angelical (separado de la tierra), sino más bien una categoría mítica e incluso, podríamos decir, ético-política porque refleja un camino o proceso comunitario que se proyecta hacia adelante desde valores y sueños compartidos, desde un “estar” para un ser-con-otros que habita una casa común.

¿Es posible que tras la pregunta de mi suegra y la convicción del Papa se encuentre el mismo sentido enraizado de pueblo, la misma preocupación inclusiva e integradora que promueve la “cultura del encuentro”, el tomar en serio al otro, el saber si ese otro se halla o está pudiendo ser en plenitud? Lo que subyace en el “hallar” y en el “estar siendo” es un modo genuino –aunque no único– de saberse pueblo como resultado de un mestizaje conflictivo pero a la vez facultativo de una nueva experiencia común (Juan Carlos Scannone, 1990). Es la experiencia comunitaria que surge del choque de culturas pero sobre todo del encuentro y la “bendita mezcla”3 –como llaman algunos– lo que permite repensar y repensarse así como sentir y sentirse como nuevo pueblo.

El choque de culturas en lo que hoy conocemos como América Latina y el Caribe manifiesta la conflictividad que estuvo y está presente en los procesos de lucha y reconocimiento de derechos. Pero la resolución de los conflictos que ha tenido lugar en distintos momentos de la historia y de acuerdo a las características de cada territorio, ha derivado, en muchas oportunidades, en una combinación cultural que permite experimentar un sentido innovador de comunidad. Ejemplo de ello resultan las “reducciones jesuíticas” del siglo XVII4. Los jesuitas con su espíritu misionero y su capacidad receptiva de las culturas existentes tuvieron la audacia de conducir un tipo de organización que transgredía el sistema colonial vigente aunque desde una posición pacífica que les permitía transitar un encuentro intercultural (entrecruce de dialécticas). Ese encuentro no estuvo carente de conflictos y controversias pero permitió la constitución de un sentido de comunidad, un nosotros que no suprimió el ethos cultural de los pueblos amerindios sino que lo resignificó a la par del proceso de evangelización.

Llegada de los inmigrantes a Resistencia. Alfredo Pértile (Chaco, Argentina). 

Hay que destacar que esta bendita mezcla ha estado presente en distintos momentos y circunstancias históricas en nuestra región, pero sobre todo se ha manifestado de manera explícita en espacios de construcción comunitaria que le han hecho frente a hechos de injusticia. Es conocida en Argentina la llamada “huelga de las escobas”, llevada a cabo fundamentalmente por mujeres y niños. Cuando en 1907 en Buenos Aires se decreta una suba de impuestos y, por tanto de los alquileres, los inquilinos de los conventillos (viviendas urbanas colectivas donde habitaban las familias obreras que contaban con bajos recursos) se organizaron para resistir. Sin embargo, las protagonistas principales fueron las mujeres que realizaron diversas marchas junto a sus hijos e hijas y a la vez protegieron las entradas de sus casas con sus escobas como instrumento de resistencia.

Lo que se devela en estas expresiones es la reconfiguración de un nosotros, de una fraternidad y una sororidad (una sorfraternidad5) que ha sufrido, ha pasado por la exclusión y el descarte (y lo sigue viviendo) o bien que ha sido parte de un sistema de opresión pero que mantiene viva la posibilidad de abrirse a un destino comunitario diferente, no impuesto, en el cual podamos “hallarnos” o “estar siendo” todos y todas. Esto parece estar presente en el pensamiento y la acción de Francisco cuando deposita sus esperanzas en los “movimientos populares”. Los diversos encuentros mundiales acontecidos así lo reflejan6. En el discurso del Papa pronunciado en Bolivia durante el segundo encuentro con los movimientos podemos descubrir una serie de preguntas que reconocen la certeza de que en los últimos, los descartados del sistema, parece presentarse con mayor nitidez la necesidad existencial de hallarse o estar siendo.

¿Qué puedo hacer yo, cartonero, catadora, pepenador, recicladora frente a tantos problemas si apenas gano para comer? ¿Qué puedo hacer yo artesano, vendedor ambulante, transportista, trabajador excluido si ni siquiera tengo derechos laborales? ¿Qué puedo hacer yo, campesina, indígena, pescador que apenas puedo resistir el avasallamiento de las grandes corporaciones? ¿Qué puedo hacer yo desde mi villa, mi chabola, mi población, mi rancherío cuando soy diariamente discriminado y marginado? ¿Qué puede hacer ese estudiante, ese joven, ese militante, ese misionero que patea las barriadas y los parajes con el corazón lleno de sueños pero casi sin ninguna solución para sus problemas? Pueden hacer mucho. Pueden hacer mucho. Ustedes, los más humildes, los explotados, los pobres y excluidos, pueden y hacen mucho7.

Una pregunta simple como la que me hizo mi suegra nos puede abrir un mundo de reflexiones filosóficas, pero es preciso destacar que ese mundo responde a un contexto y desde su situación histórica, cultural y política se abre a otros mundos u otras maneras de comprender, otras maneras de pensar, de sentir, de hallarse y estar siendo.

 

 

 
* *Lic. en Filosofía por la USAL, Mg. en Políticas Públicas y Gobierno por la UNLa y doctorando en Filosofía por la misma institución, de la cual es profesor adjunto y Director de Planificación y Evaluación. Profesor de FLACSO.
1. Presidencia Roque Sáenz Peña es una ciudad ubicada en el centro de la Provincia del Chaco en el norte de la República Argentina.

2. Para este análisis hermenéutico me inspiro en la investigación de Carlos Cullen (1978) quien plantea la noción del “nosotros estamos” como la experiencia propia de la sabiduría de los pueblos. Teniendo presente la diferenciación que propone Kusch entre ser y estar, toma como punto de partida el sentido de comunidad desde el horizonte de comprensión del estar, es decir el “nosotros estamos” considerado primero como arraigo en la tierra o estar-aquí, luego en tanto que construcción de la casa o habitar y, por último, como el vivir en la patria o el estar-siendo-así. Ver: Cullen C. (1978). Fenomenología de la crisis moral. Buenos Aires: Ediciones Castañeda.

3. Bendita Mezcla: “Escuelita de Comunidades” de Nuestra América es un curso virtual a modo de formación para jóvenes organizado por Amerindia y la Articulación Continental de las Comunidades de Base. Además, cuenta con el apoyo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO). Ver: https://amerindiaenlared.org/contenido/17260/bendita-mezcla-escuelita-de-comunidades-de-nuestra-america/

4. Parte de esta caracterización la tomo del trabajo realizado junto a Nerio Neirotti en el marco del 3er tomo del "Atlas Histórico de América Latina y el Caribe. Aportes para la descolonización pedagógica y cultural", una obra publicada por Ediciones de la Universidad Nacional de Lanús (EDUNLa) en 2016, realizada por el Centro de Estudios de Integración Latinoamericana "Manuel Ugarte" de la UNLa y dirigida por la Dra. Ana Jaramillo. Ver:
http://atlaslatinoamericano.unla.edu.ar/assets/pdf/tomo3/10-la-iglesia-catolica-en-america-latina.pdf

5. El término “sorfraternidad” es un concepto en construcción que vengo proponiendo en anteriores escritos. Para mayor desarrollo del mismo invito a leer: Mattalini Matías (2021) “Sorfraternidad y cogobernanza: reflexiones a partir de una experiencia conceptualizada de construcción política “desde abajo”. En Cogovernança como processo de construção de fraternidade na política, a partir das ciudades. Silva Brito Rafaela, Mattalini Matías, Dal Pozzo Flávio e Ropelato Daniela (organizadores). Caruaru-PE: Editora Asces. Ver: http://repositorio.asces.edu.br/bitstream/123456789/2767/3/10.47306978-65-88213-16-2.33-52.pdf

6. Ver: https://movpop.org/#:~:text=El%20Encuentro%20Mundial%20de%20Movimientos%20Populares%20(EMMP)%20es%20un%20espacio,resignen%20y%20sean%20protagonistas%20del

7. Francisco (2015). Discurso del Papa en el encuentro con los movimientos populares en Bolivia. Ver: https://www.iade.org.ar/noticias/discurso-del-papa-en-el-encuentro-con-los-movimientos-populares-en-bolivia#:~:text=Les%20pido%20a%20ustedes%2C%20hermanos,crezca%20en%20paz%20y%20justicia.

Textos utilizados:

- Scannone Juan Carlos (1990). Nuevo punto de partida de la filosofía latinoamericana. Buenos Aires: Guadalupe.

- Kusch Rodolfo (1999). América profunda. Buenos Aires: Biblos.

- Francisco (2015). Laudato si. Sobre el cuidado de la casa común. Buenos Aires: Agape Libros.

- Francisco (2020). Fratelli Tutti. Sobre la fraternidad y a amistad social. Buenos Aires: Conferencia Episcopal Argentina.