Cultura y emancipación en el pensamiento de Rodolfo Kusch

El autor reconstruye el punto de vista kuscheano acerca de los vínculos entre el colonialismo cultural y las dificultades para dar con un pensamiento propio. “Si la cultura es un medio de colonialismo, es también una forma de emancipación”, postula.
Por Mauro Scivoli *

En cambio, en las ciudades habitan los sabios famosos y bien alimentados: las bestias de tiro. Pues, semejantes a los burros, tiran siempre del carro del pueblo. No les tengo inquina. Nada de eso. Pero no son otra cosa que lacayos y seres uncidos, aunque su yugo reluzca de oro.

Friedrich Nietzsche

El concepto de cultura, como categoría de pensamiento, es vasto y su análisis podría contener libros enteros. ¿Por qué entonces referirnos a un concepto tan extenso como complejo? Partimos del supuesto de que toda actividad no se da de por sí sino a través de un conjunto de ideas que la sustentan. La esfera política, así como la económica se encuentran determinadas por el aspecto cultural. Un acontecimiento no se explica por sí, sino desde un plano teórico que se constituye en un horizonte simbólico.

Como todo concepto polisémico, es menester definir qué acepciones utilizaremos.

En el idioma alemán las palabras Kultur y Bildung refieren al término cultura con diferentes sentidos. Mientras que Kultur alude a una significación antropológica, Bildung lo hace por la institucionalización de conceptos desde el poder.

A partir de esto, pretendo, en este trabajo realizar una aproximación al concepto de cultura en el pensamiento de Rodolfo Kusch.

En primer lugar, veremos qué es lo que entiende Kusch por cultura y cuál es su caracterización; en segundo lugar, cómo la cultura es elemento vertebral del “drama que atraviesa América”, esto es, el colonialismo, y a su vez, la vía de emancipación para formar una filosofía propia.

Gunther Rodolfo Kusch. Fuente: Internet.

Kusch y la cultura

Para Kusch la filosofía es el discurso sobre una cultura o sujeto cultural. El problema que tiene nuestro continente es que su filosofía no se asienta en su sujeto cultural, es decir que su pensamiento fue elaborado en otro ámbito geocultural. Esto lo podemos interpretar como una vacancia: no hay una filosofía americana.

La respuesta a esto, siguiendo la distinción entre Kultur y Bildung, se da en un orden antropológico. La filosofía americana ha de ser la expresión discursiva del sujeto americano, ¿en dónde se manifiesta este sujeto cultural? En el pueblo. Así lo afirma Kusch, “parto de la tesis de que la pregunta por el pensamiento popular encubre la posibilidad de un pensar propio”1.

Es a partir del sujeto cultural americano desde donde va a irradiar la filosofía americana. Para decirlo brevemente, la filosofía es el discurso de una cultura; en América no tenemos filosofía genuina puesto que la misma nació en otro ámbito cultural. Es necesario, por lo tanto, ir hacia la cultura americana, que se expresa en el pueblo, para plasmar una filosofía auténtica americana.

¿Qué queremos decir con todo esto? Que la cultura es un concepto fundamental en el pensamiento y obra de Kusch. Esto se advierte de manera sencilla en los títulos de sus trabajos: uno de sus últimos libros se titula Geocultura del hombre americano; recientemente se ha publicado un trabajo inédito de Kusch denominado Cultura y liberación.

Ahora bien, ¿qué es lo que entiende por cultura?

Para Kusch la cultura remite a un horizonte que es más bien simbólico y que denota la particularidad de la vida que habita un suelo. Es por ello que suelo más vida nos otorga una cultura, y aquí si en el sentido tradicional de colere que significa cuidado del campo cultivado, o si se quiere en referencia a Kultur, que mencionamos anteriormente. Tomemos lo expuesto por nuestro autor:

La geografía comprende las rugosidades reales, como los accidentes de la tierra. Por eso apunta a un modo de ser- ahí, al ‘para vivir’, o sea el hábitat, al molde simbólico en el cual se instala el ser. Eso produce la cultura, como un modo peculiar de cultivo para hacer frente al contorno. La cultura es entonces un molde simbólico para la instalación de una vida2.

La cultura seria así aquello que dota de sentido a un grupo humano en un determinado hábitat. Ese sentido depende del ambiente cultural y de la tradición. Así pareciera que la cultura no sería otra cosa que una mirada introspectiva dentro de cada grupo humano. De allí que, nuevamente, hablemos de un pensar situado.

Tenemos, así, una breve aproximación a lo que Kusch entiende por cultura. A partir de aquí se puede trazar el siguiente camino: en América la filosofía emana de un ámbito cultural ajeno. Esto no es ingenuo ni azaroso. Es, a los ojos de Kusch, una faceta más del colonialismo.

Xilografía de Carlos P. González en torno de la obra de Kusch. Muestra Somos una simple clase media. Fuente: Internet.

La colonización cultural

La forma colonial, en este pensamiento, se da en el ámbito educativo, o si se quiere en la cultura entendida como bildung.

Esa educación se plantea y se impone en términos de causas, pero siempre foráneas. Así, no resulta extraño que en la mayor parte de los niveles educativos nos preguntemos por las causas de la Revolución industrial o la Revolución francesa pero poco sabemos de América. En palabras de Kusch “La educación consiste, ante todo, en estar al tanto de todo lo que dice en materia de causas en todo el mundo, menos en Sudamérica. Existe un colonialismo de causas, igual que existe un colonialismo económico”3.

Ese colonialismo de causas no se expone solo sobre acontecimientos o sucesos meramente europeos, sino también sobre objetos. Kusch dirá que Occidente tiene la particularidad de haber creado al objeto y al procedimiento que se encarga de estudiarlo, que es la ciencia.

En Kusch, la ciencia como punta de lanza del colonialismo toca todos los ámbitos del hombre, principalmente el tiempo:

El tiempo colonial es de rendimiento porque se concentra en la máquina que utilizamos. Es el tiempo de la tecnología ajena, de los sistemas políticos importados, de la historia montada en el extranjero (…) por eso es tiempo de reloj, el tiempo implacable de la tarjeta que se marca a la entrada y salida de la fábrica4.

Quizás por esto resulte incomprensible la lógica del hombre andino.

Así, entonces, a través de la educación, de los objetos y de la ciencia se expresa un colonialismo de causas. Expresión que se da por la labor de los intelectuales. Es solo a través de estos que el colonialismo de causas se puede dar y sostener.

El intelectual, a los ojos de Kusch, ha de tener como función tamizar la realidad vernácula que se expresa a través del sujeto popular, para manifestar un pensamiento genuino.

Para decirlo en otras palabras, el intelectual tiene como objetivo indagar sobre el pensamiento popular teniendo como hipótesis que el mismo pueda convertirse en un auténtico filosofar americano. ¿Qué sucede con ese objetivo? Pues que, en el esquema de Kusch, no se cumple porque el intelectual interpela la realidad de manera sectorial.

La siguiente cita es elocuente:

(…) cabe plantear la siguiente pregunta: si nuestro papel como clase media intelectual es el de regir el pensamiento de una nación ¿tenemos realmente la libertad de asumir cualquier filosofía? ¿Cuál es en suma nuestra misión? ¿Consistirá en representar y tamizar el sentido profundo de nuestro pueblo o consiste simplemente en incrustarnos en su periferia detentando especialidades que nuestro pueblo no requiere?5.

Es necesario aclarar lo siguiente; Kusch se asume como intelectual cuya “misión” es representar el pensamiento popular americano; entonces, si América se encuentra atravesada por el colonialismo cultural, expresado en la educación y sostenido por los intelectuales, la respuesta es emprender el camino inverso.

Biblioteca de Rodolfo Kusch en Maimará, Jujuy. Fuente: UNTREF.

La cultura como forma de emancipación

Kusch establece que la forma de liberación de este entramado colonial reside en la cultura. Solo a través de esta nuestro pueblo logrará consolidar una auténtica identidad propia. No se trata de crear sino de manifestar la cultura americana. Sobre esto, podemos recuperar la tan citada frase de Chesterton: La tradición es la transmisión del fuego, no la adoración de las cenizas.

Uno de los escritos de Kusch, editado recientemente, se titula, y con ello representa lo que estamos diciendo, “Cultura y liberación”.

En este trabajo, nuestro autor comienza señalando el problema que va a abordar: la contradicción entre el estilo de pensar y la realidad nacional. El motivo de esta oposición no radica en la cosa en sí, es decir la realidad, sino más bien en cómo ha sido pensada la misma. ¿Por qué se produce esto? Por la forma colonial y dependiente de nuestro de país, que introdujo categorías ajenas a la condición y suelo americano. Se produce, de esta manera, un accionar que parte primero del pensamiento y que busca modificar la realidad; en otras palabras, nuestras elites intelectuales toman categorías de pensamiento foráneas para luego buscar aplicarlas en el plano americano.

En esto se ha partido de una seguridad lograda a nivel de pensamiento y luego se ha incidido sobre la realidad. Pero he aquí que el quehacer que deriva de este mecanismo termina siempre por ser minoritario, por ser ineficaz. Solo una élite pequeña ilustrada incrustada en un partido cerrado y vertical cree en la eficacia de su acción. En este punto el marxismo extremo está tan desubicado como el liberalismo de Ricardo Rojas. Ambos viven un pensamiento que se contradice con una realidad que no se doblega6.

En lo dicho por Kusch se destaca que ese pensamiento es expuesto por una elite que, bajo la aparente seguridad que brinda el conocimiento como camino hacia un progreso indefinido, busca llevarlo a la praxis; en oposición a esa elite ilustrada se encuentra la realidad, o mejor, el hombre americano sumido en la única fuente de verdad: la vida cotidiana.

Ante la realidad no cabe plantear formas de pensamiento exógenas puesto que resulta que el mismo medio las erosiona dando por resultado un cúmulo de sentidos nuevos que pertenecen a cada ámbito cultural. Es lo que Kusch denomina como fagocitación, esto quiere decir que frente a los sentidos culturales occidentales, nuestro continente le imprime una significación alternativa. Un ejemplo de esto, relatado por Kusch, es la realización de rituales en homenaje a la pachamama en donde aparece la figura de la virgen María.

Esta es la realidad que no alcanza a ser pensada.

El problema, entonces, no es de las cosas sino de cómo son pensadas las mismas. Así lo señala Kusch:

No alcanzamos a comprender entonces que el problema no es de las cosas (…) sino que radica precisamente en la idea de hombre que tenemos. Nosotros somos el problema y no el campesino, ni el ‘cabecita negra’ por hacer la extensión. Falla en esto nuestro pensamiento sobre la realidad, pero no falla la realidad7.

¿Qué es lo que hay que hacer?

Ese pensamiento extraño se circunscribe en dos modalidades; en el caso del marxismo extremo, a través de la violencia, mientras que en el liberalismo positivista por medio de la educación, que impone una aparente seguridad sobre el mundo que no se condice con lo que se sucede en América.

De allí que haya una negación de ese pensamiento de la seguridad. Sabemos, desde la infancia cuales son los objetivos de nuestras vidas y los medios para alcanzarlo; pero también sabemos que ese desarrollo estará atravesado por elementos que no están contemplados por la Razón: miedo, alegría, etc., toda planificación idealizada de ese pensamiento Kusch lo ha reflejado en el concepto de “Ser”, de allí que a los niños siempre les preguntemos por lo que quieren ‘ser’, mientras que lo que queda por fuera del mismo y refleja el mero vivir con sus vicisitudes es caracterizado como “estar”.

Pensemos esto como una polaridad. El ser representa a occidente y todo lo que connota: la civilización, la clase media, el ciudadano; mientras que el estar se refleja en lo americano, el rito, y principalmente, el pueblo. El ser, al cual en muchas obras Kusch emparenta a la noción de “ser- alguien” introyecta una actitud que poco tiene que ver con América. De allí que de esta surja el estar como actitud repulsiva hacia el ser. ¿En dónde ubicamos la categoría de estar? Pues en aquel sujeto que se encuentra a la intemperie de estas inseguridades, esto es, el pueblo. El sujeto cultural, del que hablamos anteriormente, se encuentra representado en el pueblo; por lo tanto, la tarea sería plasmar un pensamiento que contemple a “ese sujeto filosofante de América, que no somos nosotros sino lo que llamamos pueblo”8.

Sobre el concepto de pueblo en el pensamiento de Kusch, se podrían escribir innumerables trabajos. Aquí solo diremos lo siguiente, tomando a Iván Ariel Fresia:

El pueblo (para Kusch) es nosotros, comunidad; nunca un individuo, al modo de la ´gente´: el sujeto liberal. (…) una heterogénea composición producto de las demandas populares por equidad, justicia, derechos, etc. En Kusch, pueblo no es tampoco una clase social determinada, el proletariado o el campesinado, ni la raza. Son realidades sociales y conceptualizaciones diferentes a su concepción9.

Xilografía de Carlos P. González en torno de la obra de Kusch. Muestra Somos una simple clase media. Fuente Internet.

Para finalizar, y a modo de síntesis, Kusch parte de un diagnóstico: América carece de una filosofía propia. Una filosofía supone la expresión de un sujeto cultural regido por el espacio y tiempo. Kusch destaca que en América la filosofía fue impartida desde los ámbitos institucionales y que se replicó una filosofía ajena. Este es el drama que atraviesa América: su pensamiento no ha nacido de sus entrañas sino que ha sido enquistado, fundamentalmente, desde el campo educativo. Puntualizó que “el país o la nación fue siempre una empresa de construcción exterior antes que una labor interior”.

Kusch destaca el hecho de que en nuestros países se impuso un colonialismo cultural, que dificultó la formación del pensamiento propio. Este tema tenía implicancias académicas, culturales y políticas. Si la cultura es un medio de colonialismo, es también una forma de emancipación.

La propuesta es recorrer el camino inverso. El intelectual, en virtud de su función orgánica, ha de ir a la realidad americana que se encuentra en los márgenes de la lógica occidental y está representada en el pueblo, para enarbolar un corpus de ideas propio que rompan el lastre de las culturas extranjerizantes.

 

 

 

 

* Licenciado en Ciencias Políticas, Especialista en Pensamiento Nacional y Latinoamericano y doctorando en filosofía por la Universidad Nacional de Lanús.
Notas

1. Rodolfo Kusch, Geocultura del hombre americano, Buenos Aires, Editorial García Cambeiro, 1976,
p.147.

2. Rodolfo Kusch, Esbozo de una antropología filosófica americana, Fundación Ross, Santa Fe, 2012, p. 17.

3. Rodolfo Kusch, “Obras completas. Tomo II”, Editorial Fundación Ross, Rosario, 2000, p. 510.

4. Ibid., p. 681.

5. Rodolfo Kusch Obras completas. Tomo II…ob.cit., p. 271.

6. Rodolfo Kusch, Cultura y liberación, complementación del Documento de La Rioja, fruto del seminario organizado por la Sociedad Argentina de Escritores, en Samay Huasi, provincia de La Rioja entre el 18 y 22 de diciembre de 1971, p. 16.

7. Ibíd., p.19.

8. Rodolfo Kusch, Geocultura…, ob.cit., p.126.

9. Ana Zagari (coord.), Rodolfo Kusch. Esbozos filosóficos situados, Buenos Aires, Ediciones Ciccus, 2020, p.24.

* Imagen de portada: Fragmento de La mirada, acrílico sobre tela de Manuel Mendive, Cuba, 2008.

Textos utilizados:

- Rodolfo Kusch, Geocultura del hombre americano, Buenos Aires, Editorial García Cambeiro, 1976.

- Rodolfo Kusch, Esbozo de una antropología filosófica americana, Fundación Ross, Santa Fe, 2012.

- Rodolfo Kusch “Obras completas. Tomo II”, Editorial Fundación Ross, Rosario, 2000.

- Rodolfo Kusch, Cultura y liberación, complementación del Documento de La Rioja, fruto del seminario organizado por la Sociedad Argentina de Escritores, en Samay Huasi, provincia de La Rioja entre el 18 y 22 de diciembre de 1971.

- Ana Zagari (coord.), Rodolfo Kusch. Esbozos filosóficos situados, Buenos Aires, Ediciones Ciccus, 2020.